En estos avatares de la campaña electoral por la Presidencia de la República, aparecen los jóvenes interviniendo y, de qué manera. En especial formato para televisión, con selección de intervinientes que interrogan y, con amplia postura de libertad en las intervenciones, se logró un resultado que se ha de tener en cuenta; El país de los jóvenes se denominó el espacio de reflexión, de interacción con los candidatos; todos ellos, me imagino los de mayor tendencia en los sondeos, acudieron: Vargas Lleras, Duque, Fajardo, De la Calle; se excusó Petro.
Pues bien, se observaron preguntas interesantes, argumentadas, con calidad para precisar propuestas de los candidatos; así mismo, los candidatos con altura, a veces con precisión y, teniendo en cuenta a los asistentes, respondieron. Muy bien.
Mucho interés por el medio ambiente, creo que, en demasía, pues el desarrollo económico, industrial y social dependen del uso de los recursos, y éste debe ser, desde luego amigable, responsable pues, sin duda, estamos por el cuidado de la casa común.
A salvo todo el formato, repito, se pudo observar una especie de corto circuito entre el pensamiento joven y la política en general; obvio, no lo afirmo por los abucheos escuchados en el transcurso del programa, propio creo, de los jóvenes destinatarios de las respuestas -juventud, divino tesoro-, sino por las contrapreguntas que buscaban otra forma de encontrar la realidad; no está mal, es un derecho de la juventud. Ojalá sigan interviniendo con la misma fuerza, sin que los molesten o amenacen; la temperatura da para todo; pero lo relevante, y, así se dijo, no es el futuro, es el presente.
Frente al anterior panorama, seguidamente aparece, miren ustedes, un informe intitulado, ‘Estudio Internacional de Educación Cívica y Ciudadana ICCS 2016. INFORME NACIONAL PARA COLOMBIA 2017’, que ofrece visión, por lo menos diversa; el objetivo de la investigación es, según se dice: “(…) investigar, en un conjunto de países, el grado de civismo desarrollado por los jóvenes para asimilar las prerrogativas que ofrecen sus derechos y libertades, y las responsabilidades y obligaciones que implica su rol de ciudadanos”. Nada menos.
El 51 % de los estudiantes
manifestó una actitud tolerante
hacia las prácticas de corrupción en el gobierno
Algunos resultados, sobre ‘Actitudes de los jóvenes colombianos’, son tan llamativos, como preocupantes, al canto: (i) sobre las prácticas de corrupción en el gobierno, “(…) el 51 % de los estudiantes (…) manifestó una actitud tolerante hacia las prácticas de corrupción en el gobierno (…)”[1]; (ii) sobre el autoritarismo en el gobierno, “(…) el 47 % (…) mostró empatía con estas afirmaciones, es decir, expresa cierta aceptación a las prácticas autoritarias del gobierno”[2]; (iii) sobre la desobediencia de la ley “(…) el 41 % de los estudiantes (…) exhibió una actitud en la que está de acuerdo en la desobediencia de la ley bajo ciertas circunstancias.”[3]; (iv) sobre la diversidad en el vecindario “(…) el 25 % de los estudiantes (…) manifestó una actitud desfavorable hacia la diversidad.[4]”;
(v) sobre la actitud hacia los homosexuales “(…) el 61 % de los estudiantes (…) expresó su desaprobación hacia los homosexuales.[5]”; y, (vi) sobre la violencia “(…) el 49 % de los estudiantes (…) aceptó actitudes favorables hacia la violencia”[6].
Los resultados son reveladores, evidentes. Tenemos, señoras y señores, una Constitución Política en vigencia, pero el mensaje no ha llegado; los temas de política pública, por la enseñanza no han penetrado en los jóvenes, la empatía con el totalitarismo en un 47 %, no parece coherente con que nos encontremos en una democracia participativa que la excluye, es su antípoda; la aceptación a la desobediencia a la ley, en un 41 %, indica una desinstitucionalización del orden Constitucional; la aceptación de la violencia en un 49 %, indica un atavismo del conflicto interno padecido y, la cultura del narcotráfico; la tolerancia a la corrupción que se encuentra en un 51 % es, sin duda, no solo la negación a los fines del Estado, sino la aceptación, que es lo grave, de una forma de ser y de pensar que se entronizó en el país, una contracultura victoriosa; y la tolerancia, frente al vecino -25 %- o, con el diverso -61 %-, repelen la otredad, canon, sin duda, constitucional.
Esta doble observación de la realidad, lleva a la urgente reflexión que se debe realizar y, de allí, a la conclusión sobre qué es lo que nos está pasando.
[1] Pág. 66.
[2] Pág. 67.
[3] Pág. 69.
[4] Pág. 71.
[5] Pág. 73
[6] Pág. 75.