La lucha constante para ganarle la guerra al coronavirus que tiene paralizado al país desde hace más de cuatro meses no solo la ejercen los profesionales de salud desde la primera línea de batalla, sino también los trabajadores del sector de los alimentos, que desde el primer día que el virus llegó al país han dado todo de sí mismos para poder mantener el abastecimiento víveres en los hogares colombianos.
Miguel Alarcón lleva veinte años trabajando en Corabastos, la principal central de abastecimiento de alimentos del país y la segunda más importante de américa latina. Si bien para muchos es un desconocido, él es una pieza clave en el engranaje de la línea de producción que diariamente contribuye a que la comida llegue nuestros hogares. De hecho, en medio de otras responsabilidades que le ha traído esta pandemia, como los protocolos estrictos de bioseguridad a los que hora se debe regir para poder seguir haciendo su trabajo, “está haciendo una labor importante en la cadena agroalimentaria”.
En la línea de abastecimiento, nadie se exime de cumplir los protocolos de la COVID-19. “El transportador, desde allá debe cumplir, seleccionar, empacar y distribuir los alimentos, si se baja a una bomba a tanquear tiene que desinfectarse y que cuando llegue aquí, no busquemos que este aquí el problema”, señala Mauricio Parra, gerente general.
Hoy más que nunca, protección y nutrición van de la mano. “Todos tenemos que hacer un esfuerzo mayor para no dejar de consumir frutas y verduras, las centrales de abastos son esenciales dentro de ese sistema, son vitales porque son puntos neurálgicos de distribución de los alimentos”, menciona Alan Bojanic, representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Para cerrar, como dicen los comerciantes y vendedores de esta importante central de alimentos, “nos sentimos muy felices y nos corre por las venas saber que estos alimentos llegan a la mesa de los colombianos”.