Antes de continuar leyendo el artículo, quisiera recordarle que está dirigido a personas que hacen ejercicio de su vida sexual de manera voluntaria y dentro de la legalidad (“Acceso carnal abusivo con menor de catorce años. El que acceda carnalmente a persona menor de catorce (14) años, incurrirá en prisión de doce a veinte años”), de acuerdo al código penal colombiano. Ya aclarando este punto, puede proseguir.
El pasado 15 de junio de 2018, la Cámara de diputados argentinos, después de una sesión de 23 horas, con una votación de 129 a favor y 125 en contra, aprobó el proyecto de ley para la legalización del aborto (interrupción del embarazo no existe, no se puede retomar un proyecto biológico de vida una vez se ha exterminado). Este proyecto pasará al Senado para finalmente ser aprobado o derogado en el mes de octubre.
Esta petición que no viene de la totalidad de mujeres, sino de grupos feministas de extrema izquierda, nace en la supuesta necesidad de evitar la muerte de mujeres en abortos clandestinos, abordando dichas muertes como problema de salud pública y permitiendo el exterminio de la vida en proceso, hasta la semana 14. Muchas voces se han levantado, desde movimientos religiosos, seculares, políticos, científicos, médicos y juveniles a favor y en contra, algunos argumentos abordados desde la subjetividad del sentimiento en masa de minorías, unos desde la realidad científica objetiva, otros desde su perspectiva personal respecto al campo académico de formación, y entre estos, algunos presentaban evidencia científica y estadística de su afirmación validada por otros pares y por otro lado, otros proporcionaban su opinión personal desde su campo de saber sin soportar su afirmación teóricamente, intentando así utilizar sus credenciales para dar validez a su intervención.
Sin embargo, dejando esto a un lado, el siguiente artículo no pretende desmontar las ideas subjetivas que hay alrededor de la legalización del exterminio de una vida en desarrollo por conveniencia personal, ya que al considerar todos los abortos como una forma de “escoger” lo que es mejor para los padres (su conveniencia personal), las razones científicas o éticas pasan a un segundo plano y el deseo subjetivo, de no querer ser padre o madre, pasa a ser supuestamente primario.
Hace pocos días, buscando múltiple información al respecto, relacionada a la viabilidad del aborto, la bioética del exterminio de vidas en potencia, los argumentos jurídicos a favor y en contra, los argumentos filosóficos hedonistas, los argumentos médicos a favor y en contra del exterminio legal, entre mucha otra información, el ruido mental llenó mi cabeza, porque por supuesto hay argumentos desde la vivencia personal que no pueden ser desechados. No obstante, también se sabe que en una sociedad de derecho las leyes no se formulan con base a sentimientos u opiniones sino a realidades estadísticas y empíricas, por eso me pregunté: ¿cuál es el origen del aborto en sí?, ¿dónde se anida su concepción y su práctica? Me refiero, más allá del hecho de que una pareja tenga sexo y resulte en un embarazo no deseado, ya sea por falta de protección o falla en el anticonceptivo, y dejando a un lado el embarazo por violación, teniendo en cuenta que este artículo va dirigido a quienes tienen la edad legal para hacer un ejercicio pleno y consciente de su sexualidad (y no porque no sea importante, primero porque no es el objetivo de este artículo discutir este tema que ya se ha resuelto jurídicamente, tener relaciones consensuadas o no con menor de 14 años es delito y se considera violación en la legislación colombiana, sino también porque su incidencia estadística es muy baja y las condiciones para que haya un embarazo en una violación depende de muchos factores como si la mujer estaba en su ciclo fértil en ese momento, si el hombre o la mujer son fértiles, si el horrible acto concluyó en eyaculación interna, entre otras).
Pues bien, la pregunta que me abordó nació en la inquietud de entender cuál es el momento ideal, psicológicamente apropiado, en el cual ya existe una madurez para asumir la responsabilidad, intimidad y riesgos que conlleva tener relaciones sexuales. Por supuesto que hay múltiples perspectivas y debo aceptar que no encuentro una respuesta a nivel teórico o personal que responda de manera objetiva dicho cuestionamiento, sobre todo en un mundo “moderno” donde las transacciones sexuales lícitas ocurren con múltiples tintes, ideas, posturas y prácticas a las que los individuos tienen derecho.
Sin embargo, más allá de discutir el derecho o forma de las mismas, considero que la discusión debe darse respecto a cómo y por qué se decidió llevar a cabo una relación sexual que al final terminó en un embarazo no deseado, además de cuáles con los mitos culturales que pueden perpetuar el problema del embarazo no deseado, ¿se pueden o se deben desmontar?, ¿se debe discutir directamente sobre la legalidad o ilegalidad del aborto o se debe discutir desde qué fue lo que llevó a una persona a estar embarazada y querer abortar?
Personalmente no tengo las respuestas, quizá antropólogos, psicólogos entre otras ramas del saber podrían ayudar a responder estas preguntas, porque a la luz de los hechos, más allá de considerar la discusión del aborto, se debe dar una mirada a lo que llevó a contemplar esa decisión. Buscando respuestas, encontré una charla del Dr. Jordan Peterson, psicólogo clínico canadiense, a quien en medio de una de sus conferencias le hicieron una pregunta relacionada al tema; quise traducir su respuesta y transcribirla en este artículo, para arrojar luz respecto a estos cuestionamientos. Por supuesto que habrá lectores a los que yo llamo “fascistas ideológicos” que tacharán el artículo y la intervención del Dr. Peterson “como retrógrada, conservadora o cavernaria”, porque según parece estos grupos apelan a la descalificación subjetiva de la objetividad que los cuestiona, ponen cronología a las ideas que les incomoda y no se toman la molestia de cuestionarse como cualquier ser crítico haría consigo mismo.
Cabe anotar que el artículo está lejos de tener alguna posición política o dogmática, solo pretende establecer una mirada o un cuestionamiento ético sobre la naturaleza de las relaciones sexuales, su propósito, su intimidad y el momento más apropiado para que un individuo ejerza sus derechos sexuales con un pensamiento consciente que busque no solo su disfrute personal y el de su pareja sino también buscar el cuidado del otro y la trascendencia humana de las mismas. Sin más que agregar esta es la traducción y transcripción literal de la intervención de Peterson:
—Mujer en la audiencia pregunta a Peterson: Espero que me pueda dar su perspectiva sobre la consciencia (o la falta de ella en un feto) y cómo esta impacta su perspectiva sobre el aborto (cualquiera que esta sea) y sobre su legislación.
—Dr. Peterson: ¡Wow! Gracias, gracias... estoy... muy... muy bien. La primera pregunta sería ¿tengo una respuesta lo suficientemente buena como para dártela? No, no la tengo, pero puedo “orbitar” un poco alrededor de ella:
El aborto está claramente mal, creo que nadie cuestiona eso. Tú no le recomendarías a alguien que amas a que se practique uno ahora. Habiendo aclarado eso, esa afirmación no elimina la complejidad de la situación. La primera pregunta sería ¿todo lo que está mal debería ser ilegal? Esa es una difícil pregunta, no todo lo que está mal es ilegal. Luego se tiene la complicación adicional de la diferencia, digamos en la gravedad respecto al problema en relación con los hombres y mujeres, y no sabemos lidiar con eso; habiendo dicho eso creo que es la pregunta equivocada.
Hay algo que Leonard Cohen dijo una vez, dijo que “en una masacre no hay lugar decente o apropiado en donde pararse”, y lo que quiso decir con eso fue que algunas veces eres consciente de que no queda ninguna decisión correcta disponible, hagas lo que hagas está mal. Entonces la pregunta es ¿cómo llegaste allí (la masacre)? Digamos que estás en una posición en la que estarías dispuesta a buscar un aborto, la pregunta es ¿cómo llegaste a ese punto? Ahora tenemos muchas cosas por mejorar vinculadas con las relaciones sexuales entre hombres y mujeres en el mundo moderno, las cuales son torcidas, distorsionadas y trastornadas.
Una de las cosas que veo, por ejemplo, en los jóvenes es que se involucran en actos sexuales entre sí sobre los que no estarían dispuestos a hablar entre sí. Me explico, las parejas hacen eso, las parejas casadas hacen eso, pero están casadas, eso es otra cosa. Me parece que si estás dispuesto a involucrarte en un acto sexual con alguien con quien no discutirías a profundidad ese acto, probablemente habrás comenzado a construir una casa desde el tejado, así que la legalidad del aborto se encuentra anidada en una discusión más grande sobre la moralidad del aborto, y esa discusión está anidada dentro de otra discusión mucho más grande que es el rol y el momento apropiado del ejercicio de la sexualidad en el comportamiento humano, y para mí, ese es el nivel en donde el problema debe ser abordado. No tengo una respuesta para eso, porque la respuesta a la antigua sería “cásate”, esa es una buena respuesta y es una respuesta a la que la gente debería prestar atención, pero, vamos a hacer eso a un lado momentáneamente.
Una vez tuve un cliente, que... no sé, tenía alrededor de 27 años… venía de un ambiente conservador, era alguien muy tímido y miedoso y no muy sofisticado en cuanto a tener relaciones sentimentales, y nunca había tenido sexo, bueno… en realidad había muchas cosas que nunca había hecho. La respuesta que le di no fue “continúa siendo tímido con todo”, porque eso no le estaba funcionando.
Claramente, él necesitaba salir y tener algunas aventuras. Ahora, las aventuras sexuales, como otras, son peligrosas, así que se debe tener cuidado cuando incitas a alguien a tener aventuras, pero demasiada timidez y precaución también constituyen un camino a la perdición, digamos. No puedes simplemente decirle a la gente en el mundo moderno: “bueno, nada de sexo hasta el matrimonio”. A menos de que te cases muy joven, no lo sé… tal vez deberías hacerlo… no lo sé, pero creo que no somos lo suficientemente maduros, como cultura, para tener una discusión seria sobre la propiedad sexual, especialmente, luego del surgimiento de los anticonceptivos, y realmente necesitamos tenerla.Y no lo hemos hecho, entonces creo que el eterno debate sobre el aborto, con lo horrible que es, es la manifestación superficial de un problema mucho más profundo.
Ahora, hoy en la charla hablé de la utilidad del matrimonio, la utilidad espiritual del matrimonio, y eso es algo en lo que creo que somos tan inmaduramente cínicos como cultura. No somos lo suficientemente sabios para observar una institución como el matrimonio y pensar realmente en qué valor tiene y qué significa. Significa un lugar donde las personas pueden atar los soportes de sus vidas juntos para que sean más fuertes, significa un lugar donde las personas pueden decirse la verdad mutuamente, significa un lugar donde la sexualidad puede ser integrada apropiadamente a la vida, esa no es una tarea fácil. Es un lugar en donde los niños, al menos en teoría, pueden ser puestos como prioridad, como debe ser, cuando ya existan. Entonces hay una discusión mucho más amplia que creo que debe suceder, antes de que cualquier foco en la legalidad del aborto sea capaz de llegar a algún lado, así es como lo veo y es la mejor respuesta que puedo dar a esa pregunta”
* Jordan Peterson, psicólogo clínico, crítico cultural, profesor universitario de psicología en la Universidad de Toronto y activista político canadiense.