Este proceso global, de más traumático, el COVID-19, ha generado dentro de sus aspectos positivos que los Estados hagan la necesaria reingeniería y reorganización en procesos y procedimientos, tanto macro como micro.
Con la salida de miles de personas del sector obras y manufacturas a la calle para trabajar, a todos nos toca aportar desde nuestra individualidad en asuntos como el autocuidado, la autoregulación y el tan cuestionado aislamiento inteligente, en una sociedad como la nuestra, que por su idiosincrasia no implementa estos tres aspectos fundamentales para preservar algo tan esencial como la vida.
Debemos estar juntos y unidos en medidas de protección y aislamiento responsable, pero no revueltos en los diferentes establecimientos y lugares de trabajo. Vale la pena reiterar que el virus estará pululando por varios meses más.
A las empresas sean pequeñas o grandes les llegó el momento de hacer un ejercicio sencillo y es realizar ajustes a horarios que conlleven a que los empleados no entren en tumulto al mismo tiempo a desarrollar actividades. De la misma manera, que el teletrabajo para las áreas administrativas sea algo continuo. Es decir, a los de salud ocupacional y talento humano les toca ponerse las pilas, innovar y capacitarse.
De lo anterior, se espera mucha inteligencia, no sea que ocurra lo que pasó en Bogotá con la línea 1,2,3 que sin seguir protocolos una de las funcionarias de personal, irresponsablemente autorizó a una de sus empleadas a regresar a labores inmediatamente se recuperó de coronavirus, sin un previo concepto médico para empezar a trabajar.
Estos ajustes tienen tan alto impacto desde el sector productivo porque haciéndolo con planeación van a descongestionar muy seguramente el transporte masivo y esperamos que no sigan los inhumanos tumultos.
Como ciudadanía no hay de otra, sino adaptar a nuestra cotidianidad aspectos como el distanciamiento social, eso de estar uno encima del otro, debe ser algo del pasado, así a unos les parezca una utopía. Pero si la gente no cuida su propia salud, es complicado. Claro está, que en un país donde poco se respeta la vida, esperemos a que se cambien los paradigmas.
Otros elementos que no pueden ser olvidados y que tienen que hacer parte de las nuevas prendas de vestir es el tapabocas y los guantes como protección y aislamiento de las diferentes superficies que deben rosar. Además de los antibacteriales en sus diferentes presentaciones.
En resumen, de la ciudadanía depende en un amplio porcentaje que cuando se empiece gradualmente a normalizar la productividad en las ciudades, no se genere otro brote del virus y que infortunadamente las autoridades tengan que regresar con las medidas restrictivas.