Es posible que para muchos los nombres de Mercedes Plata y María Niño no sean tan familiares, pero si relacionamos el primero con “Juanpa/Zurriaga” y el segundo con “tu tormento soy yo”, seguramente recordaremos con facilidad y con cierta gracia que se trata de los personajes que han protagonizado dos de los vídeos más virales en las redes sociales en lo que va corrido del año en nuestro país.
Por un lado, la señora Mercedes Plata llama a Juan Manuel Santos con el nombre de Juanpa en un vídeo que, según muchos, sirvió de envión para que nuestro actual presidente llegara de nuevo al poder; asimismo la señora Plata llamó erróneamente a Oscar Iván Zuluaga (principal oponente de Santos) con el nombre de Zurriaga. El vídeo, como es sabido por todos, demuestra el deseo y la voluntad explícita de doña Mercedes para darle el voto a Juanpa quien según ella es la berraquera, y advierte que Zurriaga no puede ser una opción como presidente, de hecho piensa que quienes voten por él pueden irse a comer mierda como su sobrina. La historia termina así: Santos presidente de Colombia por otro cuatrienio, doña Mercedes Plata estrenando casa, y nosotros los colombianos “cagados de la risa” cuando tenemos la oportunidad de ver una y otra vez el vídeo.
El otro escenario es el sucedido hace pocos días cuando apareció un vídeo de un par de mujeres que discutían a causa de un hombre; una de ellas, María Niño, arremetió contra la otra con una sarta de expresiones soeces y groseras, recalcando que mientras estuviera viva, ella (la otra mujer) no sería feliz. María Niño le expresa tajantemente a su rival “ser su tormento”, precisamente porque el marido “encuentra sabrosura es en ella”. La historia termina de la siguiente manera: Los medios de comunicación y Otros se aprovechan del vídeo para efectos de rating, María Niño se está dando su “good will” (¿algo recibirá por ello?), y nosotros los colombianos cual “chapas en vitrina” gozando con el asunto.
Ambas son personajes de la vida común y los escenarios donde sucedieron los hechos más normales no pueden ser. Pero entonces, ¿qué llama tanto la atención para que millones de colombianos gocemos y riamos con palabras, gestos, dichos y demás elementos que constituyen ambas historias? ¿Qué se esconde en esos hechos cotidianos que los medios los presentan como sucesos extraordinarios? ¿Por qué terminamos identificándonos sobremanera con situaciones que no soportan un serio análisis ético (en el sentido en que lo plantea Adela Cortina, Premio Nacional de Ensayo 2014 – España)? ¿Por qué un gesto de ignorancia y otro de plena vulgaridad – grosería nos generan tanto placer?
Una de las respuestas más recurrentes pudiera ser responsabilizar a los Medios, quienes en su afán de mostrar y posicionar una noticia están dispuestos a lo que sea; sin embargo, ¿qué sería de los medios sin nuestra frágil conciencia y sin nuestra débil capacidad crítica a la hora de ver las cosas? Seguramente poco. Desde esta perspectiva no hay duda que somos “presa fácil” y “caldo de cultivo” para efectos de la manipulación mediática con intereses netamente particulares.
A doña Mercedes no la podemos culpar por no saber con exactitud los nombres de los dos candidatos más representativos en las anteriores elecciones presidenciales, como tampoco podemos culparla de la forma como trata a su sobrina, creo que eso hace parte del ámbito personal; creería que está en todo su derecho de no saber algo con precisión, y en este sentido la falta de conocimiento de la señora Plata se asume como una Ignorancia no culpable en tanto que ella no tiene obligación de saberlo todo, y sí el derecho de desconocer algo. Asimismo a la señora María Niño tampoco la podemos culpar por la manera como defiende tan apasionadamente sus sentimientos e inclinaciones, como tampoco podemos culparla del vocabulario vulgar que utiliza ni de su cierta tendencia homofóbica expresada en la discusión.
De lo que sí tenemos que hacernos responsables quienes nos complacemos en los actos y palabras de ambas señoras es precisamente en cuidar de no canonizar comportamientos que poco contribuyen a una cultura de la decencia y el respeto por el otro; asimismo cuidar de no perpetuar actuaciones que nada tienen que ver con la idiosincrasia y las tradiciones de nuestros pueblos. Llama la atención por ejemplo como después de lo ocurrido con la señora María Niño, algunas emisoras y medios escritos, a manera de plus comercial, han optado como slogan o cuña la expresión “tu tormento soy yo”, utilizando incluso voces de niños para la promoción de dicha frase como si se tratara de la nueva tendencia o moda en la cual todos debemos incluirnos. ¡Qué decir del sinnúmero de memes que aparecieron de ambos episodios en las diversas redes sociales!
Lo más curioso de todo es que mientras suceden este tipo de cosas con las cuales nos identificamos plena y morbosamente, por otro lado se insiste (incluso los medios) en el fortalecimiento de ambientes sanos, en la búsqueda de una sociedad culta, en la práctica de valores individuales y colectivos que ayuden a vivir en paz, en la creación de una mentalidad tolerante y respetuosa sin odios ni riñas, y otra serie de ideales con los que pretendemos cambiar nuestra cultura a veces caótica por una más ordenada.
En nuestro país el ideal de construir una mejor sociedad posee no pocos obstáculos, quizás el principal de ellos sea esa natural o artificial capacidad de elogiar la ignorancia y la vulgaridad como formas de comportamiento y placer. Nuestras aspiraciones sociales se contradicen totalmente con lo que somos. Ojalá algún día la educación pueda estar por encima de lo promovido por los medios, y hagamos lectura crítica de todo aquello que nos llega.