Las elecciones de Estados Unidos a la presidencia no han terminado: faltan dos bancas por decidir en Georgia, y las carreras están tan parejas por el control del senado y cámara que las mismas campañas presidenciales están al rojo vivo y van, sin agüero, hacia el blanco incandescente.
Se supone que puede haber un big bang si Trump sigue atizando el fuego con las chamizas secas de su infierno posconspirativo.
El asunto es clave pues el análisis de este fenómeno nos podría dar enseñanzas de cómo estaría comportándose el Centro Democrático si su líder es definitivamente metido en chirona, es decir pierde el debate con las cortes o su juicio.
Trump visitará Georgia la próxima semana y el partido demócrata no sabe qué es peor, si la medicina o la enfermedad.
Para dar una idea de la magnitud de ese infierno, cito:
Los republicanos reconocen a Trump como el principal impulsor de la participación del Partido Republicano, incluso en Georgia, donde Biden ganó por menos de 13.000 votos de unos 5 millones emitidos. Eso significa que todo el entusiasmo de uno de los mítines emblemáticos de Trump podría importar. Pero a algunos republicanos les preocupa que Trump use la plataforma para amplificar sus infundadas acusaciones de fraude electoral generalizado, argumentos rotundamente rechazados en los tribunales estatales y federales de todo el país. Eso podría dificultar que Perdue y Loeffler mantengan un enfoque claro en lo que está en juego en enero e incluso podría disuadir a los republicanos de votar.
A esto se agrega que tal teatro de operaciones afectará las tendencias de programación política de Biden flamante ganador de las elecciones. Para los republicanos sería mejor que Trump se comportara como Biden, pero hay un infierno antes que reconocerlo.
Cuál es el meollo del asunto: nunca será más sensible la imprudencia de Trump que se da por anticipada por aquello de que “perro huevero no pierde el vicio”, una forma exclusivamente popular y cómoda de entender, muy cercana a la psicología política de la Ley de Murphy: si algo ha de salir mal, sale mal. O aquella otra: árbol que nace torcido, nunca su tallo endereza. ¡No monda! Trump es absolutamente tóxico.
Si Murphy se hubiera inspirado en Trump para su máxima, no habría podido encontrar un mejor exponente. Trump es un desastre dónde quiera que lo pongan. Eso y un palito sucio de m…da es lo mismo. En el caso de Colombia, es posible que Uribe haya llagado a esa fase de la senectud, posoperatoria de la próstata política, que su pensamiento ya no se pertenezca y su publicitada más nunca ponderada lucidez lo haya abandonado para siempre. Y ejemplos hay…
Sumo bazas. Cito más largo:
“rump criticó el lunes al gobernador Brian Kemp como "desventurado" por no intervenir para "invalidar" la certificación del secretario de Estado Brad Raffensperger de la victoria de Biden. Un día antes, Trump le dijo a Fox News que estaba "avergonzado" de haber respaldado a Kemp en sus primarias republicanas para gobernador de 2018. La oficina de Kemp señaló en respuesta que la ley estatal no le da a Kemp autoridad para revocar los resultados de las elecciones, a pesar de la afirmación de Trump de que Kemp podría "fácilmente" invocar "poderes de emergencia".
Mientras tanto, Raffensperger, un partidario de Trump como Kemp, ha acusado al presidente de tirarlo "debajo del autobús" por hacer su trabajo”.
Trump no se anda por las ramas a la hora de cobrar por la ventanilla de su partido. Quienes andan con él tienen que hacerse matar y asumir las consecuencias de sus actos aunque sean inmorales. Inmolarse, exigía Trump cuando sus programas de El Aprendiz. Eso le daba rating. La pregunta de hasta dónde llega el compromiso, no coincide con el mismo lindero que traza la ley. Así, cuando Uribe se atreve a intentar que la corte falle a pesar de haberse ofrecido testigos falsos, no debe ser obstáculo moral para que los suyos levanten cualquier argumento, por implausible que parezca, siempre y cuando favorezcan su defensa; es decir, aun si hubiera que desgañitarse urdiendo sandeces. Qué tal será cuando vaya a la cana sin que le den la casa por cárcel.
Todavía allí no para el asunto de este álgido análisis.
"Los comentarios de Trump están dañando la marca republicana", argumentó el donante republicano Dan Eberhart, quien agregó que el presidente está "actuando con mala deportividad y mala fe" en lugar de enfatizar la necesidad de los republicanos de mantener el control del Senado.
El contenido de esa frase restalla con sin igual significación sobre nuestra propia política. He aquí otro quid. Mientras más se acerca la decisión del juez que juzga a Uribe a la fecha electoral, más será el impacto mediático hasta el punto que el comportamiento del Centro Democrático pueda ser definitivamente alienado y por lo tanto afectar la participación que elija a sus senadores.
Y este asunto no es muy simple que digamos, de cara a la siguiente pregunta: ¿qué tendrán que hacer los aspirantes a esa bancada para poder ser escogidos como candidatos por Uribe, supuesto, dueño absoluto de los votos? La crispación al interior de ese partido, y las genuflexiones concomitantes, serán directamente proporcionales a las que se intentará someter al país, sobre todo si el candidato opcionado de la otra orilla es Gustavo Petro.
¡Mala deportividad y mala fe! Me huele a chicos no precisamente asando café suave colombiano en alguna parte.
¡No! ¡Chorreará sangre al zarzo!
De cara a esa eventualidad nada de raro tiene que muchos de esa bancada emigren hacia otras toldas. El ejemplo que ha dado el senador Barreras podría ser sintomático de un alud de alinderamientos sorprendentes.
Pero todavía hay más. ¿Cuál será el comportamiento del mismo residente de Palacio mientras esa inminencia carcelaria sea cada vez más próxima? Ya se han visto pespuntes de parcialidad cuando las Cortes abrieron fuego. Aunque tampoco se descarta que si el líder cae alguien debe desmarcarse para cargar con el partido; pero para eso tendría que construir un electorado propio que ahora parece imposible. ¿Tendrá que aliarse con Santos cuyos votos podrían haber pasado el cristal sin romperse ni mancharse?
Ahora eso es impensable, pero la encrucijada puede ser tan dramática, tendiendo hacia trágica, que algunos quieran medirse a ver si dan la talla.
¿Quieren más? Ahí les encimo para colmar la taza.
Perdue y Loeffler han intentado mantenerse por encima de la refriega:
Se han alineado durante mucho tiempo con Trump e incluso se hicieron eco de algunas de sus críticas generales a las elecciones de otoño, exigiendo conjuntamente la renuncia de Raffensperger. Pero el quid de su argumento de la segunda vuelta, que los republicanos deben evitar que los demócratas controlen el Capitolio y la Casa Blanca, es en sí mismo una admisión tácita de que Biden, no Trump, asumirá el cargo el 20 de enero. Y en una parada reciente de la campaña, Perdue escuchó de Partidarios vocales de Trump que exigieron que hiciera más para ayudar a Trump de alguna manera a reclamar los 16 votos electorales de Georgia.
Es decir, que si todo lo anterior no fuera suficiente para definir las torturante alienación de aquel partido, que esquilma la definición de Centro, habrá una gallada de gente que les exigirá a tan infortunada bancada que sean más papistas que el papa, si es que quieren sus votos.
Por otra parte, para los de esa bancada, salir a buscar votos sin su líder implicará reconocer que Petro está más fuerte casi que ipsofactamente, igual que los republicanos de marras reconocer que Biden ya está electo.
Por donde se le mire se acerca una carnicería. Este es el fruto de una alienación permanente.
Notas. Cito de Trump se dirigió a Georgia como conductor de asistencia, pero también una amenaza, aparecido en Huffpost, firmado por Bill Barrow y Alan Fram de AP.