Estreno de Santos autor: lleno total y aburrimiento

Estreno de Santos autor: lleno total y aburrimiento

Crónica de Iván Gallo de un día de Feria del libro el 1 de mayo batallando entre 100 mil personas

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mayo 02, 2019
Estreno de Santos autor: lleno total y aburrimiento

Eran ríos de gente. Me encontré con el autor Andrés Ospina por casualidad y me suelta una frase demoledora: “¿Por qué la gente en Bogotá visitará tan poco las bibliotecas y librerías, donde la entrada suele ser gratuita, pero en lugar de ello sí hacinan la FILBo, donde hay que soportar la muchedumbre y, por demás, pagar?”. Es que lo del  miércoles 1 de mayo rebosa toda lógica. Parecía Calcuta en Holi Fest. Corferias es un gigante que entre hangares tiene amplias calles, pero ayer simplemente no se podía caminar, no había como dar un paso. Yo iba a ver lo que muchos consideraban el momento más importante de la Feria de este año, la presentación de Mi batalla por la paz, las memorias del expresidente Santos, el libro de no ficción más vendido de la Feria. Es que el Grupo Planeta ha sido el gran protagonista en ventas de lo que va del evento. Reediciones como Un beso de Dick, la novela de Fernando Molano Vargas, la nueva biografía de Bolívar y Santander y Siquiera tenemos las palabras del exministro de salud Alejandro Gaviria se han transformado en inesperados éxitos de ventas.

Movernos de la entrada hasta la sala de prensa, Pabellón 20, unos 200 metros no más, nos lleva 15 minutos. Allí nos deben entregar las acreditaciones para ver la presentación del libro de Santos. De refilón veo la entrada del Pabellón del Bicentenario, el mismo que inauguró Iván Duque. Opción descartada: hay 900 personas esperando entrar. Como sea obtenemos las acreditaciones en la Sala de Prensa y justo el auditorio está al frente. El lugar está, como todo en Corferias, ha reventar. Santos ha llegado cinco minutos antes de la fecha estipulada, intenta entrar con discreción por un costado de la sala, la gente, que son mil, lo identifica y se para a aplaudirlo. Santos les dice con la mano que espere, que guarden energía para el aplauso definitivo, el que le tienen que dar cuando se siente en el sillón de la tarima y empiece a hablar de sus memorias. Mientras tanto su esposa, Maria Clemencia Rodríguez, su hija Maria Antonia y su nieta Celeste, entran por el otro lado del auditorio. Casi nadie las reconoce y los que lo hacen les piden selfies para el Facebook.

Santos sale acompañado por el hombre que lo entrevistará, Juan Gabriel Vásquez, y el auditorio estalla en una ovación de un minuto. Pronto el entusiasmo se disipará. Incluso en primera fila veo a su hermano Felipe cabecear. Desde donde estoy me parece ver que Humberto de la Calle y Juan Fernando Cristo, quienes decidieron acompañarlo, también están dominados por el sofoco. Si, el libro y la presidencia de Iván Duque han servido para revalorizar la imagen de Santos, pero el tono de su voz es un somnífero que exalta el ánimo hasta de su nieta Celeste quien empieza a llorar y obliga a Maria Antonia a abandonar la sala. Los únicos momentos en los que el auditorio pareció exaltarse fue las dos o tres veces en que le envió dardos a su archirrival Álvaro Uribe Vélez. Cuando termina la intervención, una hora después, el auditorio estalla en una nueva ovación. Al salir los gritos son atronadores.  En uno de los pabellones, no recuerdo cual ni me importa, atendió una fila interminable de gente que le pedirá una firmíta para su libro. En Colombia llega todo tarde, pensará el expresidente.

Mientras intento moverme entre la multitud que llena todo. Están tan desparchados que hasta hacen fila para pedirle un autógrafo a esa nulidad llamada Mario Mendoza. Yo me atrinchero en el stand de Siglo del hombre que exhiben, con increíbles descuentos, editoriales siempre caras como Minúscula, Periférica o Errata Naturae. Con paciencia hago una fila más y luego tengo que acompañar a mi esposa a conseguir un libro publicado por la Universidad Javeriana. En el Pabellón 8 se ubicaron las editoriales universitarias. Me sorprendió la pobreza de títulos de la Javeriana y Universidad de Antioquia, me compré –casi que regalda- De Sobremesa, la única novela que escribió José Asunción Silva y un libro de Soledad Acosta de Samper de cuyo nombre no puedo acordarme e hice mercado en el pequeño pero sustancioso espacio que tiene la Eafit en la Feria: reeditada la obra de Fernando González, Fanny Buitrago y Gonzalo Arango. Una maravilla.

A las siete de la noche las calles de Corferias seguían abarrotadas. No eran simples curiosos, habían centenares de personas con bolsas en las manos. Volví a pensar en Andrés Ospina, ojalá esa fiebre lectora no se despertara solo una puta vez al año.

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