Si en la Biblia existen historias de mujeres guerreras, como Débora y Rut, en el presente también las hay. Una de ellas es Josefa Ortiz, quien perdió ‘todo’ en la tragedia de los niños de Fundación, menos su amor por Dios.
Y es que la señora Josefa es la muestra de quien conoce verdaderamente a Dios, no se rinde, a pesar de lo complicado que sea el camino.
Ella no solo perdió a su pequeña hija en trágico accidente que acabó con la vida de 33 niños y una adulta, hace 8 años, sino también a su esposo Salvador Ibarra, el líder que fue señalado como uno de los responsables del siniestro, quien murió hace un año de Covid-19.
Lo días de Josefa cambiaron en un ‘parpadear’, esa vida familiar se diluyó en segundos. La tragedia arropó por momentos su existencia, no obstante, nunca logró derrumbarla del todo, aunque sus piernas flaquearon, Dios la ha levantado una y otra vez.
Hoy esta valiente mujer, quien desde el accidente no quiso hablar del fatal suceso, dejó ver que Dios es quien la ha sustentado en todos los ámbitos durante este complicado proceso.
“Es Él quien me sostiene, quien me levanta. Yo le dejé esa carga a Él porque con mis fuerzas no hubiera seguido, Él hizo la obra en mí”, expresó la señora Josefa a través del hilo telefónico.
La esposa del líder afirmó que a pesar de todo lo vivido y los señalamientos de las personas, siempre se han mantenido fiel a Dios, “mi esposo nunca renegó de Dios, yo tampoco y todos saben que nosotros somos unos mártires de todo esto. Nos señalaron, pero la realidad es otra, sin embargo, nosotros sabemos que el único justo es Jesucristo. La justicia del hombre es trapo de inmundicia, Dios es el único justo”.
Esta mujer, quien también es huérfana de padre y madre, expresó que nunca hubo justicia con su esposo, “pero para él habrá justicia en el cielo, que es lo que realmente importa. Todos conocen la historia, saben que fue una injusticia. Mi esposo nunca negó que el contrató la buseta, sin embargo, lo trataron como si fuera el chofer o el ayudante, él solo contrató un vehículo. Mi esposo fue una víctima más, no le dieron ningún beneficio”.
Josefa recalcó una vez más que la justicia divina la mantiene en pie, “yo veo la gloria de Dios y esa me ha sostenido, a pesar de que con la muerte de nuestra hija volvimos a nacer de nuevo, perdí mi cargo, trabajaba en la Registraduría y seguro que Dios me salvó de algo allí con tanta corrupción que existe”.
Esta mujer a parte de ese gran dolor por perder a quienes la acompañaban en esta vida, también le quedaron secuelas de aquel fatídico accidente, no puede asolearse, la luz le hace daño y tampoco puede permanecer mucho tiempo cerca de un computador, pero sus rodillas en el piso no le fallan para darle gracias a Dios por todo.
Josefa dice que con la muerte de su esposo esa triste historia de los niños se cerró, “aunque todavía existan señalamientos, yo me siento tranquila, es Dios quien me da la paz”.
Esta mujer guerrera, quien se atrevió a abrazar el cadáver de su esposo que falleció por coronavirus, sigue firme a su fe y a las promesas que Jesús tiene para ella. Aunque muchos no entiendan, Josefa Ortiz dice que la biblia afirma que a quien cree en Dios todas las cosas les ayudan para bien.