Deprimente por decir lo menos, es lo que estamos presenciando con la lenta muerte de uno de los patrimonios más naturales, emblemáticos e importantes para los Nortecaucanos, el río El Palo.
Navegar en sus aguas, caminar o descansar bajo los árboles de su zona ribereña y disfrutar de la brisa, aprovechar sus peces, bañarse en su remanso acuático en movimiento en tantos sitios como lo fue las Dos aguas en Puerto Tejada en su unión con el Río La Paila, deslumbrase de las otroras noches luminosas en época de festejos, y no dudar en saciar la sed, ya es algo que se quedó en el pasado.
Hoy, el río El Palo, afluente del Cauca, a su paso por esta población, yace moribundo como una cloaca o caño por el inclemente cambio climático y el Fenómeno del Niño, pero más por el peligroso alto nivel de contaminación debido a los derrames de los residuos industriales, la agricultura inapropiada, la deforestación, los residuos domésticos y la puñalada certera de la explotación de materiales de su lecho de manera legal e ilegal.
Es preciso tomar medidas urgentes por las autoridades locales, ambientales y las comunidades indígenas y afros, de la región e incluso en el gran casco urbano de cali, porque sin agua limpia los seres humanos que se surten de esta cuenca hidrográfica corren altos riesgos.
El 31 de Diciembre la Planta de Tratamiento de Puerto Mallarino de EMCALI, en la capital del Valle, debió suspender intempestivamente el bombeo del Río Cauca, por el excesivo bajo grado de oxígeno en sus aguas con un alto contenido de una sustancia química que se sospecha fue vertida por una empresa asentada en el Norte del Cauca o en el área de Cali.
Sin embargo 30 días después ni la CRC ni la CVC, han dado a conocer detalles de la investigación de este grave incidente ambiental, el cual se convierte en una más de las amenazas que se ciernen sobre la cuenca hidrográfica del Río El Palo a cuya evidente degradación asistimos atónitos en medio de la indiferencia e indolencia.
La cruda realidad en el Norte del Cauca es que la minería ilegal e ilegal no solo ocasionan daños ambientales irreparables en el río El Palo, también sistemáticamente afectan la salud de las poblaciones aledañas e influyen de manera perversa en otras actividades sociales.
En poblaciones como Suárez, Buenos Aires, Santander de Quilichao y las de la Costa Pacífica, la minería legal e ilegal han generado explotación infantil, alcoholismo, prostitución, desescolarización, inadecuada ocupación laboral, inseguridad ciudadana y pobreza al final de cuentas.
En Caloto, Guachené y Puerto Tejada se está destruyendo lo que en el pasado fue fuente de vida, progreso y encuentro de sus gentes, un rio que se resiste a morir ante tantas amenazas y es por ello que luchar contra la contaminación de este afluente es algo de vital importancia, no sólo para la protección del propio medio ambiente, sino de la fauna y de la vegetación que aún vive en él y todos los habitantes que le circundan.