El decreto 1038 que reglamenta la ley 1732 de la cátedra de la paz, debe ser implementado por todas las instituciones educativas del país, como parte del plan de estudios y debe ser de obligatorio cumplimiento. Recordemos que en el Artículo 22 de Constitución Política de Colombia “La paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”. Si bien esta cátedra es importante para que la escuela contribuya a la construcción de la paz en Colombia, las instituciones educativas no deben limitarse, ni reducir su participación solo al mandato de esta materia como obligación. Debe permitir ampliar la historia de nuestro país, explicar el conflicto armado que por más de cincuenta años ha padecido Colombia y darle sentido; para exigir el cumplimiento de ese derecho tan anhelado por todos.
Las instituciones educativas tendrán que apropiarse de la imperiosa necesidad de la construcción de una paz estable y duradera, pues allí confluyen las historias y vivencias más dolorosas de la guerra y los conflictos propios de las sociedades. Colombia pasa por un momento histórico el cual la escuela no puede ser ajena o estar al margen: debe ser un actor protagónico en el aporte a la paz. Los diálogos entre las FARC y el Gobierno Nacional, necesitan también de las propuestas de una escuela que esté en permanente reflexión y compromiso con la trasformación real de la sociedad.
La pedagogía para la paz como proceso constante e innovador, permitirá reconstruir colectivamente la historia del país, desde la realidad propia de sus actores,. Además, profundizará en los orígenes del conflicto para comprender por qué se ha llegado a este momento. Los alcances de los acuerdos de La Habana y su papel en un posible escenario de post-conflicto. La escuela no puede aplazar su responsabilidad con el momento de paz que se abre para los colombianos y caminar hacia su consolidación.
La educación debe posibilitar hechos reales y hacer de la esperanza una práctica seria y concreta que logre la paz, que parece estar más cerca que nunca. Como lo dijo Freire “la esperanza es necesaria pero no suficiente. Ella sola no gana la lucha, pero sin ella la lucha flaquea y titubea”.
