En el taller de Sebastián Reyes, en el quinto piso de un viejo edificio levantado hace varias décadas, todos los días hay al menos 15 personas. La mayoría son mujeres transexuales, trabajadoras y extrabajadoras sexuales del barrio Santa Fe en Bogotá, el barrio que se convirtió en la zona más grande de prostitución de hombres y mujeres de la ciudad.
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Sebastián Reyes aparenta menos de los 34 años que tiene. Es diseñador de modas de la Arturo Tejada e hizo un par de semestres de Diseño en la Jorge Tadeo Lozano, pero no culminó la carrera porque entró en conflicto con las pretenciones de la academia que veían con vergüenza sus proyectos sociales con trans y prostitutas. Sebastián Reyes es el novio de Juan Daniel Oviedo, el más reciente exdirector del Dane, quien a sus 46 quiere ser alcalde de Bogotá.
Desde el apartamento del barrio Santa Fe, que está lleno de máquinas de coser, de vestidos, de hilos, de recortes de revistas pegadas en las paredes, de pinceles, de cuadros de colores y de mil cosas más, el joven diseñador, que la vida misma convirtió en una especie de gestor cultural, de trabajador social y de líder, sin querer llegar a serlo, habla de su vida y del noviazgo con Oviedo, un hombre que en pocos meses logró el reconocimiento de los colombianos por su particular forma de hablar, que en un comienzo le hizo merecedor de burlas y bullying que con su aplaudida gestión en el Dane, supo bien cambiar por respeto y admiración.
Sebastián conoció a Oviedo en 2011 a las afueras de la Universidad del Rosario, donde el economista, también rosarista, dictaba clases de econometría, materia que aprendió en una maestría que hizo en Francia en la universidad de Toulouse. Según lo relata Sebastián, lo suyo con el hoy candidato a la alcaldía fue un clic a primera vista. No duraron mucho tiempo siendo solo amigos. A los dos años ya estaban viviendo. Por estos días completan ocho años compartiendo un apartamento en el centro de Bogotá, donde siempre les ha gustado vivir, por la cercanía de sus trabajos y por el ambiente del Centro.
A finales de Sebastián, ya decidido de no buscar el difícil sueño de ser un reputado diseñador de pasarelas europeas, le dio un vuelco a su vida. Luego de trabajar como asistente sin pago de Hernán Zajar y de otros diseñadores, y después de conocer la difícil vida de los niños y niñas prostituidos y exhabitantes de calle que conoció siendo profesor voluntario del Idiprón, instituto que trabaja con infantes vulnerables, se inclinó por liderar proyectos y programas sociales volcados a esa población.
Apoyado por Oviedo, quien empezó a darle pautas para administrar y darle viabilidad económica a un proyecto hace seis años comenzó a experimentar con un laboratorio socio-cultural y artístico, que tenía como base la moda. Se instaló en el barrio Santa Fe porque quería vincular principalmente a la comunidad transexual de la zona de tolerancia. Fueron llegando poco a poco a su apartamento algunos exhabitantes de calle, algunas prostitutas en oficio y otras ya alejadas de este. También llegaron trans del sector.
Sebastián buscaba abrir un espacio para que la comunidad del barrio, en sus tiempos libres, tuviera un refugio donde podría enseñarle oficios y sembrarles intereses diferentes a su cotidianidad. Lo logró. Inició en un edificio aún más viejo que en el que está actualmente, puesto justo al lado de los prostíbulos mas reconocidos de la zona, donde solo duró un años porque llegó un momento en que se hizo pequeño. Hace cinco años se pasó para el lugar donde está hoy. El apartamento 501 de un edificio que según Sebastián fue la sede del partido Comunista y donde se hospedó hace muchas décadas atrás Fidel Castro, cuando era líder de aquella corriente política en Cuba, al menos esa fue la historia que le contaron cuando lo arrendó.
El apartamento, como todos los de la época, es grande. En las siete habitaciones, convertidas en espacios de trabajo, hay cosas que hacer. Se teje. Se pinta. Se borda. En la sala hay seis máquinas de coser para los pedidos que también que les llegan. Se financian principalmente de la búsqueda y presentación de convocatorias y en la elaboración de vestidos de carnaval y grupos de danza y disfraces.
Algunos de los que están permanentemente apoyando el proyecto social del diseñador, como ‘Madre’, una trans que tiene ya varios años encima y que ahora es la mano derecha de Sebastián y su laboratorio cultural, como lo llama, están a su lado desde que inició con su idea vuelta uno de los mejores proyectos sociales de la zona. El nombre del lugar es Olimpo Lab. Allí puede llegar cualquier persona, sea de la comunidad Lgtbiq o no. Lo que quiere Sebastián es darle trabajo a quienes más pueda. Cuenta con el apoyo de Juan Daniel en la estructuración y la viabilidad de todo lo que hace y eso es una carta de peso que garantiza el éxito de sus iniciativas y contratos.
Cuando Sebastián habla de Juan Daniel Oviedo literalmente le brillan los ojos. De él dice y repite constantemente que es un tipo brillante, inteligente, nerd, lector, metódico, correcto. Dice que esas cualidades son las que lo tienen enamorado del candidato con quien por estos días se la pasa recogiendo firmas para lograr las 50 mil que necesita para la inscripción. Ya van por la mitad.
De Juan Daniel Oviedo no cuenta mucho. Dice que los planes que les gustan, entre muchos otros, es caminar por la carrera séptima hacia el norte o hacia el sur y parar en cualquier lugar a tomarse una cerveza. Arruncharsen a ver películas de terror. Dice que al candidato le gusta comer pasta al pesto. Cuenta que Oviedo es enfermo por el trabajo, tanto que su hora de finalizar jornada es la madrugada y que es normal que se quede a dormir en su oficina para terminar pendientes.
Aunque lo que más quiere Sebastián es que su novio sea alcalde de la ciudad, porque es el actual proyecto del exdirector del Dane, confiesa que le preocupa que las cosas lleguen a cambiar. Le preocupa que le toque llegar escoltado a su Olimpo Lab. Le preocupa que por culpa de las dinámicas propias de la política no le puedan fallar en algo a los electores que van a depositar la confianza en él. Pero se toma un momento para pensar, hecha la silla hacia atrás, vuelve y me mira fijamente y dice “Yo sé quién es Juan Daniel Oviedo. Se va a entregar totalmente por Bogotá. Ese hombre es una mente brillante que va a poder sacar adelante a esta ciudad que tanto necesita de alguien como él”.