A mí no me gustan los jugadores pequeñitos, los de las florituras. Las únicas pulgas que desequilibran son Messi y Diego. De resto son solo puros jugadorcitos de primeros tiempos, en 30 minutos el tanque pequeño se va desgastando. Son jugadores que en ligas tan deplorables como las nuestras, la de esta Sudamérica que no da una selección campeona del mundo desde 2002, se nota su categoría, su calidad. Una calidad que ni siquiera le da para ser titular en River.
En el Porto y en Francia le fue mal. En Porto y en Francia tenía la trascendencia de un Nene Mackenzie, de un Pachequito. En Europa el fútbol es físico y lo marcaban fácil. Por eso casi se va al traste su carrera y elige ser reguetonero. Por eso contra Inglaterra en pleno mundial no trascendió. En octavos de final parecía un niño de otra categoría, ahogado entre el fragor y la fortaleza inglesa.
Juan Fer es un crack contra equipitos del montón. Contra ese Independiente de la cada vez más aburrida liga argentina, contra la Polonia que vimos en el mundial donde todos estaban reventados físicamente. Juan Fer es un crack de veinte minutos, una mentirita de media hora y los cracks de verdad tienen que rendir durante 90 minutos.
Hoy contra Costa Rica volverá a ser estrella. Es amistoso y sus rivales tendrán la talla de él. No pueden compararlo con James. Juan Fernando Quintero no tiene cómo limpiarle los zapatos a James Rodríguez. En el Bayern no estaría ni en la banca. En Múnich se pararía frente al estadio a hacer cabriolitas con sus pies y el balón.
Es un malabarista, no un jugador de fútbol. Para nuestros comentaristas es Zico. Para los argentinos hinchas de River Orteguita. Para los europeos, que son los que mandan, es un desconocido, una mentirita más.
