Ese es el nuevo debate que plantea el Gobierno nacional, mostrando al barrismo social como cultura de vida y cambio social, generando que el barrismo social sea una estrategia de organización política y de trabajo comunitario, donde se impartirán talleres de gestión de proyectos, incidencia política y encuentros nacionales de barrismo social.
Según el ministerio de la Igualdad: ‘’ El barrismo se consolida como un movimiento social que aporta al mejoramiento de las condiciones de vida de sus integrantes y sus comunidades, y a la disminución de desigualdades políticas, económicas y sociales de las juventudes barristas.’’
Sin embargo, este planteamiento que se realiza de incentivar la protección a la vida, la reducción de la estigmatización y la instalación de representaciones positivas hacia las juventudes futboleras y barristas no son más que paños de agua tibia y no una solución real que permita solucionar las problemáticas educación, trabajo, etc. Continuando con el problema de fondo de la vulneración de derechos constitucionales como barristas y ciudadanos colombianos.
En conclusión, esta no es más que otra estrategia política para utilizar a las masas de esta población vulnerable y desfavorecida para futuras campañas electorales y sin tener en cuenta que es su deber y del estado garantizar los derechos constitucionales de acceder a la educación posibilidades de trabajo y emprendimiento, y no solo que estas poblaciones sean vistas simplemente como población votante o votos.
Además, es deber del estado garantizar la no discriminación y la no estigmatización por parte del mismo sistema estatal y policial en cualquier escenario deportivo o territorio colombiano. Por finalizar, el fútbol y el barrismo debería ser considerado como un acto libre de las personas que asisten por diversión y amor a presenciar a sus equipos y no visto esto como un acto político.
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