El desarrollo de las ciudades y la construcción de las mismas en sus espacios deben tener una configuración de armonía entre el espacio y sus habitantes, la cual no se refleja por un problema de comunicación entre políticos, población y académicos. Estos actores se encuentran en un completo diálogo de sordos, el cual se frustra por la arrogancia de la academia, la incapacidad del político de identificar e interpretar las necesidades de los ciudadanos y de la población en general que se encuentra postrada bajo la sumisión y la desesperanza, por los constantes actos de corrupción que se perciben.
El departamento de Sucre se caracteriza por tener muchos habitantes y pocos ciudadanos, entendiendo la falta de masa crítica y la poca formación de sus habitantes, que se les ha configurado como elementos levitantes que no reflexionan sobre su realidad y que aplauden las prácticas indebidas en el accionar público; con esta reflexión no se pretende ofender a la ciudadanía, si no despertar a los habitantes tanto los políticos, académicos y personas de toda índole (que quieres despertar), la intención entonces se convierte en una base de poner el dedo en la llaga y decir algunas realidades que con la diplomacia omitimos a diario.
En el caso de la actividad política en Sucre se ha convertido en un sinónimo de deslealtad, de amangualamientos y, en el peor de los casos, en ladrones cínicos que se acusan ser honestos. Esta situación predispone al académico a no creer en políticos, lo cual también genera una predisposición por el sector de la academia que el sector de la política se dictamina como un afán de llenar sus arcas financieras y establecer manejos prioritarios a sectores de su interés o donde ellos obtienen ganancias.
Este último problema señalado por motivos de observación no es culpa de políticos, ya que la academia ha intentado probar suerte en estos espacios. Esto con desastrosos resultados, ya que estos se vende alrededor de la 4 X 4 y la casita que van a conseguirles, y más si miramos regalías, la cual se convirtió en la manera de bajarle la cabeza a los académicos para que se arrodillen a los políticos, para mostrar procesos similares y un simple ejercicio de corrupción.
De manera ideal tendríamos que realizar una crítica real de la academia, una academia permeada por la politiquería, que olvida la base principal de su existencia para extrapolarla a su negociación y amiguismo, pero también de la política del departamento ha absorbido las actividades clientelistas, los cuales no son eficientes.
Pero el punto de este artículo nunca fue decirle corruptos a todos los políticos, ni tampoco acusar a los académicos de arrogantes y sordos, es mostrar cómo este diálogo se convierte en una situación de afección y enfermedad para la sociedad sucreña; cómo sectores de la ciudad, dentro de su cultura exuberantemente alardean plásticamente, porque creen que la ropa, las camionetas 4X4 y el alcohol les permite camuflarse en los espacios de poder a personas que generan un mal aliento mental.
Es necesario pensar el territorio, es necesario establecer las realidades y prioridades del departamento; esto es una situación que ha conllevado a tener ciudades y municipios no pensados, un lugar árido de conocimiento y personas que se consideran capataces del espacio, con ínfulas de intelectuales que apestan con sus puntos de vista a sus intereses.
Sincelejo y Sucre deben responder a un desarrollo, pero jamás llegará si los intentos de interconexión de los sectores solo son infundados por unos pocos que solo piensan de manera corta y con falta de visión a las necesidades de nuestra sociedad. Hay que pensar en territorio, identidad del mismo y, básicamente, en cómo destronar la ignorancia por luz de conocimiento.
Basta ya de seguir robando y preparen a nuestro ciudadanos para la solución de problemas e introspecciones propias. No basta con decir que se ama a Sucre, es hora de actuar por Sucre, de dejar de ser habitante, dejar de lado la idea de enemigos, es hora de estar de acuerdo en la ciudad que deseamos construir, esa ciudad amable con sus ciudadanos, (el poder es importante siempre y cuando el pueblo lo asuma como suyo)
Nuevamente me disculpo por los fuertes comentarios realizados, esto es una invitación a escuchar y no a vivir de una apariencia inocua. Además de los políticos esperamos que hagan un camino de inversión fuera de los cincuenta que cuesta el voto, para pasar a apoyar las grandes bases del pensarse así mismo.