Julia Salvi, la prima donna del Festival de música de Cartagena

Julia Salvi, la prima donna del Festival de música de Cartagena

Cómo una economista caleña se convierte en la gran dama de la música clásica en Colombia con el Festival que convoca a los mejores

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diciembre 12, 2015
Julia Salvi, la prima donna del Festival de música de Cartagena
Foto: archivo El Espectador

Si aún vivieran algunos de los compositores musicales clásicos más importantes que ha tenido la humanidad como: Bach, Mozart, Beethoven, Wagner, Chaikovski, Bartók o Stravinski, seguramente asistirían a la décima versión del Festival Internacional de Música que está a punto de llegar a la ciudad de Cartagena entre el 8 y 16 de enero de 2016. La revista Classic FM, lo catalogó como: “Uno de los eventos de la música más mágicos del mundo…”, el diario inglés The Telegraph sostuvo entre sus páginas que: “Era uno de los llamados de la música más importantes que tiene en la actualidad el planeta”.

Detrás de este evento en el que han estado los mejores pianistas internacionales, como Ramin Bahrami y Roberto Cominati de acuerdo con el diario The New York Times está Julia Salvi, la mujer que lo dirige, y quien no sabe cuántas millas de avión tiene por estar aprendiendo de lo mejor de los eventos musicales del mundo y adaptándolo a Colombia. Su vida sucede entre visitas a los mejores festivales del planeta, conferencias en Harvard, en aviones que la llevan de Colombia a Italia, de Inglaterra a Alemania, de Alemania a Nueva York y de Nueva York a su alma, como diría Gabriel García Márquez, su alma retorna al cuerpo un par de horas después de haberse bajado de él y en esos viajes ha encontrado innumerables músicos para traerlos al festival.

Hoy día ella dirige la Fundación Salvi, que preside y creó junto a su esposo, el recién fallecido Víctor Salvi, de tradición italiana pero nacido en Estados Unidos. Es dueña de una de las firmas constructoras de arpa Salvi Harps, que opera en Piasco, Italia, creadora del arpa que interpretó la reina en la película ´María Antonieta´ y que además fue encargada de construir el arpa real de príncipe Carlos de Gran Bretaña La familia Salvi se quedó con la empresa de mayor reconocimiento de arpas en Estados Unidos llamada, Lyon & Healy, lo que los ubica como los productores del 90 por ciento del mercado de dicho instrumento en el planeta.

Julia contó sobre por qué el Festival ha puesto a Colombia en la escena musical en el plano internacional como una de las mejores plazas de ese género musical.

¿Usted era una estudiante caleña de Economía en la Universidad Javeriana en Bogotá. Por qué no terminó?

Con 23 años me fui a Londres y me quedé allá, porque hubo un periodo un poco complejo en el cual supe que si no me iba ya quedaba rezagada. En ese momento se me hacía tarde. En esa época uno ya se había graduado y mínimo había salido del país. Y yo quería hacerlo.

¿Qué fue hacer usted a Londres?

Fui a estudiar inglés y también con el reaseguramiento que era un tema del que apenas se estaba hablando en Colombia. Era importante aprender el idioma, sabíamos que se venía una época en que sería esencial y hoy día si los jóvenes no hablan inglés les hace falta la  mitad para  ser ellos.

¿Cómo llegó usted a la música y por qué no se dedicó a los negocios?

Pienso que haberme casado con un hombre que no solamente fue un gran músico, emprendedor, y constructor de su instrumento, fue algo muy particular y complejo para mí. Cuando lo conocí, su mundo me atrajo fuertemente y se convirtió en el mío, lo que él hacía era parte esencial para el desarrollo de mi país.

Yo venía de una ciudad en la que la figura de Amparo Sinisterra de Carvajal o el mismo Álvaro Castaño Castillo que uno miraba, resultaban ser como si fueran de otro país. La vida cultural de nuestro país no era tan fuerte como en Inglaterra, Italia o Francia, allí se ve la cultura como una parte vital del ser ciudadano y eso hacía y continúa haciendo que los habitantes sean más civilizados.

Disfrutaba mucho de las tertulias musicales que se hacían en mi casa con mi esposo, con compositores como Nino Rota, quien compuso la música de películas como ´El Padrino´. Esos personajes le permitían decir a uno que la vida era extraordinaria y entonces comencé a admirar la vida de un músico, como uno admira la vida de un escritor o un pintor, era como ver a un Picasso y mi esposo tenía esos elementos. Vivir entonces al lado de él era una gran inspiración.

¿Cuándo fue la primera vez que usted tuvo conocimiento de su esposo Víctor Salvi?

La primera vez que supe de él fue en un verano. Me llamó un amigo que era abogado y su esposa escritora, ellos me hablaron de él y en Londres me invitaron para ir al Covent Garden, un restaurante en la pequeña plaza, nos encontramos y desde el inicio hubo una atracción muy bella y fuerte. Víctor le pidió a su amigo que me invitara con ellos a Oxford, en Inglaterra, a un concurso de arpas que se hace en la sala Hollywood, que para mí era un mundo totalmente desconocido y para él la realidad a la que pertenecía.

¿Cómo nace la idea de crear un festival internacional de Música en una ciudad dedicada al turismo?

Cuando comenzó el festival, Cartagena ya estaba constituida como lo que es hoy día, una ciudad restaurada para recibir el turismo y sobre todo restaurada en su centro histórico. Tener un teatro como el Adolfo Mejía, las capillas del Santa Teresa y Santa Clara, son suficientes para poder tener una idea de escenarios con una arquitectura parecida a las que se tiene en los pueblos europeos. Cartagena tiene esa característica de ciudad y arquitectura, sitios donde las personas se encuentran con temas culturales, como se vive en Gales donde nació el Hay Festival, o en  Spoleto, Italia.

En el año 2005 escogimos Cartagena para realizar un viaje como encuentro de familia, mi esposo recorrió la ciudad y descubrió que la ciudad tenía características especiales para un festival. Logramos conseguir un coro en Cartagena, pero entendíamos que el país tenía otras fortalezas, se creó Batuta con Ana Milena de Gaviria y cuando crece el interés de una transformación social del país desde la cultura, entendimos que estábamos preparados para recibir un festival con la sofisticación y nivel como es hoy el Festival de Cartagena.

¿Por qué siempre en las funciones del Festival se coloca atrás y no en la parte adelante?

Siempre lo hago, porque estoy cuidando hasta el último detalle. Cuando se ha trabajado un año entero y llega ese momento tan importante, hay que cuidar lo mínimo y estar al tanto de todo para ser capaz de salir adelante. Intentamos acercarnos a la  perfección.

Cuando usted toma un avión ¿qué siente si lee o escucha el nombre de Víctor Salvi?

Tomo aire y siento una gran tristeza, porque tenía dos alternativas, estar siempre a su lado, o estar al lado de la construcción de un país. Y eso hizo que  yo no pasara el tiempo que le hubiera gustado que estuviera junto a él. Y decidí, entonces, la segunda alternativa. Él me amaba y para mí la decisión fue muy difícil, pero acá estamos construyendo el país que queremos.

¿Usted sintió en algún momento que el concierto del 22 de mayo para conmemorar los 10 años del festival era la despedida de su esposo?

Víctor, soñaba con comprar el  Teatro Adolfo Mejía. Cuando estuvimos en la conmemoración de los 10 años del Festival, en la gala de lanzamiento, habían pasado ya 10 días de su fallecimiento. Una de las piezas con música de piano que escogimos dentro de aquel evento, era una de las piezas que se escuchó cuando lo cremaron, sin duda esa era su despedida. Un momento muy fuerte y soprendente, un tema de muchas coincidencias que me llegaron al alma, ese fue el sueño de su vida, llegar a construir un festival, él debía estar en Cartagena, pero eso ya no pudo ser.

¿De qué forma  cree que el festival se ha vuelto un referente mundial?

Ha dado a conocer un país con una mirada distinta, ha apoyado mucho la educación musical y en ese sentido los artistas son ahora embajadores musicales en el mundo.

¿Cuál es la mejor sensación de hacer el festival?

Lo hacemos por el futuro y la paz del país. Por la gente, por los jóvenes y por la integración social.

¿Es un festival de élite?

Las personas que tienen como pagar acceden a él, y gracias a esas personas, el 60% del festival es gratis. Ellos van y queremos que sigan yendo, porque son los pilares de nuestra economía en el festival. Asisten para ofrecer posibilidades a otras personas.

De los jóvenes con escasos recursos que la Fundación Salvi apoya, ¿cuál es la historia de superación que más le ha llegado a conmover?

La historia de Willmer, un joven que tiene que viajar una hora y media para tomar sus clases. Su espíritu, en medio de la pobreza tan fuerte que lo rodea y su dignidad se unieron a la  persistencia y crecimiento musical. Él estuvo en Irlanda en un festival de música céltica. Buscó por internet videos de cómo funcionaba un arpa de la cultura celta y aprendió a tocarla solo, ya que lo que él estudió fue el arpa llanera que es totalmente distinta.

¿Tiene el festival algún influjo social o impacto en la comunidad o se queda en los grandes escenarios?

Construimos una integración a la comunidad con base en el respeto, en contextos afectados por motivos como la violencia y el desplazamiento. Tenemos el deseo de entregarles un proyecto que pertenezca a ellos. Es un proyecto de apropiación y los ayudamos a educarse, y en la medida en que las personas conozcan más de la música, van estar más preparados para desafiar este mundo.

¿Por qué llevan conciertos a las cárceles?

Porque al igual que las personas que tienen la libertad de poder hacer lo que deseen con su tiempo, las personas que no lo tienen no se les puede privar del valor cultural y espirutalidad de la música.  Ese efecto tan fuerte te deja un poco de responsabilidad con la humanidad. Creo que si las cárceles tuvieran más música de Bach, Beethoven o Mozart, sus estados anímicos y pensamientos serían mejores.

¿Por qué trabaja por la música. Qué la impulsa?

Para calmar el alma. En una sociedad tan violenta como la colombiana, la riqueza espiritual que ofrece la música, sirve mucho a un país que ha vivido tanto tiempo sumergido en la violencia.

¿Cómo fue la experiencia de dictar una conferencia en Harvard sobre su gestión cultural del Festival Internacional de Música de Cartagena?

Fue un tema extraoridnario. Es como ir a la luna y hablar de lo que es la tierra, contar sobre los bellos árboles y ríos que tenemos. Uno puede creer que Hardvard lo sabe y lo tiene todo, pero no. A ellos les importa cómo vivimos, cuáles son nuestras necesidades reales y que es lo que hacemos para satisfacerlas.

¿Cómo puede funcionar la música o ayudar en el proceso del postconflicto?

En la conmemoración de los 10 años del Festival, cité una frase de Winston Churchill cuando le dijeron que debía quitar la inversión en la cultura y direccionarla a la guerra, y él dijo: “Entonces para qué estamos peleando la guerra…”.

Si no continuamos buscando las verdaderas razones y vías para integrarnos por la música,  sino nos reconciliamos por la cultura, lo más probable es que se haga difícil el camino para la paz. Cuando fomentamos el desarrollo de la cultura, permitimos que los jóvenes entiendan que el arte y sus múltiples vertientes son reales y necesarias.

¿Cómo se financia el festival?

El festival tiene un valor de más de 10 mil millones de pesos. Tenemos la fortuna de contar con la ayuda del empresas como RCN y la Organización Ardila Lülle, quienes han sido responsables y han tomado con absoluta seriedad e importancia el desarrollo del país desde lo cultural. Contamos con un grupo de personas, amigos del Festival que nos donan desde uno hasta 100 millones de pesos de acuerdo con su capacidad económica.

¿Cuál ha sido el momento más crítico del Festival y por qué?

Los momentos críticos se hacen evidentes cuando hay cambio de alcalde de Cartagena. Dependemos de ciertos permisos y del apoyo de la Alcaldía. Necesitamos más apoyo de la clase política de la ciudad, porque cada vez que arranca una administración es complejo y tenemos que empezar desde cero.

¿Cómo será el próximo Festival?

Vamos a celebrar los 10 años del Festival y nos vamos a enfocar en lo que significó la unión del viejo al nuevo mundo de América desde lo musical. Vamos a lanzar un libro para entender lo que era nuestra vida a través de la música, desde América hacia a Europa, adaptándonos a la realidad económica mundial.

¿Gabo fue alguna vez al Festival?

El maestro estuvo presente en el 2009. Tuve el honor de invitarlo y de tenerlo dentro del Festival. Le agradó mucho. Allí estuvo con su esposa Mercedes. Disfrutaron y estuvo feliz.  Haber tenido la presencia de Gabo fue como estar viviendo un mundo literario con sonidos. La escritura estuvo transportada a la música, esa música, esa parte de él era igual en temas literarios.

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