No todas las historias de éxito en el cine vienen marcadas por la fama desde la cuna. Algunas, como la de Juana Acosta, nacen del duelo, se forjan en la disciplina y se afirman en el poder de la transformación. Nacida en Cali, criada en un entorno donde la cultura y la violencia convivían en la misma calle, esta actriz colombiana no solo ha brillado en el cine y la televisión internacional, sino que ha hecho de su vida una narrativa de resiliencia.
Desde muy joven, Juana supo que su cuerpo hablaba. Su primer amor fue la danza. Se formaba como bailarina en su ciudad natal cuando un hecho trágico le arrebató parte de su mundo: el asesinato de su padre, Álvaro Acosta, cuando ella tenía apenas 16 años. Ese crimen, una más de las tantas violencias que golpeaban a Colombia en los años 90, rompió su relación con la danza de forma abrupta. “La violencia castró mi primera gran vocación”, ha dicho. Desde entonces, bailar le dolía. Era una herida abierta.

Pero como suelen hacerlo los espíritus artísticos, Juana encontró otra forma de sanar. Se refugió en la actuación. Estudió en Cali, luego participó en telenovelas y películas colombianas como Kalibre 35 y Es mejor ser rico que pobre, hasta que decidió irse a Estados Unidos y más adelante a Madrid, donde ingresó a la escuela de Juan Carlos Corazza, un referente en formación actoral. Era el año 2000. Tenía 23 años y un sueño que no se dejó apagar por el dolor.
Un camino hacia la luz: carrera, maternidad y un regreso valiente a la danza
En España, Juana construyó una carrera sólida, trabajando en cine, teatro y televisión. Su rostro se volvió familiar en series y películas como Hospital Central, Velvet, Perfectos desconocidos y más recientemente, Llegaron de noche, basada en hechos reales ocurridos en El Salvador. Su talento fue reconocido tanto por directores como por el público, y su capacidad para navegar entre personajes complejos la consolidó como una actriz completa, versátil y comprometida.
Pero más allá de la fama, la vida siguió poniéndole pruebas. La tragedia familiar no terminó con su padre. Uno de sus hermanos se suicidó quince años después del asesinato. Otro fue secuestrado durante diez meses. Historias que podrían quebrar a cualquiera, pero que Juana logró convertir en combustible para su arte. “El arte me salvó la vida”, ha dicho. Y no es una frase de marketing: es su verdad más profunda.
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Ese viaje emocional la llevó, muchos años después, a volver a la danza. Lo hizo con El perdón, una obra de teatro y danza contemporánea en la que revive el trauma del asesinato de su padre, pero desde otro lugar: uno donde hay espacio para el duelo, la memoria y también la sanación. Se volvió a poner las mallas, volvió a danzar. No por la técnica, sino por la necesidad de cerrar un ciclo. “Perdonarme a mí misma fue lo más difícil”, confesó en una entrevista con ¡Hola!.
Juana Acosta hoy: arte, empresa y una voz que no se calla
Además de su carrera como actriz, Juana también es productora. Junto a su hermana Valentina creó la empresa Calité Films, desde donde impulsa proyectos con una mirada femenina y diversa. Como madre, ha criado a su hija junto al también actor Ernesto Alterio, con quien mantuvo una relación durante muchos años. Y como mujer, ha alzado la voz por causas como el feminismo, la paz y el arte como herramienta de transformación social.

Hoy, Juana Acosta es mucho más que una actriz de éxito. Es una mujer que, sin haber olvidado a la niña que bailaba en Cali, ha logrado reinterpretar su vida como una obra en construcción permanente. Su nombre resuena en las pantallas, sí, pero también en las historias que se niegan a ser silenciadas. Su biografía es una de esas que no se leen con prisa, porque en cada capítulo hay una verdad que duele, pero también una fuerza que inspira.
A Colombia volvió para dejar una huella imborrable. La caleña hizo parte de los protagonistas de Medusa, la famosa serie de Netflix, inspirada en una poderosa familia de Barranquilla. Antes de esto, brilló en la película de Max, Del otro lado del jardín, donde también fue protagonista. Pero Juana Costa sigue con su buena racha y junto a Julián Román, protagoniza La Fianza.
Sin duda alguna, una actriz que superó tanta conflicto que se le presentó y ahora, sigue brillando. Una mujer ejemplar que supo convertirse en referente de su arte y aún, en la actualidad, sigue demostrando de lo que está echa.
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