Los gobiernos del Atlántico y Barranquilla, debido a que no han sido capaces de manejar más o menos bien la problemática relacionada con la pandemia, ahora tratan un problema de salud pública como si fuese un asunto de orden público. Ello evidencia que están dando palos de ciego y que no tienen la más mínima idea de cómo tratar el problema. Un ejemplo simple de lo anterior son los continuos cambios en la estrategia y en las tácticas aplicadas, tal como ha sucedido con el pico y cédula.
Esto es producto de una especie de divorcio entre la realidad de lo que ocurre en el territorio, en las comunidades y lo que los gobernantes creen que está sucediendo o quieren hacer creer a la gente que está sucediendo.
La actual situación de colapso ante la emergencia sanitaria muestra claramente la inexistencia de liderazgo, por lo que los ciudadanos no sienten confianza en sus gobernantes, sobre todo porque se sienten abandonados, dejados a su suerte. En una ciudad con un 60% de informalidad, cuando, mal contados, medio millón de personas salen todos los días a la calle a “rebuscarse”, no podemos hablar de lo que el gobierno ha llamado “indisciplina social”, aunque si la ha habido, no es el gran problema como lo quieren vender. Ahí tenemos como último ejemplo el paseo de las reinas y la familia de una de estas. Eso sí es volarse las reglas, pero vea usted, ninguno fue sancionado, al menos hasta ahora.
Ese medio millón de personas, sin contar con los que vienen de los otros municipios del Atlántico y de otros departamentos a buscarse el día a día, no tienen forma de quedarse en casa, de ellos depende que sus familias coman (y algunas no lo hacen tres veces al día según Cómo Vamos) y para que coman deben salir a buscar el sustento. Ese es un problema estructural de nuestra sociedad que los gobiernos no han querido reconocer y que no han querido tener en cuenta en la lucha contra esta peste que nos flagela.
No solo hace falta contar los contagiados y los muertos que deja esta enfermedad, es necesario tomar medidas inteligentes que respondan de manera específica a lo que está ocurriendo. ¿De qué sirve crear guetos en ciertos barrios o zonas si la gente no tiene que comer? ¿Será que no se van a volar? Esa medida es ineficiente y viola libertades civiles. Prácticamente están tratando a la gente como al ganado. ¿No sería mejor aislar a la gente en los hospitales de campaña que están listos hace semanas?
Definitivamente enviar a los contagiados por COVID-19 a sus casas (yendo en contravía del aislamiento propuesto por los expertos) y haber dejado la responsabilidad de la pandemia en los ciudadanos ha sido el gran error de los gobiernos departamental y distrital.
Las medidas deben responder a tratar de evitar más infectados y muertos con garantías para la gente, porque lo que vivimos es una pandemia, no una asonada, ni una sublevación. La incapacidad de los gobernantes para resolver los problemas no debería continuar paliándose con el irrespeto a los derechos humanos y las libertades civiles. Jugar a los dictadores no servirá para evitar que la gente muera.