Hoy 27 de mayo se cumplen cinco años del asesinato de Juan David Quintana, amigo, camarada, animador de lectura en las bibliotecas públicas de Medellín, líder social y de Derechos Humanos. Juanda fue asesinado por denunciar la corrupción y el robo del Presupuesto Participativo entre bandas criminales, funcionarios de la alcaldía y el rector de un colegio del barrio 12 de octubre.
Sus asesinos en complicidad con autoridades de la ciudad (Fiscalía) intentaron enlodar su vida y difundieron informaciones falsas que pretendían mostrarlo como “líder” de una banda criminal. Buscaban que su asesinato quedara impune para asegurarse de que así vendría su olvido.
La familia y los amigos de Juanda no han renunciado a recordarlo para que no lo mate por segunda vez la impunidad, pero sobre todo para que no muera de olvido. Todo lo que se nombra existe, dice un sabio refrán. Nada puede ser más verdad que nombrar a Juan David, sus compromisos con la vida y sus acciones, como la de miles de líderes sociales que son eliminados por la política de la muerte que se ha instaurado en el poder y tiene secuestrado al Estado colombiano.
Juanda enarboló la bandera del diálogo y de un acuerdo de paz no efímero sino duradero, el derecho a la vida digna y defendió junto a millones la idea de una sociedad en paz con justicia social. Pagó el precio más alto que pueda existir al ofrendar su vida cuando le confesó a su familia y a sus amigos que “estaba amenazado y lo iban a matar”.
La muerte de cada líder social en Colombia es sinónimo de impunidad, pero no de olvido.