Para entender el invierno, hay que vivirlo. En septiembre de 2016 llegué a Montreal, Canadá, y me encontré con una ciudad tranquila, amigable, con una gran diversidad de culturas y rica gastronómicamente (más del 56% de la población son migrantes). En octubre empezó el frio, el cual se extendió hasta finales de mayo de 2017. Viví y conocí el frio real en toda su magnitud. Por ejemplo: en febrero vivimos dos semanas de menos (-) de 40 grados centígrados que se equipara a la temperatura del polo norte en invierno o dos veces la temperatura de su congelador que es de - 18º C.
Cuando uno se enfrenta al invierno, entiende que esta estación es para estar más resguardado, estar más en casa. Es un tiempo o un periodo singular.
Esta estación se caracteriza por tener días con luz cortos, noches más largas y un frio intenso. También se congelan las aguas de los ríos, de los lagos y los seres humanos buscamos abrigarnos más y así se evitan las enfermedades respiratorias. Hay bastantes lluvias que se traducen en más de 100 tipos de nieve. Se deben utilizar aparatos para calentar el ambiente de las casas.
Esta época del año nos ayuda a tomar consciencia de las otras estaciones (primavera o renacer, verano época de cosechas y el otoño). Los árboles, los animales hibernan y se preparan para las otras estaciones. La tierra descansa, se reposa y será propicia para las siembras y las cosechas.
John Seymour, escritor británico, en su libro La Vida en el Campo nos regala esta sabia frase: ”El Invierno es la época de construir y reparar”.
Esta estación nos invita al recogimiento, el cuidado y la reflexión. Se realizan más actividades en la casa, alrededor de las mesas, en torno a un café o a una bebida caliente. Igualmente, la necesidad de calor nos remite a nuestro interior donde encontramos un cuerpo a 37º Grados. La falta de luz, nos hace ser más introspectivos, nos ayuda a reflexionar, leemos más, analizamos más y planificamos más. Es una linda oportunidad y un gran tiempo para estar en familia y con amigos, retomar las conversaciones y estrechar lazos.
Pero se sabe que el invierno es pasajero y cuando llega la primavera, es el renacimiento de la naturaleza, de la cual nosotros hacemos parte y somos su máxima creación.
Hoy en día, estamos en la casa sin poder salir, confinados por una coyuntura mundial nunca antes vista, estamos en el invierno del Covid-19, estamos descubriendo cómo convivir 24 horas en las casas donde definitivamente no necesitamos tantas cosas materiales y de lo que el mundo nos ha enseñado erróneamente de poseer, tener, acumular y donde hemos dejado de lado o en el olvido lo más importante, el Ser.
Igualmente se están viviendo inviernos financieros, familiares, laborales, estamos pasando muchos por momentos de oscuridad, de incertidumbre, de angustias pero debemos hacer un alto en el camino, detenernos y tomar conciencia del invierno y saber que no estamos solos. Debemos volver a nuestras raíces, saber que hemos sido creados por Dios y debemos volvernos a Él. Es así que cuando llega el invierno estructuramos nuestra vida y buscamos apoyo y soporte en la familia y los amigos, lo cual estamos haciendo hoy virtualmente.
Debemos agradecer por esta estación invernal en nuestra vida y vivirla intensamente al máximo, vivir el presente y ser testimonios de paz y alegría. Debemos buscar el abrigo con las personas próximas o el prójimo y buscar a nuestro Creador constantemente. Debemos ser generosos, solidarios y empáticos, velando por nuestra propia vida. Tenemos una oportunidad de oro para tomar consciencia, cambiar lo que debemos cambiar y mejorar como personas.
Debemos empezar a dejar un legado comenzando por nosotros mismos, dejar de lado los engaños e ídolos falsos, tomando consciencia de la importancia de la vida, de nuestra vida y de nuestro prójimo. En este maravilloso invierno-Covid 19, trabaja para aumentar tus capacidades, tus valores, tu sensibilidad, tu generosidad, dejando de lado el enjuiciar y el señalamiento. No critiquemos más.
Debemos reordenar nuestras prioridades con este invierno, bella oportunidad para recentrarnos y reencontrarnos con nuestro ser y no el tener o poseer. Debemos dar frutos y en abundancia. Te has preguntado, en estos días de la cuarentena, cómo has crecido, qué has aprendido, en qué has mejorado, si te has desapegado de la cantidad de cosas materiales inútiles y tantos otros bienes que no nos hacen Ser.
Como lo dijo Paulo Coelho, escritor brasilero, “Las cosas simples son también las cosas más extraordinarias y sólo los sabios consiguen verlas.”.
Debemos reordenar nuestra vida, es una linda oportunidad, no la dejemos pasar. Dejemos los miedos, la inseguridad y vivamos este presente a fondo haciendo el bien.
Sergio Restrepo Otalora
17 de mayo de 2020