El papá de Dostoyevsky tenía una granja y un puñado de campesinos a los que golpeaba cada vez que se le daba la gana. Los desafueros de los señores contra las almas fue una de las causas de la caída de la monarquía en Rusia. Un día, los siervos se rebelaron y a la entrada de su hacienda despedazaron a Mikhail Dostoyevsky. Fiodor, su hijo menor, vio los pedazos de su padre y jamás volvió a ser el mismo. Dicen que poco después, visitando un museo en Italia, mientras veía un cuadro de Tiziano, quedó absorto, pálido y sintió por primera vez el placer indescriptible que precede cada ataque de epilepsia. La escritura era lo único que aplacaba sus demonios.
Dostoyevskiano es un sinónimo de lo más bajo de la escala humana. Sus personajes, sacados muchas veces de la crónica roja, tenían partes de su alma. Él era Rodion Romanovich Raskolnikov, el estudiante que dormitaba su fiebre en un cuchitril piojoso en donde elucubraba el asesinato de una usurera, era Aliosha Kamarazov y su fiebre mística, era la bondad casi idiota del príncipe Miskhin y podía ser tan ruin y despiadado como Svidrigailov. Este personaje, el primero en la literatura universal en abusar de una niña, era, en muchos sentidos, el retrato de Dostoyevsky.
Fervoroso católico ortodoxo a Dostoyevsky lo movía la culpa. Era su motor de trabajo. Fiodor tenía razones para no dormir en las noches. Su gusto por las jovencitas es un asunto probado y sus biógrafos han mostrado como uno de sus rasgos más notorios su pasión por el juego. Con el amor de su vida, Apolinaria Suslova, la primera mujer en graduarse de medica en Rusia, viajó por Europa y al llegar a Italia la dejó en su hotel y perdió hasta el último rublo jugando a la ruleta. Ni siquiera le importó el desprecio que le dispendió la mujer amada. Sin un peso, devastado, redactó una de sus mejores novelas, El Jugador.
Antes de Dostoyevsky las afujías económicas no era un tema que interesara demasiado a los protagonistas de las novelas. La razón de la angustia de Rodion Romanovich es precisamente esa: ¿de dónde levanto el billete para seguir la carrera derecho, para que mi hermana Dunia no se prostituya para mandarme plata? En el caso concreto de Crimen y Castigo Fiodor había aceptado el leonino contrato de un editor inescrupuloso que lo esclavizó y lo obligó a entregarle los derechos de sus obras. Es que cuando tienes deudas de juego es muy difícil encontrar la paz, pensar en un plan sin caer en la desesperación. Dostoyevsky es el prototipo del escritor atormentado por sus demonios, el que se aferra a su arte para no morir, para no sucumbir ante sus demonios.
Desde que entregó su primer manuscrito, Pobres gentes, al crítico más importante de Rusia, Bielinsky, siempre se debatió entre los caprichos de una crítica que siempre lo subestimó. Sólo en su última novela, la colosal Los hermanos Karamazov, pudo obtener el reconocimiento que se merecía: estar a la altura de Tolstoi, la gloria de ese país. Dostoyevsky murió a los 60 años, el 9 de febrero de 1881, justo cuando comenzaba a cosechar las flores que su trabajo debió darle en edad menos madura. Sin embargo su tragedia no terminó con su muerte. Cuarenta años después cuando Lenin y su revolución se apoderaron de Rusia, Dostoyevsky fue condenado al ostracismo, sus obras prohibidas y a su esposa se le condenó a morir de frío en un sótano, en el invierno mas duro que recuerde la Madrecita Rusia. Doscientos años después de su nacimiento su nombre no sólo ha sido reestablecido y convertido en una de las glorias de la Literatura Universal sino que este siglo, el que transitamos, se vislumbra como uno de los más dostoyevskianos de todos. Fiodor está más vivo que nunca.