Justiniano Quiñonez Angulo, un líder imposible de olvidar

Justiniano Quiñonez Angulo, un líder imposible de olvidar

"Representa la fuerza del pacifico colombiano: quienes lo conocieron siempre hablaran bien de él, por su carácter amable y servicial a la hora de interactuar con los demás"

Por: Carlos Eduardo Lagos Campos
abril 17, 2020
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Justiniano Quiñonez Angulo, un líder imposible de olvidar
Foto: Archivo

Para hablar de JUSTINIANO QUIÑONEZ ANGULO debemos hablar de nuestro pacífico, de esa extensa región litoral rica en biodiversidad, flora y minería que ha sido reconocida como uno de los lugares más privilegiados del planeta, siendo un punto estratégico para la inserción del país en la economía mundial y un factor fundamental para su competitividad; pero que históricamente ha sido olvidada por nuestro estado. En ese contexto un 5 septiembre de 1935, nace en el seno de una familia campesina dedicada a la agricultura y a la minería con un profundo arraigo en los principios y valores propios de esa región que fueron inculcados por sus progenitores.

Fue un hombre de gran corazón, un verdadero filántropo que brindaba confianza y amor a quienes lo conocieron; con una visión clara de la política nacional y regional, se destacó por su espíritu solidario, su fuerza y su carisma; los cuales se evidenciaban a primera vista, pues generaba una gran sinergia con ese halo mágico que le rodeaba.
Quienes lo conocieron siempre hablaran bien de él, por su carácter amable y servicial a la hora de interactuar con los demás; sus grandes virtudes, su lenguaje sencillo con una voz estruendosa le merecieron el respeto y la admiración de su familia, de sus amigos, correligionarios y de quienes interactuaron con él.

Desde muy joven se vio abocado a enfrentar los retos de la vida, para salir adelante debe abandonar su tierra para enlistarse en el servicio activo del Ejército Nacional, es así como en 1955 ingresó como Soldado al Centro de Instrucción Militar Juanambú, acantonado en Florencia Caquetá, fue alumno de las escuelas radiofónicas (su cuna intelectual) posteriormente ingresa al primer curso de suboficial y en 1956 es ascendido al grado de Cabo Segundo, con notables distinciones, que lo colocan como uno de los más destacados suboficiales de la Historia Militar Reciente de Colombia. Sé gradúo como bachiller en el Colegio Francisco Miranda de la universidad La Gran Colombia.

La vida de Justiniano Quiñonez está ligada al estudio, a los libros y a la academia, por ello a la par que cumplía con la estricta y férrea disciplina militar no le faltó tiempo para irse preparando en diferentes áreas del conocimiento: En 1958 estudió contaduría pública en el Instituto Sañudo de Pasto y en 1959 se especializa en el centro de Tabulación y Comercio Superior de Bogotá para constituirse en uno de los primeros Contadores Públicos Titulados del país y de las Fuerzas Militares de Colombia, en donde ocupó el cargo entre otros, de Contador Oficial del Batallón de Boyacá de Pasto, Contador del Departamento de Control Fiscal y Presupuesto del Ejercito, Contador de la sección administrativa del servicio de Reclutamiento y Movilización del Ejercito.

En 1967 se graduó como de Químico y Biólogo de la Universidad Libre, en 1974 obtuvo el Título de Doctor en Medicina y Cirugía en la Universidad Javeriana.

Como Profesional de la salud se desempeñó como Médico Interno del Hospital Militar Central. Medico asistencial y Medico Director de la Cooperativa especializada en Salud. Medico director del laboratorio clínico de la misma entidad. Químico biólogo con funciones de coordinador de los laboratorios de sanidad militar. Miembro de la asociación de médicos javerianos.

Una de sus grandes pasiones fue la Docencia universitaria desempeñándose como profesor titular de biología y química de las Universidades Libre, Católica y Pedagógica Nacional; a la vez que fue miembro activo de la sala general de la Universidad Libre, Conciliarlo durante varios periodos, coordinador general de estudios de la facultad de ciencias de la educación, Decano de la facultad de ciencias de la educación en la misma universidad.
Pero en lo que encontró su verdadera vocación fue en el servicio a la comunidad como promotor y orientador de organizaciones de desarrollo comunal, líder comunitario y social.

Con un fino sentido del humor fue uno de los intelectuales que le dio brillo a la oratoria, a la literatura y a la cultura del pacifico colombiano; fue un orador excepcional, locuaz de una exquisita conversación. Hablar de Justiniano es hablar de toda una vida de luchas y desvelos hacia su familia y hacia los demás; lo cual le permitió expresar con claridad, seguridad y firmeza su proyecto político enmarcado dentro del ideario liberal fundamentado en el reconocimiento de los derechos y libertades de las personas, oponiéndose de manera frontal a cualquier expresión de autoritarismo y de injusticia social; por ello de la mano de don Enrique Lagos Pantoja fundan el movimiento político de la acción Liberal de Unidad Popular con el cual conquista un escaño en el Senado de la Republica.

En su larga trayectoria política se destacó como Concejal de Tumaco, Barbacoas, Maguí Payan, Diputado a la Asamblea de Nariño, Senador de la República por Nariño y Putumayo, candidato a la Asamblea Nacional Constituyente, candidato al Consejo de Bogotá, Candidato a la Cámara de Representantes por la Circunscripción Nacional De Negritudes.

No obstante haber triunfado en todas las tareas que se propuso nunca olvido su región, sus ancestros, durante toda su vida se caracterizó por cultivar esas viejas costumbres de las gentes del pacífico colombiano. Su lealtad con las personas y sus valores lo hicieron merecedor de muchas distinciones y reconocimientos; pero de todos ellos el que más valoró fue el de amigo y compañero, cualidades que fueron exaltadas en las diferentes agremiaciones a las que ha perteneció.

Antes de terminar este escrito quisiera recoger las palabras de su hija mi amiga de juventud María Victoria quien llena de una gran emoción me manifestó: “Enfrento el papel en blanco pues pese a haber transcurrido más de 20 años tengo mucho dolor en la forma en que partió. En lugar de recordarlo y escribir he tratado de emularlo y ser alguien de quien él se sienta orgulloso” palabras llenas de sabiduría que todos deberíamos emular.

Cuando escribo este relato se me viene a la mente su voz gruesa y sus manos grandes dándome valor y fortaleza en los momentos difíciles. Para realizar este reconocimiento me entrevisté con sus dos hijos quienes me aportaron la información necesaria para rescatar cada una de sus luchas, de sus acciones, de su egida y su brazo libertario que espero haber recogido de manera fidedigna.

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