Se sabe del papel fundamental que tuvo Juan Carlos Henao en el proceso de paz con las FARC y su trabajo en el diseño del sistema de justicia transicional y la creación de la JEP. También se conocen las numerosas sentencias de la Corte Constitucional que llevan su impronta de pensador profundamente liberal, comprometido con los derechos fundamentales, la protección de las minorías y de las víctimas de la discriminación, la persecución y el odio. Sus trabajos, incluida su tesis doctoral, en Teoría del Daño y Responsabilidad Civil, son una referencia obligada en varios campos del derecho.
Fue un gran jurista y un extraordinario docente y comunicador que supo transmitir con sencillez y claridad conceptos muy complejos. No fue una persona convencional. Decía las cosas de manera directa con el marcado acento de las gentes de su Cali natal. Desde mis primeros recuerdos de él en el salón de clase y en los pasillos y la cafetería de la universidad, sentía la vibrante Cali de fines de los 60s y de toda la década de los 70s con la efervescencia de la cultura, el espíritu cívico y las gestas deportivas.
La música de la salsa, por supuesto, pero también el teatro que tuvo su apogeo con el grupo de Enrique Buenaventura (el Teatro Experimental de Cali), el cine especialmente con ese gran director y maestro Luis Ospina, y en la literatura Andrés Caicedo, ese grande que murió tan joven, precisamente en 1977 cuando Juan Carlos llegó como alumno al Externado. Esa misma Cali que seis años antes había realizado los juegos panamericanos y que en el esplendor de su espíritu cívico tuvo la alcaldía del inolvidable Rodrigo Escobar Navia (1978-1981) precursor de la descentralización y después rector de la Universidad de los Andes y ministro de Gobierno del Presidente Belisario Betancur.
Todo eso trajo Juan Carlos como bagaje al Externado de Colombia una universidad muy bien escogida, como él lo decía, para su espíritu rebelde y su irreductible sensibilidad y cultura liberal. Esa es también una marca del Externado, un ambiente en que se viven las culturas regionales, un crisol en se funden algunos de sus elementos, pero se reconocen, se respetan y se valoran las diferencias, las identidades.
El Externado era el clima adecuado para su temperamento, para su energía vital, su desbordante alegría, su ritmo, su búsqueda del conocimiento y también su rebeldía, su optimismo sobre el ser humano y su intransigente defensa de la libertad. Conservó siempre su admiración por los sacerdotes de la Compañía de Jesús que lo formaron en el Colegio San Juan Berchmans de Cali en su infancia y en su temprana juventud.
Difícil o quizás imposible pensar a Juan Carlos Henao sin la vibrante renovación del derecho colombiano que permitió la Constitución Política de 1991. Previamente había tenido experiencias importantes como magistrado auxiliar del Consejo de Estado, pero él y todos los juristas de su generación encontraron en esa constitución los principios, la Carta de derechos y los instrumentos de protección de los derechos fundamentales y colectivos que han suscitado avances formidables del derecho, grandes desafíos intelectuales y, por supuesto, nuevos interrogantes y problemas de los que tenemos también muchos por resolver.
Algunos de los temas que nos ha dejado planteados para posteriores desarrollos y aplicaciones, son el de la reparación en la jurisdicción universal y el problema, muy extendido, del fraude en el derecho. ¿Qué hacer con las sentencias, los contratos y aun las leyes espurias?.
Una profunda y lucida explicación sobre los alcances y efectos del principio ”Fraus Omnia Corrumpit” (el fraude lo corrompe todo), se encuentra en la sentencia T 218 de 2012 de la Corte Constitucional, de la que fue ponente, y con la cual, ni más ni menos, dejó sin efectos una sentencia judicial por estar maculada por el fraude que la hace ilegitima para estar revestida de la majestad de la cosa juzgada. Por supuesto, hay mucho potencial en la aplicación de estos conceptos a los contratos y aun las leyes surgidas del fraude y la corrupción, verdadera plaga que infesta y amenaza las democracias latinoamericanas.
*Marino Tadeo Henao Ospina, autor de numerosos estudios en derecho público, políticas públicas e historia institucional. En Colombia, ha sido Director General de la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP), Gerente de la empresa estatal de cine (FOCINE) y Procurador Auxiliar. Para la oficina regional de desarrollo urbano de USAID, fue por 10 años Director del Centro Latinoamericano para la Gestión Urbana (LACUM), centro de pensamiento en políticas públicas y participación privada en infraestructura y servicios públicos.
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