Hay trabajos peligrosos. Cuando Bernardino Ramazzini publicó su clásico De morbis artificium (Sobre las enfermedades de los artesanos, 1700) describió las enfermedades más comunes en cincuenta ocupaciones: mineros, fabricantes de jabón, pescadores, nodrizas, etc. Desde entonces ha avanzado mucho la medicina ocupacional y conocemos todo tipo de enfermedades asociadas a distintas actividades laborales. Pero posiblemente sea más peligroso no trabajar.
Ese es precisamente el título de una nota reciente de la BBC: “Retirarse es peligroso para la salud” (16 de mayo, 2013). Se basa en una investigación de Gabriel Sahlgren, economista de Cambridge especializado en microeconomía y economía política. Sus cifras indican que jubilarse disminuye el sentirse con salud excelente o muy buena en un 40% de las personas, aumenta la posibilidad de sufrir depresión clínica en un 40% y aumenta la posibilidad de ser diagnosticado con una enfermedad orgánica tratada con fármacos en un 60%. Inmediatamente tras dejar de trabajar hay una pequeña mejoría en el estado de salud pero poco después, en los tres años siguientes precisan algunas investigaciones, este bienestar decae significativamente. Todas estas mediciones pueden reflejar simplemente la entrada a la tercera edad y sus consecuencias. Pero si observamos a nuestros parientes y conocidos llegar a su esperada jubilación parece cierto que dejar de trabajar enferma. Muchas historias personales lo confirman.
El riesgo de depresión al pensionarse es muy real y algunas personas sorprendentemente temen dejar de trabajar. En una entrevista una señora decía sinceramente “es que fuera de este oficio no sé que hacer”. Yo no me he retirado pero sufrí, quienes me conocen saben por qué lo digo, un año sabático. Cuando uno ve transcurrir los días entre el sofá, esta silla y aquella mecedora se está peligrosamente cerca de una depresión clínica. Si además no puede salir mucho porque ha enfermado seriamente (mi historia personal) el peligro es evidente. Un elemento fundamental de los problemas tras la jubilación es el aislamiento social. Uno no sabe el valor del aburridor trabajo y los irritantes compañeros de oficina hasta que los pierde.
El título de un reciente artículo en el portal Slate (23 de agosto, 2013) lo dice casi todo: “La soledad es mortal: el aislamiento social mata más gente que la obesidad y también se considera vergonzoso”. La soledad dobla el riesgo de morir prematuramente. El aumento de mortalidad asociado a ella es similar al del fumar y dos veces más que el de la obesidad. El aislamiento compromete la función inmune, exagera la inflamación agravando la artritis, la diabetes del adulto y la enfermedad cardiovascular. Todas estas son asociaciones estadísticas y no se tiene explicación causal completa de ellas. Pero vale la pena tenerlas en cuenta pues el sentimiento de soledad y aislamiento social se ha doblado en los últimos años.
Facebook, frecuentado ya por muchos abuelitos, no ayuda mucho. Por el contrario Facebook puede estar entristeciéndolo (ABC News, 16 de agosto, 2013) Cuando usted navega por las redes sociales encuentra usualmente un registro de eventos positivos en otras vidas no en la suya. Ahora se describe una nueva fobia: FOMO Fear Of Missing Out, o en español miedo de haber sido dejado fuera. Imagine que usted recién se ha pensionado y encuentra fotos de uno de sus antiguos compañeros en un crucero por las islas griegas o se da cuenta que sus nietos estuvieron de paseo cerca de su ciudad y no lo visitaron. A mí no me ha pasado nada de esto pero creo que disminuye claramente la autoestima, el sentimiento de bienestar y quien se cree aislado o triste tiene más problemas de salud. Como se dice la envidia buena o mala, el virus de la envidia humana o VEH, mata mucha gente.
Estos son alguno de los peligros al jubilarse pero consideremos también la otra cara de la moneda ¿qué ocupaciones laborales están asociadas a una vida más corta? Por supuesto eso está relacionado con el entorno físico y social donde se ejercen los distintos oficios pero veamos los resultados publicados este año de una cuidadosa investigación de los obituarios del New York Times (QJM, An Internacional Journal of Medicine, vol 106, 6: 517-521). Los resultados sorprenden. El promedio de vida más corto se encuentra en atletas profesionales, artistas y personas que trabajan en oficios creativos. El promedio de vida más largo en políticos, hombres de negocio y militares. Imagino que será distinto en Colombia pero la principal explicación de los autores es asociar la longevidad a vidas reguladas de estilo conservador. En otras palabras escoja un trabajo aburridor y vivirá una vida larga, lenta, agotadora. Podría decir algún gracioso que si es peligroso trabajar y no trabajar prefiere morir no trabajando. Pero si va a jubilarse analice su estilo de vida y haga cambios saludables en él. Por ejemplo, seguir trabajando aunque sea por los laditos.