El título de esta nota es el sueño que impulsa a muchos jóvenes colombianos a exigir que: 1. Se “reparta” la fortuna amasada por generaciones de trabajadores y emprendedores; 2. Se confiera un salario mínimo legal vigente como “renta básica permanente” a cualquier colombiano mayor de edad y sin trabajo y 3. Se subsidien los servicios básicos, el estudio, la salud, la recreación incluida tiquetes y hoteles. Y así, en un país de jubilados a los 25 años comenzar a hacer lo que les dé la gana.
Ese es el nuevo sueño americano de muchos chicos colombianos, creyentes a ultranza de que hay que repartir lo de los ricos antes que generar la propia riqueza; de que es necesario subsidiar, pero no dicen de dónde saldrá el dinero para hacerlo y, por supuesto, que si el dinero no alcanza, pues que se impriman billetes 24/7 hasta lograr el milagro.
No lo he inventado. Está en las propuestas de la autodenominada primera línea vandálica que azota y destruye los bienes públicos; está también en las propuestas de un conocido senador que sueña con hacerse al botín –qué digo– al poder en 2022.
Pues bien, les tengo malas noticias: el mundo no se va a robotizar ya mismo y, por lo tanto, las máquinas no van a realizar el trabajo mientras los demás descansamos en casa. Se estima que en 2030 los robots tomarán 20 millones de empleos de fabricación, mientras que en el mundo existen 3.300 millones de empleos.
La otra mala noticia es que trabajar proporciona, además de dinero para la subsistencia, una felicidad altamente creativa. Hagan el intento de levantarse a las 5:30 a. m., tender la cama, preparar el desayuno, salir a observar el amanecer y recibir el frío de la alborada… Y así por 30 días hasta que llegue su primer pago que los hará sentirse felices, útiles y hasta generosos.
Y la tercera es que el Estado colombiano no cuenta con los recursos para subsidiar al 70 % de la población, ni siquiera al 10 %, de manera permanente. Es más, ningún Estado del mundo está dispuesto a subsidiar a sus jóvenes de manera permanente. Les va a tocar, como a ese 30 % que se sueñan que trabaja y trabaja para pagar los subsidios, comenzar a dejar de lado eso de jubilarse a los 25 y buscar un empleo, emprendimiento, negocito, camello o como quieran llamarle.
La “máquina de hacer billetes” todavía está ocupada en Venezuela, y ya conocen los desastrosos resultados.
¡Ánimo! Se hace camino al andar.