El siguiente es el texto del manifiesto que 700 jóvenes de distintas regiones de la Colombia profunda, le hicieron llegar al Presidente de la Republica y a la Mesa de negociaciones de paz de La Habana.
San Vicente del Caguán, diciembre 14 de 2014.
Señor presidente
JUAN MANUEL SANTOS CALDERÓN
Presidente República de Colombia
Señores
MESA DE NEGOCIACIÓN DE PAZ DE COLOMBIA REUNIDA EN LA HABANA (CUBA).
REF Los jóvenes de Colombia queremos ser protagonistas principales en la siembra y el cultivo de la Paz.
Reciban un afectuoso saludo,
Desde San Vicente del Caguán, generoso territorio que le ha apostado a la búsqueda de la paz negociada a favor de la biodiversidad, 700 jóvenes provenientes de la Colombia profunda, reunidos en el Seminario Nacional “Los jóvenes de Colombia y sus aportes a la construcción de paz y la reconciliación en la vida cotidiana. Juventud, postconflicto y lenguajes alternativos”, les decimos muy respetuosamente que queremos ser protagonistas en la construcción de la reconciliación en la vida cotidiana y líderes de la consolidación de una paz estable y duradera.
Fue precisamente en estas tierras caqueteñas donde hace once años, después de presentar el proyecto del “Viaje a Pie”, corazón de la Legión del Afecto, para acompañar comunidades en movimiento por los caminos del desplazamiento y el retorno, y por los laberintos de la pobreza y la exclusión, donde los jóvenes de entonces renovamos nuestra esperanza. Hoy, acompañados de nuevos jóvenes renovamos nuestra fe en la fuerza que nos anima para reconstruir entre todos (élites y gobernados- delegatarios) el capital social que hace sostenible una paz duradera. Gran parte de ese capital, lo constituye el ingreso social, que a escala de la economía solidaria de los pobres, se convierte en un estímulo para los emprendimientos de los jóvenes y una oportunidad de realización de la unidad y la comunidad.
Sabemos y lo hemos comprobado, que la poderosa fuerza del amor genuino no solo transforma y hace grata la vida, sino que evita la violencia y la destrucción del bien amado (personas y demás criaturas de la naturaleza). En Colombia existen grandes déficits de afecto, de reconocimiento, que han lastimado nuestra dignidad y auto estima.
Con seres abyectos, es imposible que existan ciudadanos autónomos, influyentes y aptos para el bien común.
Esta fuerza del amor a Colombia es el corazón de la Legión del Afecto y que queremos proponerles a ustedes como uno de los caminos para construir el nuevo país. Esta metodología se ha venido implementado por toda la nación, liderada por los mismos jóvenes y comunidades que han vivido y siguen viviendo los problemas de la guerra, la carencia de inclusión de los excluidos tanto en la zona urbana como en la zona rural y está encaminada hacia la paz y hacia una nueva era. Por eso tenemos una mirada del proceso de paz de La Habana desde los balcones de la esperanza y no desde los balcones del resentimiento.
Esa paz que anhelamos los jóvenes está ligada al problema del medio ambiente, porque a este paso, somos los jóvenes los que vamos a padecer con mayor rigor su destrucción. Por eso creemos que el cuidado y protección de los seres de la naturaleza, el respeto por el otro, rescatando los valores y el arraigo por el territorio, para poder volver a caminar por las veredas, bañarnos en los ríos, mirar los amaneceres, serán verdaderos hechos de paz.
Como está diseñado el proyecto, a los jóvenes no se les da un subsidio ni un sueldo por el trabajo social y local, sino que es una apuesta donde el joven pone su conocimiento del territorio, su liderazgo, su fuerza, energía, afecto y alegría, al servicio del bien común y de la reconstrucción del autoestima. De esta manera se acompaña a las comunidades en los lugares donde no va nadie por temor o desconfianza, visibilizando los problemas de cada territorio como peritos de cotidianidad con una mirada local.
Por todo esto, en términos reales, medidos en pesos $, el joven termina poniendo un valor del 60% del trabajo y el financiador el 40%, que son recursos para la viabilización del proyecto. Con esta estructura hemos funcionado en 25 regiones urbanas y rurales y en el último año se han desarrollado más de 400 actividades con participación directa de más de 400.000 colombianos. Este Huracán quiere crecer para el bien de la paz de Colombia, por eso necesitamos de ese 40% que es la financiación, pues el resto, que es nuestra fuerza vital, lo ponemos nosotros: los jóvenes.
Pensamos que esta financiación puede venir del Estado, de los Gobiernos Internacionales, Naciones Unidas, OEA, UNASUR, Fondos de Solidaridad, Empresas Privadas Nacionales e Internacionales, ONGs, y demás amigos de la Paz de Colombia. De esta manera los jóvenes y comunidades potenciarán su accionar para solucionar los problemas locales y globales, en prevención y atención de emergencias y desastres, apoyo y acompañamiento a víctimas, tareas de reactivación y reconstrucción solidaria, hechos humanos, daños ambientales por la explotación de recursos naturales, barreras invisibles en los barrios y comunas y, micro-tráfico.
Trabajamos y queremos potenciar nuestra acción a escala de la economía de los pobres y con transversalidades, donde los alimentos los preparan las familias y comunidades, nos hospedamos en sus casas, y el transporte se presta a través de los medios locales, como chivas, carpatis, Willis, canoas. Esa confianza generada nos permite conjuntamente con ellos realizar travesías por los territorios, cruzando ríos y montañas. En últimas, se trataría de potenciar la experiencia de la Legión del Afecto, con el viaje a pie, el ver oír y sentir, lo afectivo es lo efectivo, y la ritualización y sacralización para que la vida no pierda trascendencia, indistintamente de la concepción religiosa.
Queremos multiplicar nuestros resultados que cuentan con el apoyo de las comunidades en movimiento para ayudarlas y acompañarlas, buscando soluciones a los problemas como los que se viven a diario, de educación, vivienda, salud, cultura, economía y violencia ligados a la falta de oportunidades.
Hemos visto miles de jóvenes urbanos y rurales que quieren seguir nuestro ejemplo como sembradores de paz en los territorios, en la paz que cada uno soñamos y queremos, rescatando el sentido y valor de la palabra, desde los lenguajes alternativos, derrotando el rumor con el humor y, rompiendo las barreras invisibles generadoras de muerte y privación de libertades.
Cada región tiene su particularidad, por eso es clave una visión desde los territorios, porque la paz que sueñan los jóvenes de la zona urbana de Medellín no es la misma que sueñan los jóvenes campesinos de los llanos orientales. Los jóvenes queremos una paz en la que estén vinculadas todas las regiones del país.
Como resultado del trabajo que proponemos potenciar, se realizarían miles de diálogos y de propuestas documentadas de paz y desarrollo local de las comunidades donde se podrán visualizar actividades de cambios y efectos fácilmente apreciables por la comunidad con un efecto potente en la construcción de confianza social.
Como un ejemplo valioso de centenares de acompañamientos a comunidades que la Legión del afecto ha realizado en estos años, y que les proponemos incrementar en toda la geografía nacional les compartimos la experiencia que movilizó a centenares de jóvenes de todo el país en el olvidado y bello departamento del Chocó.
En medio del río Atrato, salimos a las 6:00 a.m de Quibdó, rumbo a Bellavista, el pueblo reubicado de Bojayá, una comunidad golpeada por él conflicto; su iglesia había sido volada con más de 100 personas adentro meses atrás, y también fue golpeada por la naturaleza: la creciente de la desembocadura del río Bojayá, afluente del Atrato, provocó inundaciones de tal magnitud que los obligó a abandonar sus casas y su pueblo ubicados a orillas del rio, puesto que sobreviven de la pesca y la agricultura.
En la canoa, íbamos diferentes partes del país representadas en la variedad de jóvenes presentes, de todas las edades; jóvenes sanos y también pandilleros de Soacha y de las comunas de Medellín, muchachas casi niñas que ya eran madres cabeza de hogar de Ciudadela Sucre (Soacha), de Bosa; campesinos desplazados y retornantes del oriente Antioqueño; comunidades de Cartagena del Chairá en el río Caguán y más adentro; grupos de titiriteros y ecologistas de Cartago(valle); cirqueros, artistas marciales de todas partes del país y de diferentes estilos; capoeiristas de Florencia (Caquetá); profesores universitarios y estudiantes; artesanos de todas partes; grafiteros, pintores, fuegueros de Bosa, Barrancabermeja y la Costa; señoras afrodescendientes habitantes de Loma de la Cruz en Cartago que cantan alabados y tienen danzas que vienen de generación en generación ritualizando los oficios y su relación con la producción de la tierra; campesinos de Villa Líbano y el Paraíso (Algeciras-Huila);desplazados de Peñas Coloradas (Río Caguán medio); de Buenaventura (Valle); de San José del Palmar (Chocó); de Potrero Grande del distrito de Aguablanca (Cali-Valle), del Vergel, de Marroquín en Cali (valle), objetores de conciencia de Barranca(Santander); periodistas.
Muchos no nos conocíamos y sin embargo al son de los tambores el canto de algunos nos contagió a todos: “…me voy en canoa , me voy pa´’ Beté, rayando la aurora, me voy pa’ Beté, ay pa’ Beté, ay adiós canoa me voy pa’ Beté…”, se divisaba la primera parada en Beté. Para unos era la primera vez que salían de su barrio; otros veníamos de vivir experiencias de múltiples momentos en las avanzadas y preparación de capacidad instalada, las diferentes topografías, culturas, razas, climas, relación con el medio ambiente, saberes, etc. Visibilizando lideres ocultos, en comunidades de cada zona a donde llegábamos. Los niños, siempre tan curiosos, eran los primeros en recibirnos. Somos jóvenes en movimiento y con problemas acompañando a comunidades con problemas e invitándolos a un mutuo intercambio de saberes; a un Ágape o banquete de amor al desconocido, acompañado de sabor, color, alegría, respeto y variedad, compartiendo sus ancestrales y místicas danzas de la cultura Afro-descendiente del Atrato medio, los break dance, los raperos urbanos, cumbias y bambucos de la cultura boyacense, y muchos más lenguajes alternativos; acompañados en un homenaje desde los familiares, hijos, nietos de las víctimas del bombardeo a la iglesia con comunidad adentro, y a la memoria de nuestros muertos por el conflicto, de manera anónima y colectiva.
En la comunidad de Bellavista fuimos adoptados como hijos temporales, ¡En mi casa caben dos! ¡En la mía no hay colchones pero si los traen caben hasta diez!; Éramos como uno más en la familia. Así hemos seguido hasta nuestros días y hoy estamos acompañando la aclimatación del perdón sin impunidad y con generosidad.
Acompañamientos como el que hicimos en Bojayá también los hemos realizado en las comunas de Medellín; en ciudadela Atalaya de Cúcuta; en Nelson Mandela en Cartagena, en el barrio Idema de Florencia, en Ciudadela Sucre de Soacha, en el Campincito y el Sahara de Barrancabermeja, en el Poblado de Sincelejo; en la Nohora y El Gaitán en Villavicencio, el Primero de mayo y La Nevada de Valledupar; Belisario en Magangué, Potrero Grande y Manuela Beltrán en Cali; Lleras y Alfonso López en Buenaventura, Altos de París y el Escape en Puerto Tejada. Y con jóvenes de los anteriores lugares hemos acompañado comunidades rurales de los orientes de Antioquia y Caldas; Ataco y Ríoblanco en el sur del Tolima; Balsillas y El Pato entre Huila y el Caquetá; La Sombra, San Juan de Lozada y en la Cristalina en el corazón de la bella Serranía de la Macarena; Cartagena del Chairá y Remolinos del Caguán en el Caquetá profundo; Tibú y la Gabarra en la serranía de los motilones; Macaraquilla, Cerro Azul, Bella Vista en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta.
Demostramos de qué somos capaces los jóvenes y las comunidades. Con hechos reales involucrando a las comunidades y a sus jóvenes, apoyándolos con un ingreso social decoroso; con insumos de valor al alcance de la economía de los pobres, y el acompañamiento respetuoso desde las diferentes orillas, podemos seguir haciendo posible.
A través de conversatorios, además abarcamos temas relacionados con la solución de problemas inmediatos de cada comunidad (planeación-creación), alertas tempranas, reforestación, limpieza y recuperación de humedales y participación en el tema ambiental. Aportamos desde cada posición y desde las diferentes orillas, con la creación de indicadores de medición de resultados cualitativos (calidad de vida, felicidad, alegría salud, riqueza espiritual, seguridad etc.).
Propuestas de embellecimiento del entorno, protección y clasificación de las especies fauna y flora a través de los COET (Centros de Observación y Estudio del Trópico, dirigido y administrado por los jóvenes); el derecho y respeto a la vida en todas sus manifestaciones y muestra de riqueza natural, interacción e intercambios de saberes (visibilización de saberes y líderes ocultos).
Para realizar estas actividades, no es imprescindible la mediación con gobiernos locales para llegar a las comunidades; llegamos directamente a los jóvenes de las esquinas, desplazados y todo el que quiera participar y cumplir con las reglas del juego claras y un código de honor que tan solo es el respeto a las deficiencias y diferencias ajenas. Nuestros sistemas de arribo se hacen con los métodos del niño perdido y el perro sin amo.
Para muchos jóvenes transgresores se les presenta una oportunidad, en la que saben que reciben un ingreso social a cambio participar en la construcción de propuestas y generando hechos de paz dentro y fuera de su territorio (eso es “poder hacer”).
Señor presidente Santos:
Desde hace mucho tiempo hemos intuido que sus sueños son los nuestros, sus metas y sus esperanzas también son las nuestras
Señores(as) de la Mesa de Dialogo de la Habana:
Confiamos que acertarán en la grandeza histórica que se les ha encomendado de parar tanto dolor y convocar a la utopía de construir entre todos un nuevos país.
¡Así es como trabajamos y así es como queremos contribuir a la paz de Colombia!
Jóvenes Líderes de la Colombia Profunda de la Legión del Afecto.
Siguen 700 firmas de jóvenes de barrios de bajamar de Buenaventura y Distrito de Aguablanca en Cali (Valle del Cauca); Tumaco (Nariño); Bojayá y Quibdó (Choco); Cartagena del Chaira, Florencia, San Vicente del Caguán, Paujil, El Doncello y La Montañita (Caquetá); La Macarena, La Carolina y laderas de Villavicencio (Meta); El Retorno y San Jose del Guaviare; Ataco y Rioblanco (sur del Tolima); Puerto Tejada (Cauca); Samaná, Manizales y Pensilvania ( Caldas); San Luis, Comunas 13, 8 y 12 de Medellín, Cocorná, El Retiro, Rionegro (Antioquia); Barrancabermeja y Puerto Wilches (Santander); Ciudadela Atalaya en Cúcuta, Tibú, La Gabarra (Norte de Santander); San Pablo, Magangué, Pijiño del Carmen, Barranco y Hatillo de Loba, Carmen de Bolívar y San Jacinto (Bolívar); Sincelejo ( Sucre); laderas orientales de Bogotá; Chiquinquirá y San Jose de Sema (Boyacá); Nelson Mandela, el Pozón y Ciénaga de la Virgen en Cartagena; Plato (Magdalena); laderas de Bogotá y cuenca del rio Tujuelo; Ciudadela Sucre en Soacha..