Si usted es uno de los colombianos que cree que Vargas Lleras le “regaló” una casita y piensa votar por él, en caso de estar habilitado para lanzarse a la presidencia, le recuerdo que después no tiene derecho a quejarse por los "coscorrones".
Este país se asemeja a este juego de ficción donde se tiran los dados y ocurren sucesos inconcebibles, ya que la ciudad se convierte en una selva donde gana el más fuerte. La peyorativa participación de la sociedad alentada por la tergiversación de la realidad para no hacer frente a los problemas que nos invaden, hacen que en Colombia nos preocupemos más por la "ballena azul" que por los "elefantes blancos". Muy seguramente su ciudad también los tiene, pero usted no lo sabía o no es de su interés.
Conmemoramos a los ídolos musicales que han fallecido en trágicos accidentes y salimos a corear sus canciones, pero nadie sale a cantar arengas al unísono el 25 de mayo, porque no sabemos qué conmemoramos ese día. A esta fecha ya ni se acordarán de Rosa Elvira Celi. Mientras tanto las mujeres siguen amenazadas y desprotegidas por el Estado. Sin embargo, no importa, hagamos un monumento en honor al "Gran Martín Elías’.
Así como a Samper le gusta escribir con "sarcasmo", a mí me gusta meter el dedo en la llaga.
Lo más jugado
De niño jugaba con la tranquilidad e inocencia que representaba esa etapa de mi vida, sin concebir perjuicio alguno. No obstante, en la actualidad estos juegos ahora pasan a ser más jocosos y bufonescos. Así que a continuación hago una recopilación de los más populares, esos que todo colombiano alguna vez ha jugado:
La gallina ciega es el juego convocado por el Centro Democrático y Alejandro Ordoñez, para él nos citaron a manifestarnos para alzar nuestra voz contra el cáncer de la corrupción que tanto flagelo causa a este país. Irónicamente fuimos llamados por el mismo personaje que le gustaba jugar al teléfono roto con el DAS y que se hacía pasar por uno de los tres chiflados cuando era procurador, evadiendo su responsabilidad de investigar los casos de corrupción como Reficar.
La lleva que juegan Uribe y Santos es tal vez la más pedante y fastidiosa que hemos tenido que soportar. El que alguna vez fue ministro del expresidente Uribe le echa la culpa a este de todos los males que hoy padece Colombia. Y por su parte, Uribe se queja de Santos por el proceso de paz.
Y ni hablar de El Gato y el Ratón entre Andrés Felipe Arias y la justicia colombiana que parece que ya lo atrapan, pero termina saliéndose con la suya.
Pero es tal vez El Parqués el más popular de todos. Se conjugan las estrategias y alianzas para meter a la cárcel a los contrincantes y así el jugador pueda "soplar" la ficha del oponente y enviarlo a la celda. Algo parecido a lo que sucedió con los paramilitares que prendieron el ventilador y salpicaron políticos y empresarios, abriendo procesos investigativos contra ellos y enviando a otros a la cárcel. Lo malo es que con una "buena mano" pueden salir de nuevo.
El último juego que también es popular entre los millennials no es precisamente la ballena azul, sino La verdad o se atreve entre las FARC-EP y el pueblo colombiano. En esta etapa de la posverdad quedan huecos sin llenar y dudas en el aire que ponen a juicio este proceso. Las recientes caletas de armamento confiscadas por el ejército, que se supone deben ser entregadas en su totalidad en el proceso de dejación de armas, me llenan de dudas sobre lo pactado en la Habana, pero sobre todo de alcanzar esa paz estable y duradera. Ojalá no terminemos como Simón el Bobito.
¿Ahora a qué jugamos?
La desenfrenada maquinaria del clientelismo y su poder de persuadir al colombiano hace que esta técnica de juego sea una de las más acertadas para ganar.
La mediación ayuda a construir opinión pública y a moldear la realidad. Genera reflexión y cuestionamientos a través del sensacionalismo político, invitando a una insurgencia en la sociedad colombiana para concebir un cuestionamiento de las cosas que nos dicen, y de esta forma no creer más en las cadenas de WhatsApp.
Concebir un juego más limpio, más justo. Los medios y los comunicadores debemos ser actores sociales del cambio con la implementación de un cambio de razonamiento crítico, en la medida de lo posible, ya que todos los medios trabajan para algunos intereses. Ese debe ser nuestro compromiso con la sociedad.
Juguemos a ser menos perceptivos y más protagonistas, y que la experiencia del pasado sea la que sostenga la construcción de un nuevo futuro, pero esta vez sin juegos.