Cuando la ciudad acorrala, estruja, empuja, grita, y su agite se hace insoportable, hay espacios en los que podremos encontrar tranquilidad, sosiego y reposo.
Un lugar para quienes desean descansar de la tecnología que hoy invade la cotidianidad de los seres humanos, el sitio perfecto para quienes desean apartarse de la música estridente que la ciudad emite desde los cuatro puntos cardinales; un territorio para compartir, para retomar ese viejo ejercicio de la conversación tan olvidado, un sitio para mirarnos a los ojos para contar, decir y recordar. Es también el lugar donde el contacto entre los visitantes, permite tener nuevas amistades.
Allí no va a encontrar energía eléctrica ni avisos luminosos, ni las comodidades de los hoteles de los que presumen muchos paseantes. No, este lugar es para ser nuevamente primitivos, para leer, en la noche, a la luz de una vela. Para escuchar esa canción eterna que canta el mar o tratar de descifrar los sonidos de la selva que llegan a sorprendernos nuevamente.
Es un área con senderos para recorrer en contacto directo con la naturaleza, y en el recorrido, descubrir paisajes maravillosos, dejarse sorprender por una cascada que salta desde las alturas y que será baño reparador al cansancio de la caminata.
Es el lugar para degustar alimentos típicos preparados por manos sabias que han traído en el tiempo los secretos de un buen sancocho de pescado, un exquisito sudado de piangua, entre otras delicias.
Para los más intrépidos, hay paseos en kayak para descubrir la belleza de los esteros y llenarse de paisaje.
El lugar se llama Playa Juan de Dios, es una reserva natural de 80 hectáreas ubicada dentro del Parque Natural Regional la Sierpe y colindante con el Parque Natural Uramba en Bahía Málaga, Buenaventura, que está a solo 50 minutos de la ciudad puerto de Colombia.
Tiene una capacidad para unos 38 visitantes, una casa principal con vista al mar, dos bohíos para acomodación múltiple y dos bohíos para parejas y zona de camping.
Cuando la ciudad lo acose, lo estruje, lo empuje, vaya a Playa Juan de Dios, en donde la vida fluye sin barreras.