Colombia es un país de caudillos, necesitamos estar todo el tiempo identificándonos en un rostro, en una actitud. Colombia es un país de caudillos y de presentadores de noticias. Los millenials no lo recuerdan pero en los ochenta un hombre como Juan Guillermo Ríos era tan importante como un presidente. Todos lo adoraban y su noticiero, el de las Siete, marcaba treinta puntos de Rating. El fenómeno se repite cuarenta años después con Juan Diego Alvira.
A sus 35 años Alvira es el referente del periodismo televisivo nacional. No importa lo que haga, si es disolver un Alka Seltzer en un agua para mostrar los estragos de la droga en el cerebro o encabezar la búsqueda por el Río Tunjuelito de la niña Sara Sofía. Alvira es un imán de teleaudiencia, es un rockstar y cualquier noticia cobra trascendencia si la presenta él.
Los Ardila, con ganas de revertir la tendencia en el Rating, que condena a Noticias RCN a estar tres o cuatro escalones por debajo, pensaron en llevar a José Manuel Acevedo para que la diferencia no fuera tan honda. El rating no presenta mayores variaciones. No es cuestión de dirección sino de rostros. Pasa como en las películas, son las estrellas, los actores, los que son los verdaderos rostros protagónicos, los que hacen a una persona pagar una suscripción, una boleta para el cine. En las Noticias, si no se tiene un rostro que atraiga, toda estrategia fracasa. Desde que Alvira esté en Caracol las Noticias siempre serán tendencia para bien o para mal. Y ahí si que la máxima de Pambelé cobra vigencia: es mejor ser rico que pobre, osea, es mejor ser nombrado que ignorado y Alvira siempre será noticia por lo que hace, por lo que no hace. Es una estrella y la televisión se compone de ellas.