Hasta hace unas semanas Omar Ambuila seguía intacta la confianza en Dios. Estaba convencido de que en cualquier momento saldría del pabellón de los extraditables, un lugar infernal, que el Chandon y el McCalans 18 años que circula casi que con libertad por sus pasillos, no logra atenuar el hedor que exhalan las letrinas empotradas en cuartos diminutos de 3x3. Ambuila llegó a conocer la libertad a finales del 2020. Regresó a Cali en donde volvió a asistir a las ceremonias en la Comunidad Cristiana de Paz hasta el 23 de abril del 2021 cuando fue recapturado por orden de los Estados Unidos. Por un momento pensó que volvería a tener una vida normal, asistiendo con su esposa Elba Chará a la iglesia, viviendo en el mismo condominio en el sur de la ciudad. Poder ofrecerle, ¿por qué no? Los ostentosos regalos que alguna vez le dio a su pastor de confianza, entre los que se cuentan una camioneta de lujo. Pero todo esto se deshizo como lágrimas en la lluvia.
Omar Ambuila detesta a los periodistas. En el pabellón Pas A de los extraditables intenta pasar desapercibido. Ya no viste con sus lujosas y costosas camisas, lo hace con sudaderas Nike que lo asemejan a uno de los personajes de los Soprano. Ambuila no tiene amigos, cuando se hacen las fiestas ruidosas, con picós expulsando vallenato y reggetón, se encierra en su celda. Hasta hace unas semanas lo hacía con la confianza plena de que la suerte cambiaría. Pero, a principios de febrero del 2023, todo esto se deshizo.
La Procuraduría General de la Nación dio luz verde a la extradición del jefe de carga de la DIAN en Buenaventura. Ahora deberá responder en Estados Unidos por lavado de dinero. Al despacho del Fiscal Francisco Barbosa llegó una solicitud de orden de captura con fines de extradición por haber lavado cerca de 1.3 millones de dólares. La orden se ejecutará en los próximos días.
Su pasado terminó por alcanzarlo.
Omar había entrado a la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales en 1990 cuando tenía 31 años. Su cargo era de analista V pero, con el tiempo y por su constancia, fue ascendiendo hasta convertirse en Jefe de Control Interno en el pueblo. Se ganaba cerca de seis millones de pesos mensuales y los únicos lujos que se daba en el puerto era tomarse un tinto mientras veía partidos de la Selección Colombia. A veces vestía ropa de marca pero esto no llamaba la atención de nadie. Eso sí, lo que empezó a hacer ruido eran las publicaciones en redes sociales que hacía su hija Jenny.
En el 2016, después de una breve estadía en la Universidad de Harvard, la joven se estableció en Miami y ahí sí echó la casa por la ventana a través de su Facebook. Se compró en marzo de ese año un Lamborghini rojo que costaba más de 1.000 millones de pesos, un presupuesto que se salía por completo del salario de Omar. Además del Lamborghini la joven tenía un Porsche blanco especial para ir sólo a la universidad. Además era una asidua a fiestas electrónicas cuya entrada podría costar más de cuatro mil dólares.
A estos lujos se sumaban un celular de carcasa de oro, zapatos, carteras y chaquetas incomprables para la hija de un funcionario de rango medio de la DIAN. Mientras tanto la Fiscalía seguía los pasos en redes sociales de Jenny. Durante tres años fueron recopilando información. Omar lo presentía y, por eso, en esta llamada, se ve cómo le dice a su esposa la preocupación que le generaba la ostentación en redes sociales.
Entonces, al investigar al funcionario, se evidenció que había permitido el ingreso sistemático a Estados Unidos de mercancía por el puerto de Buenaventura a cambio de millonarios dividendos. Su patrimonio había crecido de manera desmesurada entre los años 2013 y 2017. La plata la ocultó Ambuila haciendo empresas fachadas o mandando plata a su hija. Cuando la Fiscalía le preguntó a Jenny de dónde había sacado tanta plata, ella dijo que todo se debía a que ella era una influyente youtuber y que las marcas de ropa le pagaban a ella para promocionar sus productos. Algo que era completamente falso.
La esposa de Omar fue puesta en libertad en el 2020 al igual que Jenny. El que pagó por los pecados de la familia fue el exfuncionario, quien intentará aferrarse a lo único que le permite levantarse cada mañana de su diminuta celda: su fe en Dios.