Para entender el contexto en el que, nuevamente, se presentará Julieta Venegas en Rock Al Parque, hay que charlar un poco sobre su trayectoria y recordar sus inicios. Cuando a fines de los noventa presentaba sus primeros éxitos llamados De mis pasos o Sería feliz y sumaba para la película Amores perros una de las canciones más preciosas de la música latina: Me van a matar.
Cuando comenzó su carrera como solista, Julieta era un bicho raro para el pop. Venía de cantar en una banda de ska llamada Tijuana No!, que paradójicamente el lunes también se presentará en Rock Al Parque. Con ellos compuso el primer y mayor éxito de esta agrupación, que actualmente se considera de culto dentro del rock mexicano: Pobre de ti. Pero Gustavo Santaolalla, el célebre productor que ayudó a moldear el sonido Juanes, se cruzó en su camino.
Aunque el productor argentino la acompaña desde su primer disco solista (Aquí de 1998), fue recién en el tercero llamado Sí donde Julieta comenzó a crear canciones más cercanas a los sonidos que en ese momento tenía el pop mainstream latinoamericano. De todas formas su música sonaba diferente y no sólo por su forma de interpretar el acordeón.
Canciones como Lento o Algo está cambiando tenían reminiscencias de ese pop juguetón con el que entonces Natalia Lafourcade estaba creando su propia marca, pero no sonaban tan adolescentes y mucho menos a copias de lo que estaba haciendo su colega. Tres años más tarde, firma con Sony y lanza un disco aún mucho más maduro llamado Limón y sal, que incluía la canción que dio nombre al álbum, la balada Me voy y un éxito con la rapera chilena Ana Tijoux llamado Eres para mí.
Creo que no sería atrevido decir que las tres canciones se convirtieron en los mayores éxitos de su carrera. Ana Tijoux, reconocida por Rolling Stone y Billboard, actualmente es una de las referencias de rap latino más grandes del mundo.
Una nueva instancia de consagración llegó con el MTV Unplugged, donde no solo impresionó con su bella interpretación acústica, sino que logró que casi todas las canciones se convirtieran en clásicos, incluyendo composiciones que no se difundieron de igual manera que otros sencillos como Ilusión o El presente. En ese disco tan querido y difundido por su público también participaron invitadas estelares como la rapera española Mala Rodríguez o la multinstrumentista brasileña Marisa Monte.
En 2010 todo se le juntó. Lanzó su disco Otra cosa y tuvo que salir embarazada a promocionarlo; para proteger su panza dejó de cargar el acordeón. Ahí es difícil saber qué fue lo que realmente sucedió y me encantaría poder preguntárselo el lunes a la artista. Los medios de comunicación se preocuparon más por su vida personal y por la relación con el padre de la niña que por su música, lo que podría explicar el cansancio de Julieta y el que haya decidido mudarse a Argentina en busca de una vida más tranquila.
Pero yo tengo una teoría complementaria, más ligada al análisis musical, que es el que más me interesa. En los últimos años el pop tradicional fue muriendo y en la actualidad casi todas las canciones de este género que suenan son urbanas o hechas por compositores urbanos. Por ejemplo, cuando Sebastián Yatra pegó Tacones rojos, muy pocas canciones de ese estilo estaban sonando en las radios.
¿Será que Julieta, quien desde sus inicios ya era un bicho raro para el pop latinoamericano, se dio cuenta que con el correr de los años cada vez iba a ser más difícil hacer el tipo de música que expresaba exactamente lo que ella sentía? Ninguno de los sencillos de Otra cosa pudo crecer tanto como sus anteriores éxitos y al escuchar el álbum –y detenerse en su título– es fácil inferir que el cambio que necesitaba la artista abarcaba todo… principalmente el aspecto sonoro.
Mientras criaba a su hija en Argentina hizo canciones cada vez más orgánicas y desnudas. Publicó Los momentos (2013) y Algo sucede (2015), donde está incluida Ese camino, el último de sus éxitos sola que tuvo la difusión antes acostumbrada.
Años más tarde conecta profundamente con una obra llamada La enamorada y le propone a su autor llevarla a una versión teatral. También le hace una banda sonora preciosa, que salió en 2019, con sutil instrumentación y acompañamiento orquestal. Poco antes de que estallara la pandemia, presenta su nuevo sencillo llamado Mujeres en la primera y única edición de los Spotify Awards. Un himno feminista de una letra poderosísima (“las mujeres se están revelando, los hombres no saben qué hacer"), que probablemente se apagó por el cambio de dinámicas promocionales propias de la cuarentena.
En 2021 fue convocada por Tainy –el productor de mayor impacto en la historia del reggaetón– para hacer una canción que terminaría llamándose Lo siento BB, en un juego de palabras con las iniciales de Bad Bunny, el otro artista invitado en ella. Tainy es gran admirador de Julieta y quizás eso fue clave para que ella aceptara montarse en el tema; pero a su manera y con su propio lenguaje. Por ejemplo, una de las frases de la primera estrofa es casi totalmente incomprensible para los oyentes convencionales del género urbano: “Ven sin miedo, sin barullo”. Barullo es un término bien argentino y bien propio del lenguaje del tango (lunfardo). Significa ruido.
Y la razón por la que les cuento todo esto es porque, como analista de música pop y autor de un libro de reggaetón, me parece demasiado simbólico que una de las artistas más grandes de la música latina se haya ido a mi país a buscar tranquilidad y nuevas formas de conectar con el arte; pero que al decidir volver a grabar algo con enfoque mainstream (un sonido más comercial), lo haga con el cantante latino número uno del momento. Que ni siquiera haya tenido que ir a buscarlo, que la unión se diera a la inversa.
Julieta Venegas aplicó la máxima de uno de los discos más famosos de Bad Bunny, el confiable "yo hago lo que me da la gana" y supongo que eso también demuestra que no solo es imposible medir el talento con likes, sino que la justicia tarda pero siempre llega. También en la industria musical.
Coda: El domingo se presentará Miss Bolivia, quien compuso una de las canciones de protesta feminista más difundidas de los últimos años: Paren de matarnos. Un poema visceral en clave punk que incluso llegó a ser interpretado por Adriana Varela, la mujer más importante en el tango argentino. No se pierdan su show en Rock Al Parque.
*Autor de ‘Reggaetón: Una revolución latina (2022).
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