El bipartidismo liberal-conservador se ha encargado de arrebatarle el futuro y la esperanza a los colombianos, y ha sido cómplice del empobrecimiento de las mayorías trabajadoras de Colombia y del enriquecimiento de una élite minoritaria. Así cualquier triunfo en elecciones de los movimientos sociales y las nuevas ciudadanías, se constituye en las mayores conquistas de los sectores menos favorecidos de la sociedad.
La pérdida de credibilidad de los partidos políticos tradicionales se refleja en la conformación del Senado de la República desde 1994, año de las primeras elecciones legislativas después de la promulgación de la Constitución del 91, en donde el bipartidismo liberal-conservador alcanzó a tener 76 senadores de 102, mientras que en las del 2014, tan solo obtuvieron 35, una constante que se repite en cada elección y las regionales del 2015 no fueron la excepción.
Los resultados de las regionales demuestran que las nuevas ciudadanías y los movimientos sociales ganaron las elecciones y el bipartidismo liberal-conservador las perdió. Por primera vez en la historia de las elecciones territoriales, las alcaldías de Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga y Pasto, ciudades principales, las ganaron movimientos significativos de ciudadanos inscritos por firmas, aunque hubo grupos que recibieron respaldos mas no avales de partidos políticos. El origen del triunfo electoral fue mayoritariamente independiente y cívico, además partidos como la Alianza Verde, resultaron ganadores en las gobernaciones de Nariño, Boyacá y la alcaldía de Neiva, resultados que cambiaron el mapa del poder regional colombiano.
En la Bogotá de la élite criolla que no se perdona haberle permitido a Petro ser el mejor alcalde de la capital en décadas, ganó Enrique Peñalosa, pero algunos medios de comunicación aducen que ganó fue el vicepresidente, por haberle entregado su respaldo por medio de su partido, que solamente se adhirió, aunque no le otorgó el aval. A pesar del origen liberal y su afinidad por las derechas conservadoras y uribistas, los medios desconocen el éxito de Peñalosa como candidato independiente; sus dos alcaldías, fueron logradas por medio de candidaturas, independiente la una y por firmas la otra, los bogotanos castigaron a un Polo contaminado con la corrupción de los Moreno Rojas y la escogencia de Clara López, nieta de un expresidente, como su candidata a la alcaldía.
La Gobernación de Antioquia y la de Santander, son de esos últimos reductos de poder que le queda al bipartidismo liberal-conservador, con el triunfo de Luis Perez y Didier Tavera, respectivamente. Con la elección del movimiento Creemos en Medellín, liderado por Federico Gutiérrez, se demostró que la capital paisa es uno de epicentros del voto de opinión, que no re-elige alcaldes y así ha sido desde que se permitió la elección popular de alcaldes y gobernadores en 1988. Tanto es que el ex-alcalde Alonso Salazar fue derrotado por Gutiérrez y además por el voto en blanco que lo superó. Adicionalmente las listas liberales y conservadoras al concejo de la ciudad pasaron de tener 4 concejales cada uno a solamente tres.