Juegos de guerra ¡Juegos de villanos!
De niños todos jugamos a la guerra con un palito que hacía de pistola, recuerdo que a veces gritaba ¡no me mates más que ya estoy muerto! Y nuestra madre nos reprochaba diciéndonos: "juego de manos, juego de villanos".
Hoy traigo a la memoria esa anécdota y la relaciono con los juegos para niños en esas sofisticadas maquinitas de videojuegos donde los contendientes hacen un despliegue inusitado de tecnología para aniquilar al oponente, jugando a matar.
Los estamos educando para competir, para la guerra, para la muerte, no para la paz, no para la vida y después nos extrañamos y los reprochamos porque hacen "bullying"
Las noticias en nuestros días están llenas de esos juegos de guerra donde una potencia con sus máquinas de la muerte se acerca peligrosamente a la frontera de otra potencia y ésta responde abordando al oponente con toda la tecnología de sus armas de destrucción, de guerra, obligando a sus aviones o portaviones destructores, el nombre lo dice todo, a retornar a su espacio, se muestran los dientes igual que perros bravos peleando por su territorio.
Parte de este juego macabro son los ejercicios de guerra, simulacros costosos para asustar al enemigo, parecen niños malcriados, jugando a destruir el mundo. Estos absurdos ensayos pueden terminar en aquello de juego de manos juego de villanos.
Comportamiento que tiene una explicación, la insaciable necesidad de enriquecerse de los fabricantes de la muerte produciendo armas, que gracias a los desarrollos tecnológicos pronto quedarán obsoletas y entonces los países del tercer y cuarto mundo se endeudarán de por vida, para comprarlas, con el falso argumento de la defensa de sus fronteras, sosteniendo además ejércitos que no tienen trabajo más que el de dar golpes de Estado y que los pueblos los pagan con impuestos y explotación, aceptada a lo largo de la historia.
Inexplicablemente los presupuestos de guerra “defensa” son mayores que los de educación y salud, que es el presupuesto para la paz.
Pero ahí no para la gravedad de estos juegos pues por accidente o por decisión unilateral puedan terminar en un invierno nuclear como ya lo han previsto personas que se han ocupado seriamente de analizar esta temática.
Sobre esta absurda realidad algún cortesano oriental escribió una obra clásica, lectura obligada de aprendices de matón, que se llama El Arte de la Guerra.
Matar, llevar dolor, destrucción y hambre a un pueblo ¡que absurdo! convertir tanta miseria humana en un arte.
Increíble hacer de la guerra un arte cuando debería ser repudiada por todos los seres humanos que amemos la vida y a la naturaleza que nos la regala. La naturaleza nos grita ¡no me mates más que ya estoy muerta! Sugiero leer La Venganza de Gaia.
Y claro que si se desata un invierno nuclear no habría problema porque todos estaremos muertos pero, repitiendo la frase de un líder negro asesinado, debo decir que “mientras esté vivo sembraré mi árbol de manzano” el de la esperanza.
Podrán hacer alarde de tecnología, pero jamás podrán sus aviones espías repetir el vuelo multicolor del colibrí, ni sus destructores igualar a mi barquito de papel en el que alguna vez soñé viajar por el mundo entero sembrando semillas que serán la mejor garantía de paz.