Hace algunos años, en nuestro país y especialmente en la ciudad de Bogotá, se viene promoviendo la adopción de mascotas (perros y gatos), algunos de raza pura y otros mestizos. Muchos de estos animalitos han sido abandonados por sus dueños, porque se cansaron de los gastos que acarrean, o porque simplemente, el animal les salió un tsunami como la historia que les voy a contar a continuación:
En el mes de septiembre del año anterior, llegué al apartamento y noté que en el sofá había una perrita muy pequeña (mi esposo la había adoptado sin mi consentimiento), se veía realmente tierna, solo dormía y comía. A mi parecer, se me hizo como tener un bebé.
Yo no quería tener más perros, ni más hijos, tengo una hija adolescente llamada Linda, y ya no estoy en edad para criar. Sin embargo, al ver ese animalito que tan solo inspiraba ternura, ¡volví a nacer! Mi esposo ya le había puesto nombre, pero como siempre, las que mandamos somos las mujeres, se lo cambiamos a mi parecer y le pusimos Kira. Nuestra vida se ha transformado completamente desde que Kira llegó a nuestro hogar. Cuando salimos a cualquier parte, la llevamos, incluso se acostumbró a andar con nosotros en moto. Es muy emocionante cuando llega un criollito de estos a cada familia.
No obstante, Kira fue creciendo y así mismo sus males. El primer daño que hizo fue comerse todos los cables del teatro en casa. Posteriormente a eso, un día mi esposo llegó al apartamento y lo encontró inundado, ¡Kira había roto la manguera del inodoro! A los pocos días, se comió el cable de datos que yo utilizo frecuentemente para conectar mi computador al televisor y hacer mis escritos.
Kira se tragó dos plantas que teníamos. Recuerdo un día llegar al apartamento y encontrar tierra por todo lado y las materas rotas en el piso, nuestro hogar parecía haberse convertido en un gran jardín. Kira dañó las pilas de un control, se ha comido cremas dentales, jabones, esmaltes, una crema para los ojos, se tragó el churrusco, la cortina, la chupa del baño, ¡ha destrozado cuchillas de afeitar! También, algunos cepillos de dientes, cepillos para embetunar, varios medicamentos, un recogedor, una escoba, libros de mi biblioteca, agendas, cuadernos, discos compactos, películas, cargadores, almohadas, unos manos libres de mi esposo, (por ese lado me alegro pues no me los quiso prestar un día), el cable LAN (que conecta a internet). Rompió unos zapatos de mi esposo, una de mis chaquetas, alguna de mi bisutería, la manija de la puerta del carro de mi suegro ¡Daño su propia casita, su correa y su taza para la comida!, y un día casi se le come la prótesis dental a mi mamá, ¡por Dios!
El último gran daño que hizo Kira fue romper poco a poco el sofá-cama, y los tres cojines que lo componen, ya casi está para reciclar, no quiero botarlo porque es el único juguete que le queda.
Kira ya tiene 11 meses, creció muy poco, es bastante educada y obediente (cuando está con nosotros). Da la mano, la choca, entiende cuando se le dice que se siente, cuando se le dice no, cuando se le ordena que se vaya a su casa, arriba y abajo. Cuando se le va a colocar la correa, estira las patitas, hace sus necesidades en el patio, y otras cosas varias que ha aprendido muy inteligentemente por instrucciones de mi esposo, en ocasiones duerme en nuestra cama, es supremamente cariñosa y nuestro mejor antidepresivo.
A pesar de todo el daño material que nos ha causado Kira, no existe un momento más sublime que llegar a casa y, aunque todos los días encontremos algo destrozado, ver la felicidad que demuestra. No se puede comparar con la demostración de cariño de ninguna persona en el mundo. Así como Kira es un tsunami para acabar con todo, de igual forma, es un tsunami para expresar su gran amor hacia nosotros.
Para finalizar, les recomiendo una película muy hermosa, que enseña el gran valor del amor que se debe tener hacia las mascotas, “Marley & Me”. Es realmente importante ser consecuente de la responsabilidad que conlleva tener una mascota, y que así, como en ocasiones algunos padres abandonan a sus hijos, es frecuente encontrarse con el abandono de muchas personas hacia sus animales, ¡que tanto cariño les han brindado!