Hace un año Juan Fernando Quintero estaba casi que desahuciado para el fútbol. En su cabeza había un dilema, dedicarse al reguetón o al fútbol. En el Porto, su club europeo, no tenía cabida y parecía que sus mejores años habían pasado. Luego, en una decisión aconsejada por su manager, el venezolano Norman Capuozzo, aceptó jugar en Argentina. A simple viste parecía una pésima decisión. Así fuera River Plate parecía un retroceso. No necesitó ser titular para ganarse un lugar en el corazón de los hinchas millonarios. A última hora, después de descartar a Edwin Cardona, el técnico Pékerman incluyó a Juan Fernando Quintero en la nómina que viajaría a Rusia. Un sector del periodismo protestó. El mediocampista paisa no había tenido minutos en la eliminatoria, apenas había despuntado en el partido amistoso contra Francia hizo gol y se mostró como una posibilidad real.
La verdad Quintero en lo que va del Mundial ha sido la figura. Golazo en el debut contra Japón y hoy le hizo el pase a Falcao para que el Tigre pusiera a rugir a Colombia en el segundo gol contra Polonia. Su calidad empezó a los 17 años.
El 10 de diciembre del 2010 Juan Fernando Quintero pisaba el terreno del Polideportivo Sur con el firme convencimiento no sólo de ganar el partido con su equipo, el Envigado FC, del cual se había convertido a sus 17 años y con unos cuantos partidos como profesional en una de sus figuras, sino de estar listo físicamente para el reto que unas semanas se le venía encima: representar a Colombia en el suramericano sub 20. Ahora tenía la ilusión de vestir la camiseta amarilla después que doce meses atrás, en una absurda decisión del técnico Eduardo Lara, siempre proclive a llamar jugadores de gran talla y a despreciar a los que, como Quintero, podían suplir su escasa estatura y peso por talento y magia, de excluirlo de la selección Sub 17 que alcanzaría las semifinales en el mundial de la categoría celebrado en Nigeria.
Agonizaba el partido cuando, alentado por el público local, ansioso por ver a la nueva estrella naranja pintar con ese pincel que tiene en el pie, las fantásticas jugadas que justifican el dinero invertido en una boleta, el técnico Pedro Sarmiento decide incluirlo en el partido a pesar de que este ya iba 2 goles contra 0 y el Envigado Fútbol Club se aseguraba su regreso a la primera A.
Juan Fernando recibió el balón en la mitad de la cancha. Levantó la cabeza y ya veía como los delanteros hacían movimientos de ruptura, pensaba, con la rapidez de un genio, a que espacio libre debía enviar la pelota, cuando, en una entrada desmedida, el volante del Pasto, Germán Mera, buscó la pierna de la joya, haciendo que su frágil humanidad se levantara por los aires mientras la tibia y el peroné del chico estrella se iban cuarteando en dos pedazos.
Quintero duró cuatro meses por fuera de las canchas viendo con dolor, impotencia y rabia, como sus compañeros de selección hacían un papelón en el suramericano celebrado en Perú y como no podían acceder al sueño de levantar la copa en el mundial que Colombia jugó de local. Con paciencia y disciplina pudo acortar tiempos de recuperación y a pesar de que mucho de sus allegados, entre los que se destacan Lina Paniagua, la madre soltera que se desvivió por darle una infancia digna y feliz a su hijo y la que le alcahuetió la obsesión que tenía el chico por el balón, y Freddy, su tío, el hombre que le abrió las puertas de su escuela de fútbol y que a la postre le significó mostrarse ante el país en el Pony Fútbol del 2003, llegaron a temer que Juan Fernando no pudiera recuperarse nunca de una lesión tan grave siendo tan joven. Pero ellos y sus entrenadores vieron asombrados como un año después de aquella entrada carnicera, el muchacho recuperaba su nivel y era contratado por el Atlético Nacional de Medellín.
En Nacional la rompió, tanto que le valió para ser llevado, a sus 21 años, al Mundial de Brasil. Se convirtió en el jugador colombiano más joven en convertir un gol en una Copa Mundo. Creíamos que iba a explotar en los próximos años pero no, las lesiones le quitaron relevancia en Europa y en algún momento llegó a pensar seriamente en dejar el fútbol para dedicarse al reggetón. Íntimo amigo de Maluma, Juan Fernando debutó este año como músico en este video. Aunque con lo bien que está jugando Quintero es probable que la música tenga que esperar un poco más. Señores, el crack ha regresado.