Juan Carlos Pinzon llegó como embajador de Colombia en Washington en mayo del 2015 en la recta final del gobierno de Barack Obama, con el actual presidente Biden como vicepresidente, quien aún no ha tenido contacto con el presidente Duque. Salió con un sabor amargo del Ministerio de Defensa, pero el presidente Santos lo compensó con el más alto cargo diplomático del país.
Duque necesita con urgencia recomponer las relaciones de Colombia con Washington después del error de haberle apostado a la reelección de Donald Trump y estrechar sus relaciones con los políticos republicanos, en este momento minoría en el Congreso, y Pinzón puede cumplir con la tarea. Le tocó incluso la transición con Trump y preparar la reunión de este con Santos, en mayo del 2017.
Fue su último compromiso antes de renunciar para regresar a Colombia y lanzar su candidatura presidencial, que marcó un agrio distanciamiento con su mentor y acercamiento a quienes habían sido sus contradictores en el proceso de paz. Pinzón terminó más cerca del uribismo y del presidente Duque, con lo cual cuenta con todos los respaldos, inclusive el de los empresarios reunidos en Pro Bogotá, para ocupar el cargo. Quien no debe estar nada contento es el presidente Santos, dato que por lo demás apuntala a Pinzón en la Casa de Nariño.