Julio Mario Santo Domingo III creció viendo en su casa a Keith Richards, guitarrista de los Rolling Stones, tirado en el suelo inconsciente después de una fiesta de tres días, a Yoko Ono intentando infructuosamente vender sus instalaciones imposibles, a Lenny Kravitz mostrando, por primera vez, su disco más famoso: Are you go my way. Su padre, Julio Mario Santodomingo Braga era un referente de la contracultura y el hipismo. Entre sus amistades se contaron galeristas tan famosos como el británico Robert Fraser, pintores como Andy Warhol, escritores de la altura de William Burroughs y Victor Bockris y, por supuesto, Mick Jagger. Hasta que murió de un cáncer en el pulmón, en el 2009, Santodomingo Braga asistió cada año a los cumpleaños del líder de los Rolling Stones sin importar a donde fuera la fiesta.
Allí creció Julio Mario, el pequeño hermano de Tatiana Casiragui - nuera de Carolina de Mónaco- hasta que viajó a estudiar a Suiza, la segunda patria de su padre, donde tenía otro lugar de encuentros en Ginebra. Concluido el bachillerato en el Ecole Internacionale regresó a Estados Unidos a estudiar arte en la Universidad de Boston. Con el cartón decidió, como su padre, darle rienda suelta a sus pasiones.
Con una fortuna de 2.000 millones de dólares, que lo coloca entre los jóvenes más ricos del mundo según Forbes, Julio Mario III, se instaló en un apartamento de 250 metros cuadrados por el que pagó $ 4 millones de dólares en el renovado distrito de Meatpacking, y soltó su gusto por la música, también heredado de su padre. Ni intérprete ni compositor decidió convertirse en DJ y convenció a su amigo, el empresario Hervé Larren, de montar una industria para el entretenimiento que les diera nombre como los mejores animadores de fiestas de Nueva York. Nació entonces en el 2007, las Sheik’n’ Beik.
Las mezclas de Dance sicodélico que lograba Santo Domingo III desde sus consolas le partían la cabeza al más cuerdo. En un par de años Julio Mario se cotizó como un influyente DJ con clientes como el millonario ruso Roman Abramovic, dueño del Chelsea. La fama trascendió fronteras para animar discotecas en Beirut, Londres, Rio de Janeiro y Bogotá.
En Buenos Aires, mientras tocaba en una fiesta, conoció, en el 2014, a la periodista de CBS Nieves Zuberbühler. Descendiente de una influyente familia de Argentina, relacionada con la nobleza inglesa a través del romance clandestino de su abuela Malena Nelson Hunter de Blaquier con Felipe II, el esposo de la reina de Inglaterra.
Un romance fugaz alentado por la necesidad de legalizar el status de la novia porteña en Estados Unidos terminó en boda en abril pasado. La boda discreta se volvió una fiesta de disfraces al mejor etilo hípster, siete meses después en el apartamento de Meatpacking.
Las discotecas de Europa lo anuncian para este verano y Julio Mario Santo Domingo III, siguiendo los pasos de su extravagante padre, es un ave nocturna que está cada vez más lejos del país donde comenzó la historia de una dinastía empresarial cada vez más ajena a sus raíces barranquilleras.