Habla Álvaro Uribe en la radio, concretamente en la W. El tuteo entre Julio Sánchez Cristo y el entrevistado suena un poco raro para quien los escucha. Por lo menos, en mi caso como radioescucha sí me parece un poco raro que en una entrevista haya un tuteo con tanta confianza. Con toda seguridad los interlocutores, detrás del radio, se tienen mucha confianza y se cruzan eventualmente en clubes y eventos, cosa nada reprochable. Pero no deja de ser inusual tanta confianza al momento de enfrentar con interés de cierta objetividad al entrevistado. No es necesario tampoco ser agresivo ni altanero, pero sí seguramente algún comunicador aconsejaría un poco más de distancia en el lenguaje, solo para asegurar un poco más de rigor metódico en el ejercicio periodístico.
Sin embargo, este no es el tema de esta columna. Más allá del tuteo un poco incómodo, llama la atención que el senador Uribe, en los primeros diez minutos de la entrevista, que en total dura casi 29 minutos, recurre en seis ocasiones a una muletilla bastante ambigua, la palabra “etcétera”. Cada cual tiene derecho a utilizar las palabras que le plazcan, es al fin y al cabo la libertad de la palabra de cada uno. Luego, cada persona es libre también de interpretar al otro de acuerdo a sus principios, prioridades y preferencias. También esa es la libertad de escoger los referentes de análisis político y social que a cada uno le plazcan. En todo caso, a mi parecer —e insisto en esta dimensión subjetiva de la interpretación—, las seis recurrencias de la palabra “etcétera” dejan abierto un panorama bastante ambiguo.
En el primer caso (min. 4:52) explica someramente qué es lo que sugiere modificar de las altas cortes bajo el argumento de la “proliferación burocrática de cortes, etcétera”. No dudo de la capacidad discursiva del senador, de hecho creo que es bastante hábil en el tema. Por algo está donde está. Pero abarcar un tema que es tan delicado en el organigrama jurídico nacional con un una argumento esgrimido escuetamente —la burocracia— y sellarlo con el “etcétera” se presta para perspicacias, ya de su parte, ya de la del oyente. De su parte, porque querrá tal vez, que a la dicha “burocracia de las cortes” se sumen elementos como la aversión popular mediatizada alrededor del caso Santrich, o aquella generada por el fallo reciente sobre el consumo de alcohol y alucinógenos en la corte. Ese “etcétera” pareciera una exhortación a botar el agua sucia de la tina, y junto a ella, al niño recién bañado, parafraseando el dicho popular.
La tercera recurrencia de la muletilla se encuentra en el min. 5:32, en donde el senador hace referencia a la propuesta de crear una sola corte “de personas con muy buenos antecedentes en la academia o en el ejercicio o en la judicatura, o con periodos largos o si se quiere vitalicios, etcétera”. En esta ocasión, Uribe pareciera proponer un poco de todo. Un magistrado que venga de donde venga —academia, ejercicio, judicatura—, pero pues que eso tal vez no es lo más importante. Tampoco pareciera importante si la nueva corte, en su planteamiento, está compuesta de magistrados con periodos largos o vitalicios, o bueno, aquí también pareciera que poco importa la cosa. Lo mejor es que el etcétera de esta frase es el colofón de un discurso que pareciera solo querer hacer ruido, hacer hablar, crear ecos y fantasmas, porque de concreto poco. Si es blanco, bien; si es negro también. Lo que importa es que se cambien las cosas, porque tal como están ahora no nos (le) sirven. Igual, ante tanta indefinición, cuando se realicen los cambios —si alguna vez se realizan—, habrá que cambiarlos de nuevo, porque ya no servirán tampoco. Y así sucesivamente, y etcétera. Las seis repeticiones de la muletilla están insertadas en contextos e ideas —si en realidad son ideas, metodológicamente hablando— bastante difusas.
Dos temas llaman la atención, además de la dicha muletilla. Una referencia que hace el entrevistado a una lectura sobre la revolución francesa (mins. 10:00-10:21). Esto lo hace para criticar a los “revolucionarios que empezaban a pensar en función de sus propios intereses”. No puedo profundizar en el tema, porque es bastante difuso —¡de nuevo!— lo que quiere expresar. Sin embargo, no deja de sonar a cinismo su cátedra de moral sobre aquellos que actúan por sus propios intereses —basta recordar los pequeños articulítos—.
El segundo tema (mins. 21:22–22:36), esta vez sobre los exguerrilleros de las Farc que han vuelto a las armas y de otros que han vuelto los campamentos de transición a la vida civil en centros de narcotráfico. Un tributo a la especulación y a las imposturas es rendido por el entrevistado. Interpelado por una periodista sobre las fuentes, Uribe –aduce sin pruebas que son de la ONU y de la Fiscalía– se escabulle en su respuesta, diciendo que no es a él a quien le corresponde hablar de fuentes, que llamen al exfiscal, que él sí tiene las fuentes. Es la última oda a la bruma discursiva, pues el exfiscal poco se caracterizó por su diafanidad, constantemente eclipsada.
La entrevista termina. Luego, el periodista Yamit Palacio concluye, lapidariamente, y a modo de resumen del diálogo sostenido previamente: “La gente en la calle está muy brava, yo la puse brava, pero hay que hacerle caso a la gente en la calle”. Y etcétera.