A un mes de la visita del papa, hay muchos retos para la política del país. No importa si se es creyente o ateo, este evento nos interpela a todos políticamente. El cubrimiento detallado de su visita así lo testimonia. A pesar de asistir a una única trasmisión en los canales de televisión, cada uno le dio su propio matiz y se asesoró de diferentes personas. Mientras que unos canales se apoyaron en los análisis de sacerdotes como el padre Linero e importantes jesuitas como el padre Novoa, el padre De Roux, o el padre Sarmiento, otros prefirieron quedarse con las opiniones de sus periodistas e interesarse primordialmente en los datos de la visita, número de asistentes, sillas, anécdotas, etc. ¿Los primeros, por lo tanto más confesionales y los otros laicos? No, todo lo contrario.
El mensaje del papa es un apoyo al proceso de paz y a la construcción de un país menos desigual, este es el nodo del asunto. Así mientras unos se centraron en el mensaje del papa, otros cubrieron de forma detallada la visita como espectáculo. Estos últimos, en el mejor de los casos transmitieron los mensajes, pero no los analizaron en profundidad y mucho menos discutieron lo que podría significar el mensaje papal después de su partida, en el momento en que “el verbo se haga carne”. Esta diferencia de enfoque en los medios bien puede ser emblemática de la política paradójica del país.
La claridad del mensaje papal es contundente: abrazar la paz, cesar la polarización en la figura de la reconciliación y tener la esperanza de un país mejor, tarea que recaerá principalmente en los jóvenes, en el futuro. No se trata entonces de un espectáculo, sino de una profunda lección moral para Colombia. Pero, ¿por qué un sector de la sociedad en apariencia está tan incómodo con el mensaje de Francisco? Las posiciones más conservadoras “más papistas que el papa” han centrado su discurso en la defensa de la familia, de “las personas de bien” y sobre todo de la moral cristiana y el rechazo al proceso de paz de Santos. Esta base constituye su plataforma política, pero la visita papal les generó una ambigüedad: ¿Cómo acatar la autoridad del papa, y a la vez dudar de su mensaje de reconciliación?
Como consecuencia las alternativas podrían ser: ir abiertamente en contra de la posición del líder de la iglesia o por el contrario, matizar y cambiar su perspectiva. Los conflictos políticos que se basan en la lógica binaria, bipartidista no proveen respuestas adecuadas para los acontecimientos paradójicos. Colombia está cambiando y este marco va influir en la resolución de la paradoja de la derecha. Hasta hace algunos años hubiera sido inconcebible la reivindicación y la acción política de minorías de todo tipo y la existencia de un partido que nace de una guerrilla desmovilizada. Estamos en un momento donde es posible pensar en la paz y construir una Colombia menos inequitativa, hay razones de optimismo frente al mensaje de Francisco y esto no puede ser negado por una profesión de fe. Llenar las calles por la figura del papa ya pasó y quedó en la memoria, ahora nos resta observar qué lecciones de la visita se convierten en obras.