Juan Manuel Santos, el ganador oculto

Juan Manuel Santos, el ganador oculto

"Si nos atenemos a que la esencia de los acuerdos era el cambio de las balas por los votos, él relegó a las antiguas Farc a la irrelevancia electoral"

Por: German Peña Cordoba
marzo 21, 2018
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Juan Manuel Santos, el ganador oculto
Foto: EFE

El 11 de marzo, como es mi costumbre, salí temprano a ejercer mi derecho al voto, siempre me he dicho internamente: quien no vota no tiene derecho a quejarse después. Eso me alienta a levantarme muy temprano y no hacer parte de esa gran masa silenciosa llamada abstencionistas.

Lo primero que me sorprendió al llegar fue la inmensa cola para votar. Siempre voto a las 8 de la mañana y normalmente encuentro el puesto de votación (localizado en el Instituto de Ciegos y Sordo mundos en Cali) con muy poca gente. Esta vez no fue así: la cola para acceder a las urnas superaba las dos cuadras. El cabello blanco uniformaba a casi todos los votantes, los bastones abundaban por doquier, las sillas de ruedas manejadas por las auxiliares de enfermería vestidas de blanco hacían parte de la logística de varios de los votantes. Me preguntaba,  ¿dónde están los jóvenes votando? Y pensaba también para consolarme, ¿será que este es un puesto destinado al voto del adulto mayor y así lo categoriza la Registraduría?

Mucha gente había allí, especialmente de la tercera edad. Muchos de ellos hacían sus comentarios de manera desprevenida y sin ningún reato o temor a expresarlos: “No podemos entregar el país a la guerrilla”, decía un señor bajito y calvo de unos setenta años; “no podemos dejar que esto se convierta en una segunda Venezuela”, comentaba una señora jamona y bastante adulta; "es que Petro es un guerrillero comunista”, señalaba un jubilado del sector financiero; “es que Santos le entrego el país a la guerrilla”, remataba otro señor con la cabeza que parecía enjabonada.

Todos tenían en común ser pensionados. Estaban dotados de una imprudencia ilimitada e insoportable, hablaban sin pensar que en su entorno podía haber gente de pensamiento diferente. Nada les importaba. Ellos estaban convencidos de un uninamismo total en el gusto político que profesaban. Aunque me vi tentado a increparlos, no me atreví, sabía que si lo hacía me caerían en gavilla. Obnubilados por su ceguera y su pasión luego me reducirían a punta de bastonazos. Tuve que permanecer callado en la fila, con una buena dosis de estoicismo para aguantar el aluvión.

Los caracterizaba a casi todos un sectarismo sin límites y un odio visceral a todo lo que oliera a cambios sustanciales en un ambiente sereno de razonable reconciliación y posconflicto. Eso sí, unca mencionaban o caían en cuenta quién les quitó la mesada 14, quién les subió el Iva del 8% al 16%, quién es el culpable de la distorsión de la Ley 100 o quién eventualmente privatizará Colpensiones. Nada de eso, nada. En mis tiempos universitarios los llamaríamos “reaccionarios”.

Los catanos no se detenían en sus locos comentarios, realmente —a pesar de sus años— eran unos seres sumamente elementales, superficiales y banales, eran unos niños de pelo blanco y barba blanca. Para ellos todos los males del país comenzaron con Gustavo Petro y este eventualmente nos llevaría a convertirnos en una segunda Venezuela. Un silogismo sin sentido y carente de toda información objetiva. En lo concerniente a la política esa era su estructura mental inmodificable, creo que nadie los movería de ahí. Buen trabajo Rcn, buen trabajo Caracol Radio.

Luego, después de las cuatro de la tarde vinieron los resultados: una consulta de la ultraderecha, donde todo el mundo metió la mano. Esta dejo un ganador, que yo diría con votos prestados, y también puso en evidencia el techo electoral para presidenciales del Centro Democrático, que son los dos millones y medio de votos que sacó su lista abierta. Ese es su caso. Por otro lado, una consulta de la izquierda, donde se manifestó la inconformidad. Sus votos son oro puro. La visibilidad que se logra en una consulta que va paralela con la elección parlamentaria fue lo que no vio ni Sergio Fajardo, ni de la Calle. Craso error.

Sin embargo, todo el mundo pasa por alto el verdadero ganador, todo el mundo pasa por alto un hecho trascendental e histórico: ver a los jefes de la antigua guerrilla de las Farc votando y sometidos a la institucionalidad que combatieron durante 60 años. Este hecho era algo impensable hace 6 años.

¿Cuántos muertos ha evitado todo esto?, ¿cuántos mutilados?, ¿cuántos parapléjicos?, ¿cuántas viudas?, ¿cuántos desplazados?, ¿cuántas tomas a sangre y fuego se han evitado, donde morían solo los hijos de los pobres que eran los soldados y guerrilleros? Para mi concepto el verdadero ganador fue el presidente Juan Manuel Santos, que ya tiene asegurado su lugar en la historia. Y el verdadero ganador también fue Colombia que superó parcialmente el conflicto armado y realizó por primera vez una elección en paz.

Frío, serio, sibilino y calculador es Juampa. Su formación londinense lo contagió de flema inglesa. Ese cuento trillado de “que se entregó el país a la guerrilla” pierde sentido ante la realidad electoral. Si nos atenemos a que la esencia de los acuerdos era el cambio de las balas por los votos, él relegó a las antiguas Farc a la irrelevancia electoral, logrando demostrar que su causa no tenía acogida entre el pueblo colombiano.

Hoy no se sabe claramente a quién apoya, solo que con cara gana él y con sello pierden sus enemigos. Juan Manuel Santos, el ganador oculto.

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