Con sus particulares diferencias desde su concepción, el entierro de Joselito Carnaval, en Barranquilla, me hace pensar en la Catrina mexicana: una muerte festiva, gozosa… promesa de comunión.
Carnavales hay en muchos lados, como en Río de Janeiro, Brasil, o en Venecia, Italia, pero más allá de la pompa que despliegan adolecen de un ritual como la muerte de Joselito Carnaval.
Cuando creó la Catrina, el grabador, ilustrador y caricaturista mexicano José Guadalupe Posada (1852-1913) concibió desde su genialidad una muerte festiva y hasta coqueta.
Por ello no es casualidad que después la Catrina cobrara vida propia como símbolo de esa relación más amena, menos trágica, con la muerte. De ahí que, entre octubre y noviembre de cada año, en las festividades del llamado Día de Muertos, sea una de las figuras más reproducidas por doquier, incluso en forma de disfraces.
Por eso es chévere ver que con el entierro de Joselito Carnaval el colombiano, desde el carácter guapachoso de la costa, también ha concebido y celebrado esa relación más festiva y menos truculenta con la muerte, promesa de renovación en el eterno ciclo vida-muerte.
De modo que gracias por todo el goce presente y nos vemos el próximo año, Joselito Carnaval. ¡¡Guepajé!!