Dilian Francisca Toro, gobernadora del Valle, va bien para sus objetivos electorales de largo plazo. Su imagen como trabajadora incansable se ha consolidado en las élites políticas y económicas de su departamento. Incluso algunos críticos de épocas de serios cuestionamientos invitan hoy a respaldarla. Es muy activa en visitar los municipios para conocer de primera mano las aparentes urgencias; así logró la anuencia de la Asamblea Departamental para endeudar al Departamento en la módica suma de $ 350 mil millones, que se destinarán a pequeños proyectos sin incidencia significativa en la competitividad o sostenibilidad del Valle en el largo plazo. Esa inversión de discutible beneficio consolidará su plataforma para aspiraciones de más envergadura, aventuras en las que contará con seguridad con el apoyo incondicional de su equipo de trabajo, compuesto por personas, activas, diligentes y, sobre todo, comprometidas con el proyecto político de la jefe. No parece importar si son realmente competentes.
Utiliza todos los naipes que la ley provee. Ella no se inventó el juego, pero lo ejecuta con maestría. Su Plan de Desarrollo hace referencia al estudio elaborado en la administración de su predecesor inmediato, el conservador Ubeimar Delgado, para planificar el departamento hasta 2032, pero fija metas fáciles de cumplir para el cuatrenio que le corresponde. El documento, de casi 400 densas páginas, cumple con las pautas establecidas desde Bogotá: está lleno de datos y no critica a nadie; así evita enemigos gratuitos. Buenaventura en el plan solo era un municipio entre cuarenta y dos, así tuviera del orden de medio millón de personas con muy bajo ingreso per cápita y muy elevado desempleo comparados con el promedios nacional. No se advertía por parte alguna la atención especial que exige la ciudad, con importante participación de población flotante, en búsqueda de mejores oportunidades o en huida de la violencia que asola a la Costa Pacífica. Sin embargo, ante la situación de paro que se enfrentó hace un par de meses en ese municipio Dilian aprovechó para asumir la posición de salvadora, para lo cual fue oportuno el hecho de que el Alcalde actual, Eliécer Arboleda, sigue sus orientaciones políticas. Ni él ni ella asumieron responsabilidad alguna por los antecedentes de las expresiones masivas de inconformidad.
Los departamentos tienen papel limitado en el desarrollo de las regiones. Sus recursos son, en general, muy escasos frente a los retos del territorio respectivo, pues la constitución de 1991 privilegió a los municipios. Es más: los calificados como certificados por el gobierno nacional tienen acceso directo a los recursos provenientes de la redistribución del IVA y demás ingresos corrientes. Hubo un atisbo de abundancia para los gobiernos departamentales con el precio alto del petróleo, pues se asignó papel importante a los gobernadores en la distribución marginal de regalías, pero ese momento ya pasó con la caída del crudo. Además las políticas económicas se trazan en Bogotá. Sin embargo, el cargo de primer miembro de la administración departamental puede ser útil para lograr reconocimiento si se hace bien la tarea publicitaria y de relaciones. Dilian, cercana a Álvaro Uribe en su momento y solidaria con Juan Manuel Santos en la U desde el principio, seguirá activa en la construcción de vínculos políticos. Por eso no deja de sorprender que hasta la fecha no haya logrado echarse al bolsillo al Alcalde de Cali, Maurice Armitage, empresario sin intereses de largo plazo en lo público.
Dilian logró cierto reconocimiento en el ámbito nacional como presidente del Senado, y mucho tiempo después, como presidente de la Federación de Gobernadores, institución de discutible legitimidad, dado que la Constitución busca la integración por regiones, no alrededor de un sindicato de departamentos, y que el papel central del proceso para articular a todo el país corresponde al Gobierno Nacional. Se anota que los cuestionamientos a Amilcar Acosta no la salpicaron. Ahora busca ser percibida como ejecutiva con capacidad para ganar adeptos desde la gobernación. Para tener margen de maniobra se opuso a que el Valle se sostuviera en la categoría especial, que reconoce el gobierno nacional para asignar recursos de inversión a los departamentos de cierta importancia desde que no tengan problemas de orden fiscal, y prefirió que regresara a la categoría primera, inferior a la especial en acceso al fisco, pero que permite más laxitud en la participación del gasto de funcionamiento en el gasto total; solo en octubre de este año se enderezará ese error.
Hay, entre tanto, asuntos que la ocupan con derecho a acertar. Se destaca el impulso a la normalización de la prestación de servicios en el Hospital Universitario Evaristo García, en Cali, y el propósito de poner de nuevo en funcionamiento regular el de Buenaventura y el de Tuluá antes de terminar el año en curso. Al fin y al cabo Dilian es médica. Todo indica que estos logros en su ámbito profesional se harán con transparencia, en pro del interés general. Solo proveerán votos.
Hacia adelante todo es asunto de publicidad bien diseñada. Dilian seguirá su discreta carrera a la presidencia en un país cuyas instituciones parecen hechas para atender aspiraciones personales. El logro de su propósito en 2022 no será fácil, pero tendrá mejor probabilidad si logra consolidar, como todo indica que ocurrirá, su calidad de baronesa electoral del Valle en las próximas elecciones. Estarán en el partidor Néstor Humberto Martínez si pone a funcionar más o menos bien la Fiscalía, y los precandidatos que sobrevivan a la brega electoral de 2018, pero ella no cejará en su empeño, así sus ejecutorias reales no sean de gran impacto en el ámbito nacional. Al fin y al cabo, en la política criolla de hoy no es de eso de lo que se trata.