La naturaleza y el ser humano están completamente ligados. Somos al fin y al cabo parte de ese todo: un árbol, un bosque, un río o una montaña. Si la biodiversidad está amenazada, la biodiversidad humana también se extingue. Si las aves migran en busca de un hábitat favorable para garantizar su supervivencia igual sucede con nuestra especie.
Nuestros países son básicamente centralistas, armamentistas y militaristas regidos todavía por un sistema feudal más propio de las “banana republic”. Las estructuras de poder las controlan las clases privilegiadas, una élite perteneciente a la oligarquía o la burguesía que son los que en realidad usufructúan de la riqueza. Ellos son los directos culpables del desplazamiento forzado de millones de seres humanos completamente desamparados. Desde hace más de 500 años que el imperialismo no ha sembrado más que pobreza, marginación y servidumbre en nuestro continente. Una historia gonorrienta plagada de guerras, golpes de estado y genocidios que nos sume en el ”corazón de las tinieblas”.
¿Cómo se ha llegado a tamaña tragedia humanitaria? En los últimos diez años debido a la inestabilidad política y social y los desastres naturales producto del cambio climático (los huracanes Eta y lota, el terremoto de Haití) la ruina económica y también la pandemia del coronavirus han migrado desde Latinoamérica y el Caribe más de 15 millones de personas hacia los EE. UU. Canadá o Europa. Se trata de la mayor ola migratoria en la historia en nuestro continente.
Porque el principal fenómeno social del recién comenzado siglo XXI son las corrientes migratorias procedentes de Asia, África o América Latina, con dirección al Primer Mundo superdesarrollado y próspero.
¿Qué futuro les espera a los hijos del caos y la precariedad? Nada más que pudrirse en vida. Esa impotencia de ver como pasan los días sin que nada cambie sino muy por el contrario irreversiblemente empeora. Un ambiente dominado por la delincuencia organizada, los narcotraficantes, las maras o pandillas dedicadas a los atracos, el secuestro y la extorsión. O sea, empeñados en sembrar el miedo y el terror para dominar territorios. Saben de antemano que se van a pasar el resto de sus días en el purgatorio endeudados, pagando las cuotas de fin de mes, los intereses de los préstamos bancarios y hasta el derecho a piso de las mafias.
Y cuando lleguen a viejos y se miren al espejo contemplarán su rostro arrugado, el pelo cano y la boca desdentada. Han desperdiciado en vano sus vidas y solo encontrarán la paz cuando comulguen en la iglesia con la hostia santa que perdona los pecados del mundo. Resignación cristiana y que se sometan mansamente a los designios del cruel destino. Democráticamente se ha legalizado el saqueo y la corrupción, cada voto respalda a las fechorías de la clase dirigente.
Estamos en la última fase de ese proceso de aniquilación del mundo rural, de esas sociedades agrarias y artesanales no mecanizadas; siervos sin tierra condenados al hambre y la ancestral marginación. Ese campesino miserable al que humillan y desprecian no tiene más remedio que migrar de la gran ciudad para refugiarse en las ratoneras de tugurios y favelas. Y así se han extinguido cientos de pueblos, de etnias, de comunidades indígenas. Se extinguen generaciones enteras portadoras de nuestras raíces e identidad. Ya está bien de aguantar tanta ignominia y tantas mentiras. Todos se han ido, todos han abandonado la tierra que los vio nacer decididos a exorcizan esa maldición que reza “nacer pobres para morir pobres”.
La dignidad humana pisoteada y sin ninguna posibilidad del liberarse de ese espíritu derrotista de los don nadie. Trabajaron toda la vida y no les alcanza ni para comprarse una tumba en el cementerio. Humillados, hartos de rebuscar entre la basura para darles de comer a su familia o pidiendo limosna en las calles. La autoestima por los suelos, desmoralizados y psicológicamente hundidos sin que nadie les eche una mano. ¿dónde está la salida de emergencia? La drogadicción y el alcoholismo será el elixir que alivie todas sus penas.
Esas madres hacendosas que con todo el amor y tantos desvelos crían a sus hijos, pero cuando se hacen mayorcitos les dan su bendición para que se vayan a probar fortuna al extranjero. “señor, hoy te pido que lo cuides bajo tu tierna mirada de amor, que lo protejas de todo mal…”. Porque hay que apostar al todo o nada a ver si el maná bendito de las remesas los saca de pobres. En el año 2021 América Latina y el Caribe recibió 127,6 mil millones de dólares en remesas, con el aumento más grande de la historia. Esta astronómica cifra de dinero es la que verdaderamente mantienen la paz social en nuestros países.
La industria cultural del capitalismo no solo produce cosas sino también ideas, imágenes o entretenimiento que se transmite por la TV, el cine, la literatura, la música; pura propaganda que aliena y embrutece al ser humano que se vuelve masa. Segundo a segundo ese mensaje machaca el cerebro e impone mitos cinematográficos que imponen el clásico modelo blanco, rubio y de ojos azules, el estereotipo de belleza embrujadora; mujeres o hombres exitosos, de actores, actrices, cantantes, artistas famosos, los superhéroes de las películas de Hollywood, Walt Disney, del mickey mouse y el pato Donald o spiderman trepando los rascacielos de New York. Inmersos en ese frenesí de lucecitas de colores que embruja y encandilan con sus mall y centros comerciales donde se puede calmar esa hambre atrasada que corroe las entrañas. La antorcha de la Estatua de la Libertad es como un faro que los guía hacia el paraíso del Mac Donald’s y la Coca Cola, un oasis donde los excluidos del gran banquete capitalista puedan disfrutar del derroche y el desenfreno, el placer, la felicidad made in USA, el sexo libre, lujuria, porno, casinos, burdeles, streptease, saturday night fever.
El bombardeo publicitario no cesa, son mensajes subliminales constantes y repetitivos que demuestra cómo el imperialismo coloniza la mente y estimula el desaforado consumismo. Los chacales mediáticos hacen apología del “ American Way of Life” y es tal la admiración por el mundo anglosajón, a esa raza superior, que los lleva a bautizar a sus hijos con nombres como Jenny, John, Winston, Bill, Samanta. La ingeniería social ha logrado manipular nuestro cerebro por medio de complejas técnicas psicológicas casi imposibles de desactivar.
Esto hay que vivirlo en carne propia: como en la novela de Pedro Páramo los fugitivos de las caravanas parecen más bien fantasmas errantes, ¿quizás ya están muertos? No lo sabemos a ciencia cierta. Son oleadas y marejadas, un tsunami que no se detiene a pesar de todos los obstáculos que interponen a su paso las FF. AA. o las autoridades migratorias. La desbandada o, mejor dicho, la imparable estampida de harapientos con sus rostros desencajados que reflejan todo el dolor y la angustia de los que ni siquiera se pertenecen.
Fatigados por el trajín de miles de kilómetros, hambreados y sedientos vienen desde el golfo de Urabá en Colombia, y luego de cruzar toda Centroamérica consiguen llegar después de múltiples avatares a las orillas del río Suchiate a la frontera de Guatemala con México. Solo despiertan un gesto de compasión y muchas veces hasta de desprecio porque los consideran peor que leprosos. Parias indocumentados, clandestinos sin visas ni papeles, sin dinero y potenciales criminales. Ssin derecho al futuro ¡sálvese quien pueda! Como en la teoría de Darwin “solo los más fuertes sobreviven”
Los desheredados, los apátridas, los sintecho, los sin tierra, hipnotizados y poseídos por ese espíritu maligno que se inocula en lo más profundo de nuestra alma, huyen despavoridos, quemaron las naves, vendieron todas sus propiedades y pertenencias, se empeñaron hasta el tuétano y todavía tendrán que cancelar sus deudas con los usureros cuando comiencen a trabajar a EE.UU. Patria ($) o muerte por coronar la cima de la civilización y el progreso.
En este interminable viacrucis no faltan las mujeres embarazadas o las madres llorosas que empujan un cochecito llevando a sus bebés, niños, niñas, menores no acompañados (quienes vengan con niños tienen mayores posibilidades que se les otorgue asilo humanitario en EE. UU.) adolescentes y hasta ancianos que trastabillan y a duras penas logran seguir a la caravana. La procesión de penitentes no decae; la primera caravana la conforman 500 personas, la siguiente 200 y así sucesivamente van surgiendo una y otra y otra. Ya nada nos sorprende y enseguida nos topamos con paralíticos en sillas de ruedas, cojos, tullidos, ciegos y hasta enfermos terminales que esperan un milagro made in USA. Y todos rezando letanías para que diosito o la virgencita y los santos los ampare y los favorezca; si Dios quiere, Dios mediante, porque diosito aprieta, pero no ahoga. Porque tienen una fe inmensa en que el altísimo les dará fuerzas para alcanzar la gloria.
Arrastrados por ese espejismo sobreviven gracias a la caridad pública; una limosna o un pedazo de pan o al menos una tortilla con frijoles. El mesianismo bíblico nos narra que los israelitas escaparon de las cadenas de la esclavitud en Egipto e iniciaron el éxodo en busca de la tierra prometida. Todas las conversaciones giran en torno a su “majestad el dólar” ¿a cómo está el dólar? ¿Cuántos dólares me van a pagar? ¡Pagan de 16 a 20 dólares la hora por limpiar casas! Nuestros cerebros están dolarizados, nuestras economías dolarizadas, las relaciones sociales también dolarizadas. El dólar se ha diosificado superando incluso la adoración que se profesa al propio Jesucristo.
El sacrificio de estas almas irredentas es poco, se han fijado la meta de resistir y resistir, aguantar las inclemencias del tiempo, la canícula, las tormentas, tempestades. y hasta ciclones confiados en que serán recompensados con un nuevo amanecer en la mítica Babylon.
El viaje es un continuo valle de lágrimas: en los controles policiales tienen que pagar las mordidas a la policía o el ejército, las extorsiones de los carteles, las maras y en otras ocasiones lamentablemente secuestrados, esclavizados o violadas las mujeres. Los asesinatos y desapariciones están a la orden del día, pero no existen estadísticas gubernamentales creíbles. Desde Tapachula hasta Tijuana o Ciudad Juárez todavía faltan 4.200 kilómetros y desesperados se mueven en autostop, a lomos del tren “la bestia” o pagándoles a los polleros y coyotes por un cupo en un tráiler de camiones o en autobuses piratas.
Porque hoy la verdadera frontera de EE. UU. se encuentra en Chiapas (México) No hay más que ver el despliegue masivo del ejército y la Guardia Nacional mexicana por las carreteras y caminos del estado. Los controles son exhaustivos en la carretera federal 200 que conduce de Tapachula a Tuxtla Gutiérrez -hay más de 15 puestos de control migratorio- La única posibilidad de atravesarlos es formando caravanas para que las autoridades les abran paso por “motivos humanitarios”.
La revolución tecnológica acelera el proceso migratorio por medio del efecto llamada. Todos poseen un teléfono celular que es el cordón umbilical que los une con sus parientes y amigos, y a través de éstos reciben los mensajes de chat, correos electrónicos, Facebook, WhatsApp, Instagram, imprescindibles para conectarse con las redes de tráfico humano y organizar convenientemente su periplo. Las redes sociales y la realidad virtual es un bálsamo que al menos tranquiliza su angustia existencial.
Para nadie es un secreto que las caravanas están infiltradas por agentes de la CIA o de la DEA y monitoreadas por el Comando Norte y el Comando Sur de los EE.UU. (La lucha antinarcóticos es parte fundamental de la novísima Doctrina Monroe) El tráfico de los mojados en el río Bravo o el desierto de Sonora o Tamaulipas deja a los carteles unas ganancias de 2.300 millones de dólares. Los “polleros” cobran 6.800 dólares por cruzar al otro lado del muro. Además, utilizan a los migrantes como “mulas” para introducir en los mercados de USA metanfetaminas, el fentanilo, heroína o cocaína. Los dueños del gran negocio de la migración clandestina son el Cartel del Golfo, el Cartel de Reynosa, y el Cartel del Noreste. En la línea fronteriza extraoficialmente han desaparecido en los últimos años unas 10.000 personas.
Tras la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial por tierra, mar y aire se produjo un espectacular éxodo migratorio y, no solo en América Latina, sino en otras zonas del planeta. La migración de mexicanos a EE. UU. empezó a finales del siglo XIX cuando los enganchadores captaban esas masas de indígenas depauperados para que trabajaran en la construcción de los ferrocarriles, carreteras, obras públicas, la industria o la agricultura. Y si nos remontamos a la migración de braceros y temporeros en los años setenta, fue César Chávez, de la Asociación Nacional de Campesinos quien organizó a los miembros del sindicato campesino UFW (United Farm Workers) para bloquear el paso de los clandestinos o indocumentados en la frontera de Arizona y Sonora. Es decir, sus propios hermanos mexicanos que acusaban de quitarles los puestos de trabajo. El responsable de la campaña “Wet Line” (Frontera de Mojados) no es otro que el “activista de los derechos humanos” César Chávez, considerado el héroe del movimiento sindical estadounidense.
Ken Salazar, embajador de EE. UU. en México, ha dicho que es necesario aumentar la prosperidad en el triángulo norte centroamericano -incluyendo también los estados de Chiapas y Oaxaca- para neutralizar la migración. La vicepresidenta Kamala Harris, en una visita a Guatemala el año 2021, envió un mensaje claro y contundente a los migrantes indocumentados que se dirigen hacia los EE.UU: “que no vengan” “serán inmediatamente rechazados”. Este “movimiento telúrico” es un asunto de seguridad nacional pues amenaza con desestabilizar la geopolítica de la región. Pero al parecer su advertencia no tuvo ningún efecto. No sabemos si sería por la incongruencia de que ella es hija de inmigrantes de Jamaica y de la India que fijaron su residencia en Oakland (California)-
Esta familia es el mejor ejemplo de lo que significa el sueño americano- El presidente Biden ha prometido 40.000 millones de dólares para frenar el flujo migratorio, promover el desarrollo económico, combatir la corrupción y reactivar la economía de Centroamérica y el Caribe. Pero la dependencia de las grandes potencias, la eterna deuda externa y la guillotina del FMI definitivamente es una condena que nos impide erradicar la pobreza y construir un futuro más promisorio.
López Obrador, por ejemplo, ha creado el programa “sembrando vida” para intentar retener a los migrantes en territorio mexicano, ofreciéndoles residencia temporal y una paga de 5.000 pesos mensuales por trabajar en los viveros y así reforestar la selva con árboles madereros y frutales. ¿podrán convencerlos de que se queden en México y se olviden de seguir adelante? Pero ellos no quieren sembrar árboles, sino recoger la cosecha de dólares bien verdecitos.
En los años setenta y ochentas del pasado siglo XX se desataron las guerras civiles en Centroamérica como en Nicaragua, Salvador, Guatemala y en Suramérica en Colombia o Perú Era la época de la guerra fría que enfrentaba al bloque comunista y capitalista. La rebelión guerrillera luchaba por un cambio social que permitiera liberarse del yugo represor y explotador patrocinado por el imperialismo norteamericano. Pero al final después de años de conflicto por puro desgaste se llegaron a unos acuerdos de paz que no significaron más que un acto de rendición y la derrota de la insurgencia. El individualismo neoliberal prima sobre el colectivismo social. Ya no hay conciencia, se ha olvidado la memoria histórica de la revolución cubana o la sandinista y las figuras de Fidel Castro, el che Guevara, Sandino o Farabundo Martí no significan absolutamente nada. La juventud desencantada y nihilista del siglo XXI no está dispuesta a comprometerse con un ideal político revolucionario. Su única ilusión es golpear la puerta del tío Sam a ver si se compadece y les perdona la vida.
¿Cuántos latinoamericanos se han enrolado en el ejército de los EE. UU.? Son el 16 % del total de militares activos, es decir, 157.000 soldados de la US Army. Los propios hijos de los migrantes ¿mercenarios? orgullosos besan la bandera de la stars and stripes y se ponen firmes con la mano en el pecho cuando escuchan el national anthem. Sin ningún tapujo juran ofrendar su vida por su nueva y poderosa patria. ¿Quién está levantando el muro en la frontera de EE. UU. y México? En su mayoría son obreros mexicanos o latinoamericanos. “No hay cuña que más apriete que la del propio palo”.
Como igualmente ocurre en los territorios ocupados por Israel donde los palestinos construyen los asentamientos de los invasores. “Necesitamos dinero para vivir” -se justifican. ¡Que paradoja! los que están reprimiendo a los migrantes en la frontera sur o norte de México son nada menos y nada más que nuestros propios hijos uniformados de Guardia Nacional, militares mexicanos o de la Patrulla Fronteriza norteamericana -la mayoría de origen indígena o mestizos. Esta actitud fratricida solo nos conduce a la autodestrucción. El Pentágono presagia en un futuro no muy lejano un enfrentamiento bélico de incalculables proporciones entre anglosajones y latinos. Algo que se refleja claramente una frase filosófica muy en boga en las caravanas: “no migramos, reconquistamos”
Recordemos que las invasiones mongolas en el siglo XIII llegaron a extenderse por gran parte de Asia, incluido el norte de China, hasta Europa Oriental, en uno de los conflictos más feroces de la historia de la humanidad. Por este motivo las sucesivas dinastías imperiales construyeron la muralla China.
Después de los ataques de al-Qaeda las torres gemelas y el Pentágono, el gobierno de EE.UU, bajo la administración Bush, estableció como primer objetivo la persecución al terrorismo y el blindaje de la seguridad nacional. Una de las medidas más radicales fue el enfoque militar para el resguardo de las fronteras con el fin de evitar la infiltración de terroristas, de criminales o narcotraficantes. Donald Trump obligó al gobierno de López Obrador (“el jardinero del patio trasero”) a movilizar 30.000 agentes de la Guardia Nacional y las Fuerzas Armadas para patrullar la frontera sur y la norte. Se les encomendó la “misión especial” de combatir a las “hordas de bárbaros” que amenazan con invadir el imperio más poderoso de la tierra.
Donald Trump durante su mandato, esgrimiendo un discurso racista y xenófobo, fue el principal impulsor del muro fronterizo o valla de seguridad contra la inmigración ilegal y el contrabando. Un muro que había iniciado en 1994 el demócrata Bill Clinton. La política anti inmigratoria dictada por Washington se reafirmó en la reciente Cumbre de las Américas donde se alcanzó un Pacto Migratorio mediante el cual los EE. UU. prometió ampliar su cuota de refugiados para 2023 y 2024 -con prioridad a los procedentes de Haití. Los demás países deben facilitar vías legales para acoger inmigrantes y que permanezcan bajo su jurisdicción.
Si en 1929 la población mexicana apenas alcanzaba 15.6 millones de habitantes, hoy supera los 130.000.000 -a los que hay que sumar otros 20.000.000 de migrantes en EE.UU (sin contar los ilegales o clandestinos) El Fondo de Población de la ONU ya advirtió que el fuerte crecimiento poblacional supondrá un reto para lograr las metas de un desarrollo sostenible. El alto índice de natalidad es un síntoma del fracaso de las políticas de control demográfico. Es por ello que el gobierno mexicano, siguiendo los dictados de Washington, promueve constitucionalmente el aborto libre y gratuito. Los latinoamericanos residentes en los EE.UU -legales o ilegales- ya superan los 60 millones de personas.
¿Pero qué es lo que está pasando en las fronteras de Centroamérica y el Caribe donde se multiplican exponencialmente las multitudinarias oleadas de migratorias? Las caravanas conformadas por migrantes de unos 20 países -con un incremento interanual del 89 %- aumentan imparables a pesar de todos los obstáculos policiales y militares que se han implementado para desmovilizarlas. El principal objetivo de Washington es militarizar las fronteras tanto de Centroamérica, México y el sur de los EE.UU. Los albergues a lo largo y ancho de toda la ruta están demasiado abarrotados a pesar de los titánicos esfuerzos de la UNRWA- ONU, la Cruz Roja, la iglesia católica o evangélicas y un sinfín de oenegés por brindarles ayuda humanitaria a los más débiles y vulnerables. Carecen de acceso a servicios básicos, no tienen recursos económicos y sus vidas corren peligro.
En el 2021 las autoridades de EE.UU arrestaron en la en la frontera sur a 1.7 millones de indocumentados. En lo que va corrido del año 2022 esta cifra se elevó a 2.100.000 migrantes. El número de cubanos que buscan refugio en EE. UU. (Ellos se autodenominan “exiliados del comunismo”) alcanza la cifra récord de 177.948 (mayor a la del éxodo del Mariel en 1980 cuando al menos 125.000 cubanos pidieron asilo en EE.UU) en segundo lugar se sitúan los venezolanos y después los haitianos, nicaragüenses y salvadoreños. El presidente Biden hace unos días expresó que: “no es racional deportar a migrantes de vuelta a Cuba, Venezuela y Nicaragua” El 60% de los inmigrantes recibidos por EE. UU. son latinoamericanos y del Caribe.
La cola para pedir asilo en EE. UU. es muy larga porque hay que estudiar caso por caso y la resolución de los expedientes puede tardar meses. Se ha derogado el programa instituido por la administración Trump de “quédate en México” (no hay albergues para acogerlos, las condiciones de seguridad y protección de derechos humanos son nulas) a la espera de las audiencias en los tribunales sobre sus casos de asilo humanitario. El arresto y deportación de migrantes en el año 2022 aumentó en un 451%. La frontera sigue cerrada a los solicitantes de asilo. Según el título 42, de corte racista, aplicado para el combate de la pandemia del coronavirus (los migrantes supuestamente están apestados) el gobierno estadounidense puede negar la entrada a miles de migrantes y refugiados políticos en la frontera sur. El Congreso de los EE.UU no se ha puesto de acuerdo para modificar las leyes de inmigración desde 1986. La Casa Blanca establece su política por medio de órdenes ejecutivas. Uno de los principales factores que decidirá el ganador de las elecciones presidenciales del 2024 en EE.UU será el impacto de la crisis migratoria.
Para el capitalismo depredador tres cuartas partes de la humanidad son deshechos humanos. Con la actual crisis migratoria renace ese pensamiento fascista y xenófobo muy arraigado entre la extrema derecha admiradora de la solución final del III Reich “ lo que mejor que se podría hacer con esta escoria humana es confinarla en los campos de concentración y fumigarla en las cámaras de gas” “ No son más que alimañas que ponen en peligro la paz y la tranquilidad” . “Los inmigrantes vienen a sustituir a la población blanca y a quitarnos los puestos de trabajo” “Nos negamos a importar miseria”.
Pero paradójicamente los patrones, empresarios, los inversionistas, los banqueros y grandes industriales de los EE.UU. o Canadá están ávidos por reclutar las masas de migrantes que representa un “capital humano” de vital importancia para mantener sus índices de crecimiento. En momentos en que la recesión afecta la macroeconomía mundial este es un filón inagotable para los usureros financieros. Ya hasta las agencias de colocación de empleo cotizan en las acciones de valores de Wall Street. El ser humano es una mercancía, que vale en tanto en cuanto produzca beneficios. Y mucho mejor si son ilegales porque las leyes ni los protegen y se multiplican por tres las ganancias del patrón.
América Latina aparte de ser una fuente de recursos naturales y materias primas aporta millones de inmigrantes al Primer Mundo que se dedican a la agricultura, ganadería, la construcción, la industria, fábricas, empresas, factorías, etcétera. Si en el siglo XIX la revolución industrial en Inglaterra demandaba mano de obra hoy sucede lo mismo pues las potencias requieren un proletariado disciplinado, sangre joven, brazos fuertes, espaldas recias para explotarlos, vampirizarlos y extraerles hasta la última gota de sangre. Y es que el engranaje de la cadena de producción del sistema capitalista no puede detenerse ni un minuto.