Subir al cerro de las Tres Cruces, revisar el celular en un establecimiento de comida, caminar por un parque a cualquier hora del día, respetar el semáforo que se pone en rojo y detener la marcha de tu vehículo son tan solo algunas de las actividades de riesgo que vivimos a diario en nuestra ciudad.
Todos reclamamos mayor seguridad para poder adelantar esas y muchas otras actividades de nuestro día a día, soñando y rezando para que no nos roben, y muchísimo menos para que no nos maten.
Infortunadamente, nos vemos inmersos en una lotería en la que muchos no quisiéramos estar con billetes comprados, toda vez que deberían ser las instituciones dispuestas para preservar nuestra vida y bienes, las que deberían velar porque todos los caleños estemos seguros y tranquilos.
La realidad es que estamos en una permanente zozobra, toda vez que en nuestra Cali del alma los delincuentes hacen lo que les da la gana, y las autoridades (con Jorge Iván como máximo responsable) no están sabiendo responder a la altura de lo que deseamos los ciudadanos: vivir en una Cali segura.
“Vamos a realizar una exhaustiva investigación” y “se redujeron los indicadores de hurtos en la ciudad” salen a decir los responsables (para mí debería decir aquí – los irresponsables) de articular las acciones y las inversiones que en materia de seguridad requiere Cali.
La realidad es que la percepción de inseguridad en la ciudad ha aumentado. Que la gente ya no denuncia. Que los delincuentes se aprovechan de las leyes que fácilmente los exculpan. Que reaccionar y vencer al que te amenaza, es casi una boleta segura para meterte en un problema mayor. Que estamos cansados de ver que la policía captura al delincuente, y los jueces los liberan en cuestión de horas.
Me atrevo a pensar que, en la cabeza de muchas personas, al ver las imágenes de “masajes en busca de transformación al bien”, que reciben algunos delincuentes capturados en flagrancia, se responden ellos mismos la pregunta: ¿Está bien que se ejerza justicia por mano propia? Justicia por mano propia, pues sí.
La siguiente pregunta que se responden es: ¿es legal ejercer o promover la justicia por mano propia? Pues no, no es legal ni ejercer ni promover la justicia por mano propia.
Ante esta situación, las cosas definitivamente deben cambiar drásticamente.
Esos congresistas, sentados en sus curules, ganando sumas millonarias por sueldo, que se movilizan con escoltas, algunos de ellos con carros blindados, deben mover los hilos que sean necesarios para reformar las leyes y darle verdaderos dientes a todo el aparato judicial, para poder meter a la cárcel a los delincuentes que nos están matando de susto a todos.
Es absurdo que un delincuente cometa más de tres delitos y siga como si nada ejerciendo su “profesión”, aprovechándose de las ventajas de nuestro paquidérmico sistema de justicia.
Es lamentable que un menor de edad pueda empuñar un arma, asesine, viole o robe, y se salga con las suyas con una palmadita en la espalda, para decirle “bueno, mijito, vaya, pero no lo vuelva a hacer”. Si son capaces de empuñar un arma, o cometer delitos, deberían responder como adultos.
Genera mucha impotencia saber que la policía actúa, captura, y el delincuente sale en cuestión de horas a seguir con su “trabajo”.
Colocar un denuncio no puede seguir siendo una tortura, que en muchos casos lo único que logra es revictimizar al denunciante.
Genera mucha impotencia también, que un video no sea prueba suficiente para que se activen automáticamente las investigaciones o las capturas de los que allí aparecen.
Los congresistas son grandes responsables de esta inseguridad que vivimos en nuestras ciudades.
La corrupción ni se diga.
El alcalde de Cali, como máxima autoridad, ni para qué decirlo; ya sabíamos lo que iba a pasar al ser el elegido. ¿Será que es capaz de destituir a su secretario Carlos Rojas? ¿Cómo puede sostener a un secretario que solo ejecuta el 63% del presupuesto asignado a seguridad y justicia en Cali? ¿Hasta cuándo Jorge Iván?
No, rotundamente no. No estoy de acuerdo con la justicia por mano propia. Ni la promuevo, ni la comparto.
Desde esta tribuna solo queda rogar porque los congresistas, jueces, fiscales, investigadores y policías hagan su trabajo. Al alcalde de Cali, pues ni para qué gastarle neuronas, solo rogar para que acabe pronto su mandato.