Recién iniciaba el año 2012 cuando Andrea Padilla se apuntó el primer logro como ambientalista: convencer al entonces alcalde Gustavo Petro de cambiar las carretas tiradas por burros y caballos por vehículos alternativos. Para meterle presión, Padilla había concentrado en la Plaza de Bolívar a 200 “zorreros” con quienes llevaba un año de charlas para convencerlos de hacer la sustitución. La jubilación de 2.892 caballos le dio el impulso a la entonces vocera en Colombia de AnimaNaturalis Internacional y asesora del exconcejal del Polo Roberto Sáenz, para afianzarse en su férrea lucha de proteger a los animales.
Su activismo animal se la debe a Mayo, una gata que rescató de la muerte en una calle de Bogotá. Tenía 23 años y recién se había graduado de psicología en la Universidad Javeriana, cuando llegó a su casa. Le recordó su infancia en los caminos atestados de filas de hormigas y la advertencia de su papá de no tocarlas, así como su reticencia de niña a comer carne y su casa en Suba que era entonces casi rural. Mayo no logró resistir una peritonitis felina y a los 6 meses murió. Era el año 2001 y así como el animalismo se empezaba a abrir camino en el país, Padilla comenzó a sumergirse en el tema.
Andrea Padilla arrancó de lleno como voluntaria de la Asociación Defensora de Animales mientras limpiaba las jaulas de gatos y perros y cuidaba de algunos rescatados. Pero la escuela en Colombia se empezó a quedar corta y buscó en Europa la forma de expandir los argumentos con lo que dar la pelea. En 2004 ganó una beca para estudiar la maestría en Criminología en Bélgica, para investigar la violencia de los humanos a los animales. Estando allá conoció el activismo puro: el Grupo de Activistas por los Intereses de los Animales (GAIA), que le apuntaba a las grandes industrias de pieles y alimenticias, y AnimalNaturalis. Con ambas le nació la obsesión de hacer tomas culturales y hacerse sentir en la calle.
Un vez aterrizó en Colombia, asumió las luchas de los zorreros, la prohibición de las corridas de toros a las que se opuso con torsos desnudos en frente de la Santamaría y la prohibición de animales de circo en el país después de presentar 15 proyectos de ley. Incluso, creó el equipo CER (capturar, esterilizar y retornar) con el que recorre toda la ciudad recogiendo gatos que lleva después a su casa que se ha convertido en hogar de paso. En 2019 quiso ir más allá y con el aval del Partido Verde logró elegirse concejal de Bogotá con 23.950 votos.
Una vez sentada en el cabildo distrital, Andrea Padilla, quien sabe que este no es el único escenario para su pelea de fondo, buscó apoyo de su partido y una alianza con el representante de Cambio Radical a la Cámara por el Valle Oswaldo Arcos para presentar el proyecto para prohibir la exportación de ganado en pie, por ahora principalmente al Asia. Junto al congresista Juan Luis Castro además presentó otro proyecto a favor del etiquetado de huevos para que los consumidores sepan si los huevos que consumen provienen de gallinas criadas en jaula, galpón o pastoreo.
La tarea no será fácil por el arraigo popular de la tradición de las galleras y el peso económico de las exportaciones para ganaderos de todo el país que alcanzaron entre enero y julio de este año las 13.394 toneladas, que representan al país US$47 millones y que han logrado tecnificarse y organizarse, un empeño de Fedegan desde hace largo tiempo.
Empresas como Expoganados Internacionales han embarcando desde 2009 entre 60 mil y 70 mil cabezas de ganado anuales con destino al Líbano, Jordania, Irak y Egipto. Son cerca de 810.000 empleos que genera un sector ganadero con presencia en 27 de los 32 departamentos del país. Un negocio que representa para la economía más de tres veces el valor de la producción cafetera.
Radicaremos nuevamente nuestro proyecto de ley para acabar con el peor infierno que padecen los animales, del que Colombia es cómplice: la exportación de animales vivos por vía marítima. Gracias por firmar y rotar la petición 👉 https://t.co/audoGmErKc #NoMásBarcosDeLaMuerte
— Andrea Padilla Villarraga (@andreanimalidad) July 19, 2020
El proyecto de ley ha sido bautizado como “No más barcos de la muerte” y además del Partido Verde está apoyado por los dueños de los frigoríficos. Uno de los soportes documental para presentar el proyecto fueron fotografías que muestran las condiciones insalubres de barcos exportadores de vacas y ovejas, pero con banderas de otros países y que fueron filtradas por la veterinaria australiana Lynn Simpson. El hecho de que estas imágenes no ser refieran a las embarcaciones colombianas, que según Fedegan son muy cuidadas y lo que buscan es que los animales lleguen en muy buenas condiciones a su destino en el Oriente Medio, le ha quitado para algunos su fuerza a esa parte de la argumentación que aseguran se ha quedado por ahora en el discurso.
Andrea Padilla sostiene que en medio del viaje a Egipto, Iraq, Jordania, China y Libano, “el ganado que sale de los puertos colombianos tienden a enfermar por el hacinamiento, la falta de ventilación en los barcos de cuatro a seis pisos, el limitado acceso a comida y agua e incluso las heces se adhieren a su cuerpo hasta generar un 'chaqueta fecal' que las sobrecalienta”. Las que mueren son tiradas por la borda en mar abierto y sus cuerpos llegan hasta las playas de estos países.
No solo el presidente de Fedegan José Félix Lafaurie ha desmentido estas denuncias sino Miguel Dulcey, gerente de Expoganados Internacional, quienes aseguran que las condiciones de los barcos australianos no son las mismas de los navíos que parten de Colombia. La exportación de ganado en pie permite, a diferencia de la carne congelada, que se aprovechado también el cuero animal, como ocurre al menos en ocho de los 8 principales países a donde se exporta.
El proyecto de ley ha causado tal molestia dentro de los ganaderos que a través del medio Contexto Ganadero han querido desvirtuar la voz de Andrea Padilla, vinculándola con la extinta guerrilla de las Farc por haber sido asesora de Roberto Saenz, hermano del excomandante asesinado Alfonso Cano.
La beligerante concejal también está actuando en su ciudad. Presentó además una proposición para prohibir las peleas de gallos que se realizan en algunos barrios de Bogotá. El argumento con el que espera convencer al resto de cabildantes es la ilegalidad de esta practica. Según ella, hasta “junio de este año no existía en el país ninguna actividad de apuesta de gallos que sea legal porque no existe ningún proceso de licitación en curso” en Coljuegos, que es la encargada de regular estos juegos de apuesta. Incluso, la Policía tendría pruebas que tras este tipo de actividades hay grupos armados con presencia en la ciudad. La iniciativa le ha valido amenazas de muerte en su contra e incluso la defensa bloque costeño con Eduardo Pulgar como uno de sus voceros.
Andrea Padilla sigue impulsando sus proyectos a contra reloj en esta legislatura tan atropellada por la pandemia. Aunque cuenta con el apoyo de algunos pequeños y medianos empresarios de la industria de la carne y el movimiento animalista, su principal interés es pelear, a nivel divulgativo y de comunicaciones contra las costumbres arraigadas en la gente y haga carrera el No al maltrato animal como se ha conseguido mundialmente con las corridas de toros, un entretenimiento que ya forma parte del pasado.