A Kim Jong-un le gusta celebrar su cumpleaños por todo lo alto. En el 2012 hizo traer a Dennis Rodman, la estrella de la NBA, para que le apagara las velas mientras le cantaba, con su voz ronca, el Happy Birthday. El año pasado celebró un concierto en su honor, en Pyongyang, con Moranbong, el grupo pop de chicas que se han ganado el corazón de la juventud coreana con canciones como Pensamos en el mariscal [Kim Jong-un] día y noche o Larga vida al Partido de los Trabajadores. Para este año quiso hacer algo mucho más ruidoso: explotar, en el nororiente del país, su quinta bomba nuclear, segunda de 2016, que no solo atemorizó al mundo entero sino que ocasionó un terremoto de 5.3 grados en la escala de Richter
El sueño de Kim Jong-un es, algún día, traer a sus palacios a las dos personas que más admira él en el mundo: Angelina Jolie y Brad Pitt. A pesar de su odio a los Estados Unidos, Kim heredó de su padre el gusto por el cine, sobre todo por el que se hace en Hollywood. Kim Il Sung vio más de cien veces El padrino, lloraba a lágrima viva cuando Scarlett O’hara le prometía a un atardecer de Alabama jamás volver a pasar hambre en Lo que el viento se llevó y gritaba asustado por las locuras de Jason, el sicópata de Viernes 13. En 1973 se permitió incluso hacer un libro de 1.500 páginas llamado El arte del cinema en donde se auto proclamó como el único crítico de cine del país.
El actual presidente de Corea del Norte no aspira a llegar a tanto. Él sólo ha esperado, desde que los vio a veinte años en El señor y la señora Smith, conocer a la pareja más glamourosa de Hollywood. La rabia que le despertó Entrevista, la película de Seth Roguen en donde lo mostraban como un niño caprichoso y bipolar, se debió a la vergüenza de verse ridiculizado ante Brad y Angelina de esa forma. Anualmente le hace unas cincuenta invitaciones a Brangelina para que visiten Pyongyang pero ellos ni se molestan en contestarle.
La Corea del Norte de Kim Jong-un respira algo parecido a una primavera. Gracias a Moranbong las chicas usan la falda más arriba de la rodilla, cada cierto tiempo se escuchan los ecos de alguno de sus éxitos como En abril recogemos la siembra para el líder y, sorprendentemente, la marihuana ha sido legalizada. Los temores que se viven en Occidente de que un día Jong-un amanezca con ganas de desatar una guerra atómica no pasan por la mente de los norcoreanos. Ellos sólo se limitan a pensar y a sentir lo que el gran líder ordene.