José Luis Hereyra en el espejo cifrado del Caribe
Opinión

José Luis Hereyra en el espejo cifrado del Caribe

Noticias de la otra orilla

Por:
diciembre 15, 2018
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.

Luego de años de reconocimiento poético indiscutido en el contexto del Caribe colombiano, respaldado por la publicación de ocho libros de poesía que han sabido dejar la huella histórica de una voz distintiva, José Luis Hereyra no se había permitido compartirnos, sino de manera fragmentaria y esporádica, la realidad de su dimensión de prosista, y por eso pudiera parecer ahora que la publicación de este libro es una simple treta de la nostalgia, la pretensión de una memoria en alguien que ha tenido ya un largo e intenso trato con la vida y la escritura, y quiere dejar recogido  para la posteridad aquello que ha sido también parte de una vida para la creatividad y las ideas de nuestra vida cultural en el Caribe.

El hecho de que este libro esté presidido en su organización estructural por el cuento El desagüe, y que este dé precisamente título al volumen, me parece un acierto que tiene la función histórica de recordar una de las anécdotas más interesantes y curiosas de la cuentística del Caribe colombiano. No me detendré aquí a ilustrar los detalles del episodio, que es ampliamente conocido, pero sí diré que ese texto, que fuera ganador en 1971 del Premio Nacional de Cuento de El Espectador, no solo reveló un nuevo talento de nuestra narrativa en su momento, y sembró con ello un hito de obligada referencia en ese campo, sino que sirvió para abrir una racha de eventos literarios, curiosamente vinculados en la mayoría de los casos a la poesía textual y vital de Pepe Hereyra, mientras que la narrativa y la prosa, en su forma de crónica, cuento, artículo o reportaje, eran una presencia que sólo aparecía en los intersticios de su voz poética y en los libros que iban sucediéndose uno tras otro a lo largo de los años.

Así entonces la edición de este libro es también un acto de justicia con unos textos que bien merecen el beneficio de la luz de la lectura pública, porque en ellos está también la verdad de un rostro literario que necesitamos ver completo para llegar a mirarnos de frente en él como en un fragmento del espejo cifrado de nuestra propia cultura.

 

El libro abre con el famoso cuento “El desagüe”,
un texto breve, intenso, apremiante, ansioso,
que sabe transmitir la desesperada sofocación de estar atrapado

 

El libro abre así con el famoso cuento El desagüe, un texto breve, intenso, apremiante, ansioso, que sabe transmitir la desesperada sofocación de estar atrapado en el tubo de un desagüe que nos lleva fatalmente hacia la única luz posible al otro lado: la muerte. A ese texto le siguen en ese género cinco piezas más: Disección de un desencuentro, cuento que es también Premio Nacional de Cuento de El Espectador, en 1971; El nadador, cuento publicado en el suplemento dominical de El Espectador en abril de 1972; El peso de ser hombre, cuento finalista en el Concurso Nacional de Cuento del periódico Vanguardia Liberal, Bucaramanga, 1980; La cueva de cielo y estrellas de Orianita, un falso cuento infantil; y cierra esta primera parte del libro un raro texto también, un poema en prosa, algo a medio camino entre el cuento y el ensayo breve, un apólogo quizá, que titulado Bosquejo inicial para una nueva Arca Final nos invita a seguir leyendo una prosa que nos ofrece en su alma narrativa eso que desde siempre ha estado Hereyra intentando decirnos y que está absolutamente claro en su poesía.

Siguen a esta primera parte dos hermosos y profundos reportajes a dos  figuras del arte en el Caribe colombiano: el primero a Freda Sargent, texto publicado en el periódico El Espectador en mayo de 1978, una aproximación inteligente y aguda a la rica experiencia existencial de una gran artista abordada desde su experiencia personal, su infancia, su cultura y el arte, bordeando siempre de forma contenida y delicada sus relaciones con Obregón, con una sutileza que sugiere mucho más de lo que dice.

Y el otro reportaje se titula Manolo Vellojín y las soluciones precisas, publicado también en El Espectador en junio de 1978, y es el exquisito encuentro de dos poetas, en el que uno, Hereyra, con excelente tacto, intuición y ciencia, se asoma al abismo del otro rondando con precaución sus honduras para dejar apenas sugerido el testimonio de un artista nuestro, un barranquillero, que desafía las ataduras referenciales de lo previsiblemente Caribe para mostrarnos los alcances de otras búsquedas no sospechadas.

Le siguen a esos reportajes una magnífica crónica titulada Memoria no inicial de Alberto Assa, una pieza bellamente escrita y llena de revelaciones maravillosas sobre el autor y el personaje, en el que se logra un retrato vivo de ambos y la recordación de un momento clave en la historia educativa de la ciudad de Barranquilla.

Y cierran este libro cinco artículos periodísticos que son todos sendas piezas de apretada síntesis temática y lúcida concentración de estilo; yo diría que son intentos ensayísticos sometidos a la camisa de fuerza de la nota periodística; con ellos nos sucede que hubiésemos querido seguir en la navegación de un lenguaje que nos promete una agua honda que, en este caso, remata muy pronto con las piedras de la orilla.

Sirvan entonces estos cuentos, crónicas, reportajes y artículos periodísticos, para que un nuevo lector recuerde o descubra el universo ampliado de lo que ha sido siempre la ambiciosa poesía de José  Luis Hereyra y que aquí toma forma de otras cosas.

Sigue a Las2orillas.co en Google News
-.
0
Ciudad al fondo de Monique Facuseh

Ciudad al fondo de Monique Facuseh

Recuerdos de un encuentro y un diálogo

Recuerdos de un encuentro y un diálogo

Los comentarios son realizados por los usuarios del portal y no representan la opinión ni el pensamiento de Las2Orillas.CO
Lo invitamos a leer y a debatir de forma respetuosa.
-
comments powered by Disqus
--Publicidad--