Hay un sector demasiado poderoso del que no se habla en Colombia: el periodismo.
Todos reconocemos los actores de la guerra en Colombia: guerrilla, la delincuencia común, los paramilitares, la misma policía y otros autores, todos tienen en común violación de los DD.HH. No obstante, el periodismo de los grandes medios colombianos ha pasado y sigue pasando de “agache”.
Este periodismo nos tuvo secuestrados durante décadas, nos secuestraron de la verdad, nos hicieron creer que Colombia era un paraíso, que éramos el país más feliz del mundo y todo eso gracias a unas políticas de fuego, en la que sangre corrió a lo largo y ancho de nuestra geografía.
Mientras los “barones” del periodismo con su pluma y micrófonos se enriquecían y llenaban sus paraísos fiscales con dineros recibidos por la venta de su ética y sus principios, los colombianos vivíamos en un país irreal. Así nos vendieron presidentes, congresistas, alcaldes, magistrados, fiscalía y los otros entes de control, así mismo como banqueros, industriales y empresarios como los paradigmas de la honestidad y la rectitud. Y luego nos encontramos con personajes como Néstor Humberto Martínez, como el caso Odebrecht, Karen Abudinen y el MinTIC, los Nule y el carrusel de la contratación, etcétera.
Pero llegaron las redes sociales, la socialización y globalización de la internet y como un castillo de naipes se les empezó a caer el reinado a esos medios corruptos. Los colombianos empezamos a salir del letargo. El problema de fondo no era la guerrilla, el “coco” que nos vendieron, el problema era y es la corrupción. A la sombra de los medios, no solo ellos se enriquecían con las migajas que les entregaba los políticos y los empresarios, sino que estos se encargan de desprestigiar a políticos, magistrados y demás personajes que realmente piensan en una Colombia en que quepamos todos., tampoco dan visibilidad a las voces de los alternativos que tienen una conciencia y una ética a toda prueba.
Actualmente, estamos pasando por días aciagos, donde las masacres de los líderes sociales, los reinsertados, los jóvenes que claman por sus derechos y todos los medios silentes. Siguen vendiendo la imagen de un país sabiamente gobernado por un presidente absolutamente incapaz de nada para celebrar.
Los nombramientos tanto en los cargos nacionales como en los internacionales son una vergüenza para Colombia. No hay día donde no se destape un torcido, un robo al erario, un juez y abogados que son “aboganster”, la justicia está totalmente postrada, y no se ve luz al final del túnel. Porque todos los medios de control judicial están arrodillados, y los medios de comunicación masivos haciéndole la cortina de humo.
Desafortunadamente, la prensa alternativa está en línea y no todos tienen acceso a internet, porque es un servicio privado y el costo es oneroso para la mayoría de la población.
Otro hubiera sido el cantar de los cantares si la prensa hubiera asumido el papel que históricamente tiene de ser un medio de información, libre y neutral emitiendo las noticias y las informaciones como realmente son. Este no es caso porque la prensa pertenece justamente a personajes siniestros que se escudan detrás del cuello blanco para seguir haciendo de Colombia un Estado fallido.
Así las cosas, los periodistas en las páginas editoriales y los de los micrófonos están en deuda con la sociedad colombiana y deberían ir a la Comisión de la Verdad y decir públicamente quién les da las órdenes para secuestrarnos de la verdad y la justicia.
Oyendo y leyendo a periodistas se siente una profunda lástima por esos personajes que vendieron su alma al diablo por monedas, si lo hicieron por no pasar hambre, han debido entrar al rebusque como millones de colombianos, si lo hicieron por ambición, también les llegará la hora, porque nada queda oculto entre el cielo y la tierra.
Recuerdo una entrevista radial de un “barón del periodismo” en la que, cuando el entrevistado le mencionó la expresión 'paraíso fiscal', el comunicador lo despidió y lo sacó del aire, porque le cayó el guante. Las deudas tarde o temprano se tienen que pagar y tenemos derecho a la información sin manipular y también derecho a justicia y verdad.