José Mugrabi, el colombiano coleccionista de Wahrol, con su fortuna en riesgo

José Mugrabi, el colombiano coleccionista de Wahrol, con su fortuna en riesgo

Empezó a atesorar su fortuna con negocios de tela en Bogotá hasta acumular más de USD $ 5.000 millones, parte de los cuales puede perder por el divorcio de su hijo David

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enero 25, 2019
José Mugrabi, el colombiano coleccionista de Wahrol, con su fortuna en riesgo

José Mugrabi tenía 16 años cuando llegó a Colombia. Era 1951 y se empezaba a establecer el estado de Israel, el país donde nació, pero se aburrió de la estrechez y la pobreza y emprendió viaje a Colombia. Acá, Simón, uno de sus siete tíos lo ayudó. Era un avezado comerciante textilero y lo ubicó rápidamente. José Mugrabi no pudo ser un mejor comerciante. En poco tiempo atesoró una pequeña fortuna. A finales de los sesenta, ya completamente establecido en Bogotá, se casó con una brasilera. Con ella tuvo a sus dos hijos, Alberto y David quienes nacieron acá. Ambos estudiaron en el colegio Nueva Granada de donde estudiaron la primaria.

En 1983, cuando las telas de Mugrabi le competían y muchas veces les ganaban a los gigantes paisas de Coltejer, empezaba uno de los periodos más oscuros de la historia del país. El proceso de paz emprendido por Belisario Betancur con la guerrilla de las Farc antes que aminoraba la violencia, termino carburandola y los narcos empezaron a copar el país, los barones de la droga empezaban a mandar. En ese año Mugrabi empezó a sopesar seriamente la idea de irse del país. Le llegaban cartas extorsionándolo, aparecía el fenómeno del secuestro. En noviembre la familia se trasladó a los Estados Unidos, Miami sería el primer lugar de destino hasta que se ubicaron definitivamente en Nueva York.

Allá tampoco las cosas parecían funcionar para los Mugrabi que pensaron incluso en devolverse para Colombia. El mercado textil en Estados Unidos no era muy boyante. Los gringos estaban acostumbrados a comprar las camisetas ya hechas, fabricadas, no estaban para comprar telas y hacer sus propios trajes. Empezó a desesperarse. Sin embargo, todo cambiaría cuando un amigo que trabajaba en una asesoría de arte de Citibank le aconsejó comprar un Renoir. Empezó todo por un simple placer, un hobby caro que podría tener algún tipo de rentabilidad en un futuro. Además, daba prestigio.

Obsesivo, comenzó a atesorar cuadros impresionistas. El buen ojo que tenía para los textiles empezó a tenerlo para los cuadros. Empezó a comprar artistas del momento y uno de ellos era Warhol. El excéntrico pintor norteamericano acababa de morir y su fama parecía ser cosa del pasado. En los años sesenta fue uno de los íconos del pop art pero todos creían que ya era mercancía dañada. Aprovechó la baja que tenía su precio y compró baratos su retrato de Mao Tse- Tung y sus Veinte Marilyns así como decenas de sus cuadros hasta convertirse en el hombre con la mayor cantidad de Warhols del mundo.

El milagro ocurrió. Treinta años después de haberlo comprado la obra de Warhol se valorizó un 3.400 por ciento. Un ejemplo de esto son sus Veinte Marilyns que pagó en 1988 USD$3,96 millones hoy podría valer USD$ 200 millones. En Arabia Saudita, durante el 2011, le ofrecieron USD$1000 millones por buena parte de su colección Warhol. Murgabi no aceptó. Su fortuna puede costar USD$5.000 millones.

A sus 84 años José le ha dejado buena parte de la administración de su colección a sus hijos Alvaro y David. El divorcio de este último podría ponerle fin a su hegemonía como uno de los negociantes de arte más cotizados de Nueva York. El comienzo del fin se dio en agosto. Una fiesta de verano en su mansión de los Hamptons con todos sus amigos. Su esposa, Libbie, se retiró a las 11:30 de la noche a su cuarto, justo cuando la fiesta explotaba. Cuando se despertó Libbien ya era de día, bajó al primer piso y encontró, en la mesa del comedor, David completamente desnudo encima de una de sus invitadas que también no tenía una sola prenda. Las explicaciones fueron farragosas: habían ingerido hongos alucinógenos y, en el alucine, se tiraron juntos a la piscina. Cuando salieron estaban tan cansados que cayeron desnudos sobre la mesa. Para evitar un escándalo Libbie fingió creer. A la semana le dijo que quería divorciarse. Le pidió sólo 10 millones de dólares que deberían ser pagados en 15 días. El plazo se cumplió y la plata nunca le llegó a la mujer. Ahora ella quiere la mitad de la fortuna. El imperio Mugrabi tambalea.

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