Si el fútbol colombiano no ha podido potenciarse como se quiere, es por culpa de la indisciplina que caracteriza a muchos de sus jugadores y al colombiano promedio en general, siempre ponen primero las rumbas y los escándalos a la responsabilidad y entrega por su profesión.
Los cinco jugadores colombianos que pintaban para leyendas pero se enterraron en el alcohol y las mujeres.
Libis Arena
Fue uno de los arqueros juveniles que más llamó la atención de los ojeadores del fútbol colombiano. Su 1.87 de estatura y sus reflejos felinos le auguraban un importante futuro en el balompié. Incluso, llegó a jugar en Italia. Junto a David Ospina, era de los que para muchos resguardaría el arco colombiano, pero sus excesos no lo dejaron explotar su potencial y hoy, con 34 años, su carrera parece acabada.
Jairo Castillo
El recordado atacante de América de Cali, que en sus inicios fue referente del conjunto de los diablos rojos, pintaba para ser uno de los mejores delanteros nacidos en Colombia. Sin embargo, después de una actuación memorable se perdió en las rumbas, y no pudo volver a adaptarse en ningún equipo. Es más odiado que amado en Colombia, fue el que mandó al América a jugar en la segunda división del fútbol colombiano.
Johnnier Montaño
El medio centro ofensivo que sería el reemplazo del pibe Valderrama, inició su carrera en el América de Cali. Su capacidad de visión le valieron para convertirse en referente y luego del torneo esperanzas de toulon 1999, fue fichado por el Parma de Italia. Su ascenso estrepitoso fue un descenso en caída libre. Prefirió la rumba y su carrera se estancó en Perú.
Dayro Moreno
Nadie puede negar que al futbolista tolimense le gusta la parranda. Siempre está ahí para las rumbas y tiene más de una foto con un guaro en la mano. Su capacidad no se vio tan opacada, fue goleador en varios equipos colombianos, pero su rendimiento internacional siempre se puso en duda. Además, los escándalos en los equipos donde militó terminaron llevándolo a clubes de ribetes menores.
Juan Pablo Pino
Fue el jugador al que le tuvieron más fe en el inicio del siglo, su capacidad de regate y desborde lo hacían brillar en la cancha como si de un brasileño se tratara. De Independiente Medellín dio su salto al Mónaco y allí hizo un buen papel hasta que la rumba lo alejó de su mejor nivel. Se convirtió en un nomada del futbol y en 10 años ha estado en 10 equipos.
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