Intrigas, conspiración, alianzas, traiciones y muertos a granel es lo que nos ha dejado esta serie cuya séptima temporada ya está en marcha por medio de su majestuosa (diría el maestro Juan Gabriel Vásquez) maquinaria de espanto.
No podemos negar que el universo creado por George R.R. Martin es una muy bien lograda analogía de la realidad de cualquier gobierno del mundo en cualquiera de las innumerables etapas de su desarrollo. Pero el gran éxito (global) de esta historia nace en la conciencia propia de su autor a la hora de entender que a una vida (la de cualquiera) no la define una simple riña entre el bien y el mal, como evidentemente lo entienden la mayoría de autores de medio pelo que atiborran el mercado con creaciones que dejan muchísimo que desear; sino la cantidad de matices que van generando los diferentes tipos de decisiones a los que dicha vida debe enfrentarse durante toda su existencia.
No vivimos entre buenos ni malos sino entre personas que actúan según sus propias circunstancias. Y como el mismo Martin lo dijo en alguna entrevista: "El villano es simplemente el héroe del otro bando". Dicho esto, lo difícil entonces, es discernir las decisiones correctas de las equivocadas, pero ante todo entender el por qué las personas tomamos estas decisiones (a sabiendas muchas veces de que no son las más apropiadas). ¡Ojo! Los corruptos del país no son héroes de ningún bando, esos sí son villanos villanos.
Podría gastar estas líneas enumerando una inmensa diversidad de símiles con los cuales establecer un punto de comparación; sin embargo me limitare al aquí y ahora de nuestro país como punto de partida.
Al igual que en la trama de Canción de Hielo y Fuego, nuestra actualidad contiene un trasfondo complejo que ha sido trazado por las decisiones que gobernantes y gobernados han tomado a lo largo de siglos. Por supuesto, a diferencia de Westeros, en el mundo "democrático" en el que vivimos, son las minorías las que le han dado poder a todos aquellos que han movido los nefastos hilos del poder Colombiano. ¿Pero con bases en qué? Y es allí donde nos damos cuenta que esa maquinaria de espanto titulada: Juego de Tronos nos deja un centenar de lecciones valiosas que debemos aprender y aplicar a nuestro día a día sí en verdad esperamos sobrevivir esta batalla fija que significa la cotidianidad de una nación eternamente gobernada por corruptos y tiranos, y no me refiero a aquellos que han entrado y salido del palacio de Nariño, no, sino a nuestros propios antepasados que los han puesto allí.
¡Colombianos! hemos tenido gobernantes corruptos, sí; aun los seguimos teniendo, pero ¿No es justo creer que más corruptos somos nosotros que los hemos puesto a gobernar? Presidente tras presidente, senador tras senador y la misma rueda aún sigue girando ¿Cómo es que nuestra propia historia aún no ha logrado enseñarnos a jugar bien este juego de tronos que llevamos jugando y perdiendo desde los días del grito de independencia? Ese en el que “o vives, o mueres” y sí, usted y yo seguimos viviendo (por ahora) pero ¿cuántas muertes van?
Al igual que en la serie, nuestro destino (aunque en nuestras manos) es, e irónicamente siempre ha sido incierto. Shame, ¡Shame! Estamos perdiendo el gran juego; lo estamos perdiendo desde hace un largo rato, y aunque hemos tenido pequeñas victorias, realmente son más las derrotas y los autogoles que nos hemos hecho. ¡Eso sí! Todos los días (en nuestra infinita caminata de la expiación) nos recordamos la corrupción que pulula entre el gobierno, todos los días nos andamos quejando de los mismos con los mismos, que la mermelada por allí, que el trasfuguismo por acá, que este mintió, que aquel no cumplió. ¿Y qué pasa al día siguiente? El fulano o la mengana siguen rampantes subiendo en esa escalera del poder que alguna vez Lord Baelish le mencionaba a Varys.
Me gustaría creer que hemos tenido uno que otro Stark (Justo, honorable, correcto) alguna vez al mando, no lo sé (en mi corta vida sé que hemos estado a punto), de lo que sí tengo total certeza es que solo hemos tenido Lanisters, Greyjoys, Boltons, y con vergüenza (¡Shame!) me arriesgo a decir que en su gran mayoría han sido Little Fingers: alimañas que al verlas he llegado a sentirme admirado de ellas y vilipendiado por mis propios padres y abuelos, y hasta por mí mismo. ¡Confess!
Recuerdo que la primera vez que tuve oportunidad de votar no lo hice, ¡Shame! "¿Eso pa' qué?". Recuerdo que sí hubiera votado, lo habría hecho por Mocus, eso lo tuve claro desde el principio. Me gustaban sus propuestas (las pocas que había escuchado), admiraba su espíritu rebelde y autentico, no le importaba desafiar a "los de arriba", pero ante todo, me inspiraba su valentía y su coraje. Al igual que muchas personas, yo me sentía realmente representado por sus ideas y sus metodos, pues entendía (y entiende) al pueblo mas de lo que muchos de nuestros lideres del pasado y presente jamas lo han hecho. Sé que leyendo estas lineas y recordando aquel día, poco mas de 7 años atrás, quizá usted haga ese gesto de lastima que siempre nos sale cuando sabemos que la cagada no se puede remediar. Lo entiendo. Yo también me he sorprendido haciéndolo al recordar que ese día acompañamos a mi papá al puesto de votación, el mismo para los tres votantes hábiles que íbamos en el vehículo (mi hermano aun era menor de edad), pero justo antes de bajarme del carro, mi papá le pregunto a mi mamá si iba a votar y ella respondió: ¿Eso pa' qué? Siempre quedan los mismos con los mismos, un voto más, un voto menos.
Y entonces pensé que tenia razón, pues en este país cualquier intención o intento por cambiar las cosas concluye generalmente en un "¿Eso pa' que?", así que no voté, me quede sentado viendo como él se alejaba y luego viendo también como volvía. Y en los cuatro años que le siguieron, cada vez que veía, oía o leía alguna nueva cagada de Santos no deje de pensar nunca que el profesor Mocus pudo ganar, ¡pudo! Pero no lo hizo porque la corrupción pasiva de millones de "compatriotas" (entre los que me incluyo ¡Shame!) hizo su efecto, como siempre lo hace y termino dándole la razón a mi mamá. Quedo el que se esperaba que quedara y yo pensé a modo de excusa: "Mi voto no hubiese hecho la diferencia" (Estoy seguro que otros tantos millones se consolaron y auto-excusaron pensando la misma estupidez). ¡Shame!
¿Qué nos pasa colombianos?, ¿acaso es lo de Theon Greyjoy?, ¿acaso estamos demasiado rotos como para levantar la voz y ponernos realmente de pie?, ¿demasiado traumatizados por nuestro pasado como para que no nos importe defraudar a nuestra familia, a nuestro país y hasta a nosotros mismos?, ¿la costumbre al miedo nos quito la indignación ante la cobardía propia? ¿En eso se ha convertido nuestra bandera y estandarte?
El problema real de nuestra nación no son sus gobernantes. Somos nosotros, es la ignorancia e indiferencia resignada con la que decidimos elegirlos, el inconformismo pasivo con el que permitimos que nos manipulen descaradamente para satisfacer sus propios intereses y luego salgan impunes dispuestos a continuar subiendo la escalera. El problema, también, son muchos otros malos hábitos mentales heredados, (varios de los cuales desembocan en el "¿Eso pa' qué?"). Ha sido así por décadas, sí, pero el que algo haya estado mal por décadas, no justifica el hecho de permitir que siga estando mal. La corrupción diaria no se convierte en buena solo por que nuestros padres y abuelos se la hayan aguantado o se hayan sentido maniatados para detenerla, o porque algunos de ellos nos digan "¿Eso pa' qué?". Su indiferencia o/u impotencia no convierten en buena ni justifican la nuestra.
Sé que el ejemplo empieza en casa, pero también sé que sí usted esta leyendo esto y ha llegado hasta este punto, es porque esta lo suficientemente grande como para no sentirse ridículo sacando las mismas excusas pingas de sus papás. Ahora, Sí no es su caso, excúseme; y sí es uno de los pocos que esta haciendo algo por remediar todo esto y sacarnos del pantano, déjeme felicitarlo, sé que no se siente como tal, pero usted es un héroe y no esta solo en la lucha aunque la mayoría de veces todos los demás le hagamos sentir que lo está. Le pido por favor que jamas se rinda, que nos disculpe y ante todo que nos tenga una inmensa paciencia, pues en un país hundido en el lodo no es fácil distinguir héroes de villanos.
A todos los demás, por favor piensen en el peso de las decisiones que toman. No votar parece no ser la gran cosa, y aunque la actualidad excusé a diario el "¿Eso pa' qué?" de mi mamá y de millones de personas, no hacer nada también nos convierte en corruptos. No hacer nada nos quita el derecho de crucificar a quienes sí lo hacen y fallan en el intento, ya sea por error o porque combatir el lodo entre el lodo y sin aliados deja a nuestros héroes como Mocus, en el mejor de los casos, o como a Ned Stark, en el peor de todos.
Aun falta un largo camino para las elecciones del otro año, pero es precisamente por ello que me parece oportuna toda la cantaleta que le he venido dando. No hay buenos ni malos así no mas, sino un mundo sucio ensuciado por nosotros mismos y por una razón, víctimas que fácilmente se convierten en victimarios por una razón, muertos inocentes por una razón, culpables libres por una razón, héroes reducidos por una razón y villanos empoderados por una razón. Los tercos y necios solo han visto blancos y negros, liberales y conservadores, guerrilleros y paracos... etc. Y todos justifican a todos según las conveniencias o alianzas del momento para luego volver a quejarse y llorar en el mismo pantano en el que siempre hemos estado, reconociendo el vergonzoso engaño con la derrota que significa el empezar a decir "¿Eso pa' qué?".
No lo haga, no lo diga, no se rinda. Sí se cayó, levantese; sí se equivoco, rectifíquese; sí lo engañaron, infórmese, pero no se de por vencido, no deje de indagar.
Cada vez que Uribe abre la boca y usted traga entero, usted mismo se autosabotea. Cada vez que Santos abre la boca y usted traga entero, igual. Cada engaño del que usted se convence no lo convierte en una pobre víctima mas de estos políticos desgraciados que abusan de nuestra inocencia, ¡NO! sino en un idiota mas que marcha como un zombie en las filas de fulano o sutano sin saber muy bien por qué.
A nuestros escasos héroes no les queda fácil salvar a quienes no quieren ser salvados ¡Que la inocencia no sea su excusa! Abra los ojos y dese cuenta que en un país como el nuestro, nadie puede darse el lujo de alegar inocencia. Todos somos culpables y en mayor medida los que no hacen nada.
Elija hacer algo por favor, elija decidir, decida ahora y decida bien.